La voz que nos habla al oído
Ese ente que nos previene, nos juzga o nos hace compañía en la soledad
Entre las cosas más extrañas que me pasaron este mes, hubo una oferta de ”trabajo” que recibí en una feria del empleo.
Caminaba por los pasillos cuando una chica bien vestida me dijo Hola, cómo estás, soy X (extiende su mano) mucho gusto. Le devolví el saludo y sonreí. Trabajo para el licenciado Villarreal -prosiguió- que es director en una de las empresas que están ofertando vacantes. Ajá. Quiere platicar contigo, no es algo laboral, es más bien personal, pero igual hay remuneración. Sí sabes a lo que me refiero ¿verdad? -amplió la sonrisa- ¿Me acompañas?
Intenté darle sentido al eufemismo que me había planteado, luego recurrí a mi voz interior para formular unas preguntas: ¿Acaso el licenciado viene a estos lugares a cazar caballeros que buscan ingresos, o simplemente aprovechó su posición de poder para conseguir este tipo de cosas? ¿Soy su primera opción, o ante el rechazo de otros ha decidido bajar sus estándares? (Sí, mi voz interior tiende a ser muy severa conmigo) ¿Y la chica? ¿Aceptó este tipo de trabajo o más bien terminó haciéndolo por exigencias de su jefe? ¿Por qué el licenciado se escuda en una mujer en lugar de hacer las propuestas él mismo? ¿Quiere evitar una posible respuesta agresiva?
Qué mal que se maneje de esa forma entre personas que quieren ganarse la vida decentemente.
-Oye, esa también es una manera decente de ganarse la vida, no seas mojigato (reclamó mi voz interior).
-Bueno, sí, quizá lo expresé de forma equivocada, pero qué le hace pensar que yo voy a aceptar esa clase de “trabajo”. Ganas me dan de acompañar a la chica para ver al licenciado y gritarle el precio.
-Tranquilo, está haciendo su lucha para encontrar a alguien que acepte el intercambio de servicios. Además, ese tipo de oportunidad se da a los chamacos que tienen 10 años menos que tú. Deberías verlo como un cumplido, caray.
-Si quieres piénsalo, y en un momento más te busco-dice la chica-. Casi olvidé que la tenía enfrente por estar metido en mis cavilaciones. Ha de haber pensado que estaba analizando la propuesta, qué vergüenza.
-No, gracias, estoy buscando otras opciones-respondí-.
La chica se alejó con una sonrisa. Poco después, antes de irme, la vi acompañada de un joven que había mordido el anzuelo: tendría poco más de veinte años y era bien parecido. Sentí un alivio al saber que el licenciado no había bajado sus estándares y me colocaba hombro con hombro con ese chamaco.
-Huy, qué pena sentirse validado por los gustos de un viejo rabo verde...
-Me estás diciendo que lo vea como un cumplido ¿no? De perdido dame la oportunidad de regodearme en algo tan superficial como la apariencia física.
-Si eso te sirve de consuelo, adelante.
Les digo: mi voz interior tiende a ser bastante severa conmigo.
P.D. No encontré trabajo en esa ocasión, por cierto.
Encuesta Vanguardia
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