Peña Nieto: ¿Por qué y cómo ganó la Presidencia?
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Enrique Peña Nieto entrará a los libros de historia como el hombre que recuperó para el PRI el máximo poder en México.
México, DF. A sus 46 años, este hombre nacido en Atlacomulco, estado de México, se convertirá en presidente de la República luego de una campaña intensa y atropellada en la que, sin embargo, nunca perdió la ventaja con que arrancó.
No ha sido fácil el arribo al poder y llega con diversos cuestionamien- tos: desde el papel que, cientos de millones de pesos mediante, Televisa jugó en la construcción mediática de su imagen y su encumbramiento, hasta el intenso rechazo que él y el PRI generan en un sector amplio de mexicanos, cuya expresión más reciente es la conformación del #YoSoy132, movimiento de jóvenes que sacudió su hasta entonces cómoda campaña electoral.
Peña Nieto tomará el poder el 1 de diciembre si los resultados se confirman y llevará consigo sombras y lastres difíciles de obviar: la corrupción y desprestigio de los gobernadores de su partido -Arturo Montiel, Tomás Yarrington, Humberto Moreira, Mario Marín, entre ellos-; la cercanía e influencia de Carlos Salinas de Gortari, su dependencia de las televisoras y su falta de habilidad política para gobernar fuera de escenarios tersos y controlados.
Las siguientes líneas tratan de explicar y documentar por qué y cómo es que Peña Nieto ganó la Presidencia de la República, cómo es que su partido recupera el poder, aunque quizá, como él mismo dijo ya al final de la campaña, "el PRI nunca se fue".
ólo Enrique Peña Nieto sabe en qué momento comenzó a creer en la idea de que podría ser presidente de México. El hecho es que a la media noche de este 1 de julio la tendencia del voto indica que pronto tendrá las llaves de Los Pinos y, con ello, se habrá concretado el regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al poder.
Sería complejo descifrar, aun con los instrumentos de los que dispone la ciencia, los instantes exactos, los momentos clave que han llevado a este político de 46 años a alcanzar la Presidencia. Lo que sí es menos arduo es acercarse a aquellos hechos y circunstancias que allanaron la ruta del PRI hacia la victoria, hacia su retorno 12 años después de que Ernesto Zedillo Ponce de León entregó la banda presidencial a Vicente Fox.
Uno de esos elementos a considerar es lo que el politólogo Jesús Silva-Herzog Márquez llama "gran talento político" de Peña Nieto para hacerse de la candidatura del PRI y, de paso, bloquear las aspiraciones de Manlio Fabio Beltrones, político con gran influencia en el partido, pero que al final no pudo disputar la nominación. Más aún: terminó fortaleciendo al candidato mexiquense.
Conseguir esa candidatura, sin que nadie se la peleara, requirió un trabajo cuidadoso. Peña Nieto empezó por enmendar los errores que dieron al traste con los dos más recientes intentos por ganar la Presidencia. "Detectó que las divisiones internas habían frustrado en gran medida las ambiciones del priismo de mantener y regresar al poder, y estableció alianzas con distintos actores de esa compleja maquinaria electoral y política que es el PRI", considera Silva-Herzog Márquez, profesor del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
Así que al tiempo que contenía a otros grupos, se construyó un margen de maniobra que evitara rupturas como la que protagonizaron en 2006 el candidato Roberto Madrazo y un grupo, por ejemplo, de gobernadores priistas. "El PRI aprendió la lección y apostó por la unidad. Por eso la candidatura de Peña se fortaleció". La frase de Manlio Beltrones con que anunció la declinación de sus aspiraciones, evalúa René Torres-Ruiz, investigador de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, fue una síntesis de esto: "Prefiero no convertirme en un elemento de fractura".
La cohesión interna era vital para fortalecer su candidatura, pero no la hubiera podido conseguir sin el apoyo de grupos con poder efectivo dentro de la estructura del PRI. "El Grupo Atlacomulco vio en Enrique Peña Nieto la posibilidad después de 40 años de tener nuevamente un presidente de la República con raíces mexiquenses", dice Torres-Ruiz.
"Para los integrantes de ese grupo, entre ellos Alfredo del Mazo, Arturo Montiel e incluso el ex presidente Carlos Salinas de Gortari, el perfil de Peña Nieto fue útil para posicionarse y ser competitivos". Este clan, comenta el especialista de la UNAM, se impuso finalmente a otros grupos del viejo cuño priista, que no terminaban de aceptar esa candidatura.
