Porque a las madres saltillenses no se les regatea el amor, cueste lo que cueste
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Por toda la ciudad, al recorrerla, se podían ver innumerables muestras de cariño a la madre
Celebrar a la madre para los saltillenses en particular y los mexicanos en general, es una tradición que religiosamente se cumple cada 10 de mayo.
Si hemos de dar crédito a la información que corre, se eligió el 10 porque allá por 1922, cuando se oficializó el día, se solía pagar cada decena, y fue mayo por ser el mes de la Virgen.
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Hay sin embargo alguna discrepancia, porque también el Gobierno de México pone en Oaxaca, en 1913, el año del primer festejo a la madre.
Fechas, motivos o razones aparte, lo realmente importante es que a la madre no se le regatean cariños ni muestras de afecto.
Agradecer sus desvelos y preocupaciones, muchos de los cuales solo imaginamos, porque de los primeros años de nuestra vida casi no sabemos nada, no se pagan con cualquiera cosa, aunque paradójicamente, para nuestra madre no hace falta mucho más que un beso y vernos sanos para sentirse aliviadas.
Pero a muchos un beso les parece poca cosa y buscan darle algo más, por eso abarrotan florerías, centros comerciales desde días antes o restaurantes el mismo 10 de mayo, para mostrar lo agradecidos que están, y así pueden pasar horas en filas para comer, o largo tiempo armando un arreglo floral o eligiendo el perfume, la blusa o los zapatos que esperan les despierte una sonrisa y el “gracias” que les diga que acertaron con el obsequio.
Y después será pasar un tiempo juntos y luego despedirse y esperar que el año siguiente sea igual de bueno y atesorar el recuerdo que cada madre podrá traer a la memoria con esos zapatos, esa blusa, ese perfume que recibió y la charla mientras comían en el restaurante que ahí seguirá, como prueba de lo que la quieren, porque como se dice, “solo podemos dar el amor, del cual todas las cosas son solo símbolos”.