Un capítulo más
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Con soles brillantes y vientos de sierra helada.
El otoño multifacético sigue exhibiendo su virtuosidad climática. Las cuatro estaciones hacen su paseo por la avenida de las 24 horas, cuando el invierno migrante ya dice “aquí estoy” y no hay muro ni alambrada ni gases lacrimógenos que lo detengan.
Y luego un tímido temblorcillo de 4.1 grados, con la sonrisa de Richter. Sólo vino a tumbar una barda vieja y a agrietar casas pueblerinas en tierra coahuilense. Son estremecimientos telúricos que se equivocan de rumbo y llegan hasta tierras norteñas, emigrando también desde las recias áreas volcánicas del sur.
En estos tiempos en que todo se adelanta. Todavía no llega el lapso Guadalupe-Magos y ya hay pinos en los hogares y en la plaza del mercado, y anda lo navideño colándose por todas partes. Y, antes de la toma de posesión, el mandatario electo sigue presentando sus propuestas, apoyadas por consultas –respondidas por una minoría de uno por ciento– antes que lleguen al Congreso.
Se estremeció la Bolsa y temblaron los bancos cuando se habló de quitar las comisiones infladas. Ahora el susto es porque se habla de una guardia unificada de militares de tierra y mar, preparados para hacerla de policías, cuidando el orden y enfrentando a criminales. Se teme que se recrudezca la guerra, ya en curso y crezca la violencia.
Los más lúcidos y sensatos privilegian el camino de la inteligencia y el de cerrar los canales de circulación financiera ilegal, sin descuidar la solvencia y educación de las nuevas generaciones. Hay un desfile de posibles escenarios y abundan quienes inventan y comentan su maqueta de desastre, de colapso o de resultado fallido.
Los adictos a la estadística ponen la cereza en el pastel de las calamidades, precipitando sondeos que exhiban descenso en aprobación y soñar un futuro “se los dije”. Son tendencias naturales cuando se contempla la pirotecnia de señales y mensajes que tienen variadas traducciones.
En la semana de la recta final se sabe que hay el intento de evitar continuidad de régimen y estrenar actitudes, procedimientos y estrategias, cancelar hábitos viciados y descubrir recursos y posibilidades para quitar diques y dejar circular lo que estaba represado.
Todo se deforma cuando se transforma.
El cirujano plástico sabe que su paciente tiene que pasar por la hinchazón monstruosa para llegar al rostro nuevo que tiene salud y lozanía.
Los familiares piensan que está empeorando el que está viviendo la sana crisis de su transformación. Es la ciudadanía el agente más importante en esta gestación y en este alumbramiento en que se quiere desterrar lo pésimo para que amanezca lo mejor por encima de ideologías y partidarismos...