Respaldo y promoción de medios de comunicación
Quizá el elemento fundamental para explicar el triunfo de Peña Nieto fue el respaldo de diversos medios de comunicación, destacadamente Televisa, la empresa con contenidos en español líder en el mundo y la de mayor audiencia en México, en la construcción de su imagen y su proyección mediática.
Desde su campaña como candidato al gobierno del estado de México, recuerda Helena Varela Guinot, directora del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana, se fue armando de manera paciente la percepción de que Peña Nieto era un gobernante eficaz.
Cientos y cientos de spots e infomerciales con frases como "Te lo firmo y te lo cumplo" contribuyeron a crear la imagen de alguien que cumplía con sus compromisos. "Yo soy eficaz, estoy siendo eficaz, yo ya fui eficaz".
Al mismo tiempo, se construyó la imagen de que Peña Nieto era un político joven, con características muy distintas a las que tienen los priistas de la vieja escuela. Pero sólo se trató de una estrategia visual, muy conveniente para sus aspiraciones. "No es, por supuesto, un político joven en sus estilos, lenguajes y su política", considera Silva-Herzog Márquez, pero construyeron una pinza bastante fuerte: "la imagen de la novedad y la imagen de la eficacia".
A esos elementos Torres-Ruiz agrega uno más: la estrategia elaborada por una empresa que trabaja de manera muy cercana a Televisa, o incluso filial de la misma, para hacer de Peña Nieto una figura conocida a nivel nacional que eventualmente llegara a la Presidencia.
Se planeó y ejecutó una campaña de marketing con spots en los que aparecieron figuras de Televisa como la cantante Lucero y la actriz Angélica Rivero, con quien terminó casándose. "Se dio esa complicidad PRI-Televisa para ir diseñando una especie de producto, cuyas habilidades políticas, características intelectuales o ideas brillantes" fueron secundarias, comenta el investigador de la UNAM. Se fue creando en el imaginario colectivo la sensación de que era "un político serio, bien parecido, representante del nuevo PRI, agradable, con capacidad para gobernar, simpático".
Torres-Ruiz destaca que Peña Nieto "ocupó" crecientemente las pantallas de Televisa desde 2005. "Si conectamos esto con la capacidad de penetración que la televisión tiene en el país (98-99 por ciento de los hogares cuentan con una) y con el hecho de que un alto porcentaje del auditorio se informa a través de este medio, quizá podríamos entender mejor cómo logró su triunfo".
El tema de la relación Peña Nieto-Televisa no fue sólo una bandera política del candidato de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, sino también un caso que alimentó el debate nacional e internacional. Igual ocupó amplios espacios en las redes como en medios prestigiados como el británico The Guardian.
El 7 de junio pasado, The Guardian detalló en un reportaje cómo la televisora había articulado un plan para proporcionar cobertura favorable a Peña Nieto desde que éste era gobernador del Estado de México y, a su vez, atacar la imagen de López Obrador, a cambio de un pago de cientos de millones de pesos.
Según documentos dados a conocer por ese periódico, Peña Nieto aceptó comprar y destinar recursos a un proyecto de inversión publicitaria e informativa para fortalecer su imagen a través de los programas de mayor audiencia de Televisa.
El costo de esa cobertura: 346.3 millones de pesos por 200 notas, entrevistas y reportajes en favor de Peña Nieto, según consta en tres hojas de Excel con el título: "Enrique Peña Nieto: Presupuesto 2005-2006".
La otra parte del plan constaba de una detallada estrategia de manejo de medios de comunicación para atacar a Andrés Manuel López Obrador y asegurarse de que no ganara las elecciones en 2006. En uno de los documentos se hablaba de una estrategia para desmantelar la percepción pública de que el perredista era un mártir o un salvador.
Televisa descalificó de inmediato el reportaje. Argumentó que era un "refrito" de publicaciones falsas ya desmentidas con anterioridad, y exigió al diario que se disculpara públicamente.
The Guardian no dio marcha atrás y poco después publicó una nota con base en los cables diplomáticos de EU filtrados por Wikileaks, en los cuales los oficiales de la embajada de Estados Unidos en México externaban que era un secreto a voces, reconocido en privado por altos priistas, que Peña Nieto pagaba por cobertura favorable.
Televisa negó enfáticamente de nuevo la existencia de ese acuerdo. Haya existido o no, ese capítulo quedará como uno de los casos más nebulosos de la campaña priista.
Blindaje ante los yerros
Durante semanas los medios de comunicación y las redes sociales se ocuparon de lo que en el mundo intelectual ya se sabía: que la literatura, la historia y otras áreas del conocimiento no eran precisamente uno de los puntos a presumir de Enrique Peña Nieto. Esto, que en otros países podría suponer el fin de un candidato, para el priista no lo fue.
El incidente en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara del 2011, donde Peña Nieto no supo decir tres nombres de libros que le hubieran marcado la vida y confundió al autor de otra obra, no le quitó ni un punto en las intenciones de voto.
Cierto, marcó un momento clave de todo lo que sería el proceso electoral: "Dio municiones a los críticos para retratarlo como un ignorante y esa sería una sombra que lo acompañó durante toda la campaña", dice Silva-Herzog. Pero más allá de eso, cree que lo más relevante del "escandalillo" es que mostró a un hombre con muy pocas tablas para encarar una situación que se salga de su libreto. "No tuvo agilidad, no supo cómo pensar".
Pero eso que para el mundo intelectual resultó inconcebible, no fue algo que al priista le afectara con el grueso de la población. "Para el mexicano promedio, eso no fue importante porque en nuestro país se lee poco", dice Helena Varela.
Este traspié, incluso, pudo haber reforzado la candidatura si coincidimos con el punto de vista de Silva-Herzog-Márquez. En el caso de México, argumenta, algunos electores pudieron sentirse identificados y decir `bueno, es que yo tampoco me acuerdo de los libros'. "Supongo que para los franceses, con una cultura literaria notable, un tropiezo de este tipo hubiera sido devastador".
René Torres-Ruiz define el episodio de la FIL como un momento que retrató a Peña Nieto: lo sacaron del guión preestablecido, ese que su equipo trabaja, prepara, entrena. "Fue clara su inexperiencia, su poca habilidad para improvisar. Y con esa enorme debilidad en su preparación gobernará al país".
Diez días después de la pifia cometida en la FIL, en diciembre del año pasado Peña Nieto se colocó nuevamente en el centro de las críticas. En una entrevista con el diario español El País, no supo responder cuál era el salario mínimo vigente en México, ni cuánto costaba el kilo de tortillas, lo que justificó con esta respuesta: "No soy la señora de la casa".
Inmediatamente, en la red social de Twitter se crearon etiquetas con los tropiezos de Peña, mofándose de él. Sin embargo, esos tropiezos jamás se vieron reflejados en las encuestas, que lo seguían colocando en porcentajes muy altos.
Helena Varela piensa que una de las razones de este blindaje ante los yerros es que su voto se encuentra primordialmente en zonas rurales, donde las preocupaciones de los electores son muy diferentes a las que tienen los habitantes de las grandes ciudades. "Es en las zonas rurales, justo, donde impacta el discurso de la eficacia, de quien cumple compromisos y soluciona problemas".
Por eso, esos tropiezos o el famoso mensaje en Twitter de su hija calificando despectivamente como "proles" a los críticos de su padre, quedan "muy ceñidos a un grupo muy particular".
Ni la corrupción, ni Moreira ni Yarrington
El primer revés significativo a las aspiraciones de Peña Nieto en su camino a Los Pinos fue la renuncia de Humberto Moreira a la dirigencia nacional del PRI el 2 de diciembre de 2011, presionado por las revelaciones sobre el grave endeudamiento en que dejó a Coahuila, el estado que recién había gobernado.
Pese a las resistencias al interior del PRI para ceder a las presiones de la opinión pública, cuando ya no hubo cómo justificar la irresponsable conducción y la falta de transparencia de la deuda en la entidad, que dejó en más de 34 mil millones de pesos, Peña Nieto optó por el pragmatismo y decidió quitarlo de la dirigencia del PRI bajo la lógica elemental de que no interfiriera en sus aspiraciones presidenciales.
Los señalamientos más fuertes vinieron después, recuerda Jesús Silva Herzog. En mayo de este 2012 la justicia de Estados Unidos exhibió las relaciones de ex gobernadores del PRI con el crimen organizado. Se trataba de los ex mandatarios de Tamaulipas, Tomás Yarrington y Eugenio Hernández, acusados de lavar dinero procedente del narcotráfico.
Yarrington fue identificado por testimonios y evidencias en poder de la DEA como uno de los políticos mexicanos que brindaron protección a los grupos del crimen organizado. El 22 de mayo un juez federal de Texas ordenó incautar dos propiedades de Yarrington en ese estado, que habría adquirido con nueve millones de dólares provenientes del narcotráfico.
Una foto se publicó en los medios: Peña Nieto y el ex gobernador de Tamaulipas aparecían en franca cercanía.
Ahora sí empezaron los primeros efectos negativos en la campaña del priista. Se puso en evidencia que su respaldo político, el de esos y otros gobernadores, constituía "una telaraña de irresponsabilidad económica y de corrupción, incluso de nexos con el crimen organizado", afirma Silva-Herzog Márquez.
Estos elementos sí tuvieron un efecto: la preferencia electoral de Peña Nieto bajó lentamente en los siguientes dos o tres meses. "No en caída libre, sino poco a poco".
Con todo, no le restaron muchos puntos en las encuestas. Primero, porque, en su opinión y "aunque parezca cínico", las revelaciones no fueron particularmente sorprendentes, juzga el politólogo del ITAM. Y, segundo, porque no le pegaron directamente al ex gobernador mexiquense sino a otros priistas. "Sí lo debilitaron, pero no lo tocaron en lo personal".
Jamás se ha dicho, ejemplifica Silva-Herzog Márquez, el prestanombres de Peña Nieto es fulano de tal, o Peña Nieto tien tales desarrollos inmobiliarios en Houston o se le vincula en alguna investigación de la DEA en el narcotráfico. "Fueron críticas muy severas, pero el blanco no fue él. Por eso no se desplomó en las encuestas".
Para Helena Varela llama la atención que hubiese librado tan bien el escándalo con Humberto Moreira. Y con respecto a las acusaciones contra Yarrington, piensa que habrá que esperar a los resultados de las elecciones para ver si representaron o no un daño para el PRI.
Quien no sale de su asombro es René Torres-Ruiz porque no alcanza a explicarse el hecho de que Peña se haya mantenido con una especie de teflón, como si fuera un candidato blindado: "Uno pensaba que todos estos fenómenos, como la FIL, Moreira, Yarrington, le iban restar puntos de preferencias electorales, pero no".
Sin embargo, también cree que las encuestas que se utilizaron como mecanismo para medir el efecto de estos hechos nunca reflejaron con precisión el sentir de la sociedad. "Me parece que hicieron un trabajo muy cuestionable". No se supo, dice, si éstas manipularon, escondieron o mal interpretaron los datos de su levantamiento en el campo.
Las encuestas
Las encuestas fungen no sólo como un indicador de las prefencias ciudadanas que sirve al electorado para saber cómo van las campañas, sino que contienen un efecto propagandístico.
Torres-Ruiz pertenece al grupo de quienes piensan que las encuestas mostraron un sesgo en favor del candidato priista. "Que Peña siempre haya estado lidereándolas, con márgenes tan amplios sobre sus adversarios, pretendía generar un efecto sobre el electorado, que pensara que su candidatura estaba demasiado firme, inalcanzable".
El año comenzó con encuestas que mostraban un amplio margen en favor de Peña Nieto. La firma Consulta Mitofsky difundió resultados el 10 de enero: el candidato del PRI recibía 42 por ciento de las preferencias. En segundo sitio aparecía Vázquez Mota, con 21 por ciento; en tercer lugar, López Obrador, con 17 por ciento.
Tres meses después, las encuestas mantenían más o menos los mismos números a pesar de que Peña Nieto ya había recibido severas críticas. La primera semana de abril, Consulta Mitofsky asignaba al priista 39.1 por ciento de la intención de voto. En la de El Universal, rebasaba los 40 puntos.
Cuando se transmite una candidatura tan inalcanzable, la mayoría de los electores piensan: "si esto ya se definió para qué voto", reflexiona Torres-Ruiz.
Llegó mayo, los sucesos de la Ibero, el primer debate, pero las encuestas en general mostraban números similares. "Yo no comprendo por qué seguía tan alto. Si uno decía 'los jóvenes han dejado claro que no están con él y ellos representan 30 por ciento de la población, ¿dónde están reflejados esos jóvenes? ¿En los indecisos? El problema es que no podemos saber a qué encuesta creerle", critica el investigador de la UNAM.
Sin embargo, un sondeo de opinión marcó la nota disidente. El de la encuestadora María de las Heras, que en la primera quincena de mayo reportó una diferencia de sólo ocho puntos entre Peña Nieto y López Obrador, la distancia más corta hasta entonces, además de que ubicó a la candidata panista en tercer sitio.
A fines de ese mes, el diario Reforma abonaba a la polémica desatada por la brecha que se reducía entre el priista y el perredista. La diferencia era de apenas cuatro puntos. El primero aparecía con 38 por ciento y el segundo con 34.
El resto de los encuestadores mantuvo sus resultados con ventajas mucho más amplias en favor del mexiquense.
Pero De las Heras y Reforma mostraban ya una competencia más cerrada. "Y ahí es cuando el electorado cuestiona más su voto. Empieza a tomar sentido el voto útil", comenta Torres-Ruiz.
Las encuestas también jugaron otro papel, menos explícito. En una primera etapa de la campaña, Vázquez Mota y López Obrador aparecían casi con los mismos márgenes. Esto generó que el voto anti PRI se dividiera. Y eso, agrega Helena Varela, benefició al priista porque dividido el segundo puesto, sería más difícil alcanzarlo.
Pero después del movimiento #YoSoy132, cuando Peña Nieto comienza a caer y unos pocos de puntos se van al candidato de las izquierdas, que sube al segundo lugar, el priista se ve forzado a hacer algo que no había hecho durante toda su campaña: modifica la estrategia.
"Se ve obligado a hacer un tipo de campaña diferente", asegura la investigadora de la Ibero. "En su equipo detectan que si López Obrador sigue acercándose, Peña no podría esperar nada más la llegada del día de la elección. Comenzaba a correr riesgo. Y entonces cambiaron la estrategia, el discurso".
Las últimas encuestas aparecieron el 27 de junio. Reforma reportó una diferencia de 10 puntos entre Peña Nieto (41 por ciento) y López Obrador (31 por ciento).
Milenio, por su parte, cerró su medición así: Peña, 46.7 por ciento; López Obrador, 28.1 por ciento.
Y el #YoSoy132
Los especialistas llegan por separado a la misma conclusión: el golpe más severo y auténtico que recibió Peña Nieto fue el del movimiento estudiantil #YoSoy132.
El 11 de mayo marca en opinión de Helena Varela el punto de quiebre en una campaña muy tersa, que parecía sólo de trámite. Hasta ese momento, el candidato del PRI caminaba con una amplia ventaja en las intenciones de voto. "Trazaba su campaña cómodamente y se manejaba en espacios seguros y controlados. Parecía que tenía la victoria asegurada".
Pero todo cambió con su visita a la Universidad Iberoamericana. Ese día los estudiantes que protestaron contra su presencia en sus instalaciones y que lo increparon le dieron una vuelta de tuerca a las expectativas electorales.
Jesús Silva Herzog define al #YoSoy132 como "la organización anti Peña más exitosa" porque tuvo la gran virtud de mover las percepciones que colocaban al priista como un candidato imbatible. No sólo eso: también mostró la enorme antipatía existente en circuitos amplios de la sociedad ante la posibilidad del regreso del PRI.
Hubo en opinión del politólogo del ITAM un hecho que desencadenó el movimiento: la torpeza de los dirigentes del PRI al descalificar y ningunear a los jóvenes críticos.
"Se vio un PRI autoritario, el mismo de hace décadas, no acostumbrado a que se le critique, indispuesto al diálogo y a preservar el ejercicio de las libertades de la población", añade Torres-Ruiz.
Se desató inesperadamente un movimiento con amplia repercusión entre universitarios de escuelas públicas y privadas. Los jóvenes cuestionaron el papel de los medios de comunicación y su sesgo para favorecer en su cobertura periodística al candidato del PRI.
Y tomaron como una de sus banderas impedir que el PRI ganara la Presidencia de la República. La irrupción de los jóvenes generó un momento tenso en la campaña del priista, dentro de la cual se mostró preocupación, pues, comenta Silva-Herzog Márquez, "no estaban preparados para algo así".
Aunque lo criticaron sin piedad por la forma en que su círculo cercano enfrentó al movimiento estudiantil, el académico del ITAM resalta que el ex gobernador mexiquense se mostró receptivo y respetuoso de la crítica hacia su persona.
Jamás, afirma, lanzó una descalificación hacia los estudiantes. Nunca los llamó manipulados por sus enemigos. Al contrario, "lo que dijo fue: `entiendo que hay estas preocupaciones, espero darles a mis críticos elementos para que confíen en que si gano, no gobernaré como se gobernó en el México de la hegemonía priista'".
Faltaron muy pocos días para que el #YoSoy132 se convirtiera en un movimiento con dos vertientes: de crítica frontal frente a las televisoras y de rechazo total a Peña Nieto.
Los muchachos salieron masivamente a las calles y desplegaron por doquier, y señaladamente en las redes sociales, un activismo creativo, fresco, que incorporó al escenario de las elecciones un fuerte componente anti Peña Nieto.
Entonces sí ocurrió lo que los otros candidatos esperaban con ansia: los números de Peña Nieto en las encuestas descendieron, aunque lo hicieron lentamente.
Los debates
Transcurrían los primeros días de mayo y el primer debate presidencial se acercaba. Con los antecedentes de la desafortunada participación del candidato en la FIL, las expectativas sobre su desempeño eran ampliamente negativas. El día 6 de ese mes llegó y los reflectores se centraron en su actuación.
Al final, el balance para él fue positivo: salió bien librado, coinciden los académicos. Torres-Ruiz atribuye esto a un arduo entrenamiento previo que le permitió mostrarse con cierta soltura: "Dentro de todo, no salió tan dañado. Se aprendió lo que tenía que decir, no atacó a nadie, tampoco lo atacaron mucho".
En el segundo debate, dice Varela Guinot, jugó mucho a que el pleito se diera entre Josefina Vázquez Mota y López Obrador. "Eso terminó beneficiando a Peña Nieto, sin que eso significara que fuera el mejor", acota.
La académica define el encuentro así: aunque Vázquez Mota mostró una buena ofensiva, Peña Nieto la sorteó; mientras que Andrés Manuel casi no lo atacó porque su intención era transmitir la señal de que era un candidato pacífico y conciliador.
Jesús Silva-Herzog concluye que efectivamente los dos debates presidenciales fueron los momentos más positivos de Peña durante su campaña, sin que por ello se pueda concluir que los haya ganado. Dadas las expectativas tan negativas que se habían creado en torno a su posible desempeño, su participación fue razonable, fue capaz de escuchar las críticas y revirar los cuestionamientos.
Te lo firmo y Te lo cumplo (gobierno eficaz)
La estrategia de Peña Nieto para proyectar la idea de un gobierno eficaz podría ilustrarse de la manera siguiente: anunciar cientos de "compromisos" que, en su mayoría, son obras pequeñas, de bajo costo y de fácil realización. Luego llamar a un notario para que los certifique. Finalmente, inaugurar cada una de éstas y encargarse de que cada acto inauguración reciba una excelente difusión mediática mediante infomerciales, es decir, información pagada que es presentada con el formato propio de una noticia,
Fue una buena carta de campaña, opina Jesús Silva-Herzog. Se trataba de compromisos bastante simples y concretos, donde los beneficiarios son habitantes muy específicos en distintas comunidades.
El ingrediente que le ha dado "seriedad" a este proceso, abunda, es el acto de firmar ante notario público cada una de sus promesas. Esto generó la impresión de que "asumía con mayor seriedad sus compromisos", lo que le resulta una buena estrategia electoral.
Pero para Helena Varela la pieza clave de esta imagen de gobernante eficaz no radica sólo en los notarios sino en los medios de comunicación, que consolidaron la idea de que los problemas han sido resueltos.
Pero si se pone atención a cada una de sus promesas, si se analizan con cuidado, se descubre que no hay mucho fondo. De hecho, la campaña de Vázquez Mota exhibió que esas obras estaban incompletas, mal hechas, en abandono. El propósito era desacreditar el presunto cumplimiento de muchas de las poco más de 600 obras firmadas ante notario. "Peña Nieto miente", subrayaban los spots de la panista.
La investigadora de la Iberoamericana subraya que el candidato del PRI no hizo propuestas específicas sobre temas realmente importantes, como el crimen organizado, la pobreza o la educación.
"Sus promesas, que son muy generales, no dicen gran cosa si no explica cómo lo va a hacer", cree Helena. Y él no lo hizo. El mensaje que mandó fue: "Yo sí puedo, ya cumplí, fui eficaz y por tanto créanme".
Las redes del PRI en los estados
Hay otro factor que poco se ha destacado y que ayudó a Enrique en su candidatura a neutralizar los efectos negativos de cada uno de los episodios desfavorables que presenció, afirma Helena Varela. "Me refiero a la estructura corporativa, de clientelismo y favoritismo que tiene enraizada el PRI en los estados".
Si a eso se añaden factores como la desmemoria del electorado -que no recuerda lo que fueron 71 años de priismo-, los 12 años de gobiernos panistas y la maquinaria aceitada de un aparato político-electoral en los estados gobernados por el PRI, se tiene un panorama favorable para Peña Nieto.
La estructura priista en los estados se echó a andar y los gobiernos locales destinaron abundantes recursos materiales y financieros del erario a apoyar y mantener la maquinaria.
Los académicos destacan las denuncias de irregularidades por todo el país por el gasto y el desvío de recursos públicos en estados como Veracruz, estado de México, Durango, Nuevo León, entre otras entidades, en las que se recurrió a masivas entregas de despensas, tarjetas prepagadas y materiales de todo tipo para tratar de cooptar el voto.
Una campaña sin grandes riesgos
A diferencia de sus adversarios, Peña Nieto no tuvo que arriesgar demasiado. Los más de 20 puntos de ventaja conque arrancó fueron suficientes para que se centrara en reuniones con los militantes del PRI, en lugares llenos, con elogios asegurados, sin necesidad de aparecer en espacios críticos.
El único espacio no controlado a donde aceptó ir fue a la reunión de la Iberoamericana y resultó muy costoso. Así que aprendió bien la elección y después de ese incidente, volvió a los espacios controlados. "Ya no aceptó ir al debate organizado por el #YoSoy132", recuerda Helena Varela.
En resumen, concluye, fue una campaña relativamente fácil y poco complicada. El candidato del PRI recibió un apoyo ilimitado, muchas veces ilegalmente, de los gobernadores y de la estructura del priismo en todo el país.
Por el contrario, ejemplifica Varela, sus adversarios tuvieron que arriesgar un poquito más; cada uno de ellos no sólo tenía que competir contra Peña Nieto, sino contra el otro.
La campaña de Peña Nieto se distinguió por el respaldo de su propio partido, dice la politóloga. "Todo mundo quería estar en lo que veían como un carro ganador", intuye. En cambio Josefina fue una candidata que en determinados momentos estuvo muy sola. "Le faltaron apoyos internos y se notó".
Jesús Silva-Herzog percibe que la clave de Peña Nieto fue haber hecho una campaña muy disciplinada que siguió con pulcritud una estrategia inicialmente bien trazada. "Siempre llevó el mismo mensaje y no se apartó de ese guión a pesar de que naturalmente su tendencia fue a la baja".
En Andrés Manuel el politólogo del ITAM aprecia una campaña exitosa ("a pesar de lo que digan, fue capaz de limar la animosidad que había en su contra y atraer votantes de clase media"), con una estrategia inteligente, pero con una contradicción muy profunda en su discurso, "entre el amoroso y el que descalifica el proceso electoral".
Josefina también cayó en una contradicción, pues pidió el voto de la continuidad, pero los electores nunca entendieron si quería cambio ocontinuidad.
El eje de la elección 2012 fue el rechazo al gobierno del PAN. Y Peña Nieto fue la alternativa porque no fue un candidato radical, anti institucional, como López Obrador que no reconoció nunca a Felipe Calderón como Presidente.
El candidato del PRI contó además con otro elemento en su favor: él representó el voto de rechazo al PAN. "Así que, concluye Silva-Herzog, el beneficiario del voto de castigo a Felipe Calderón fue Peña Nieto. Esa fue su gran ventaja".
Así que si nada extraordinario ocurre atestiguaremos el regreso del PRI a la Presidencia de la República. Apenas 12 años después de que los ciudadanos se lo quitaron, aunque quizá lo más cercano a la realidad sea lo que el mismo Enrique Peña Nieto dijo ya al final de la campaña: "El PRI nunca se fue".