TLCAN 2.0, ¿es ya un hecho consumado?
COMPARTIR
TEMAS
La noticia de la semana es, a no dudarlo, el anuncio realizado anoche en forma conjunta por las representaciones de Estados Unidos y Canadá, en el sentido de haber alcanzado un acuerdo para que este último país se sume al pacto alcanzado previamente por México y nuestros vecinos del norte para “modernizar” el TLCAN.
Poco importa en este sentido el nombre “oficial” que vaya a dársele al nuevo instrumento que regulará el mercado común, construido hace poco más de dos décadas y cuya existencia estuvo en duda por algunas semanas luego de que las negociaciones entre Estados Unidos y Canadá se empantanaran.
Lo importante hoy es que el pacto seguirá siendo trilateral y eso, al menos desde la perspectiva de los múltiples especialistas que han manifestado su opinión al respecto, se considera preferible a la existencia de tres acuerdos bilaterales, razón por la cual debe saludarse el anuncio de ayer.
La celebración, sin embargo, debería ser cauta, pues aún hace falta conocer los detalles finos de lo negociado y el impacto que los nuevos acuerdos tendrán en el sector productivo de los tres países.
Al respecto, conviene recordar que la negociación del acuerdo fue obligada por la postura de la administración Trump, en el sentido de que el TLCAN había resultado “un mal negocio” para los Estados Unidos y por ello preferían darlo por concluido.
También conviene recordar que a la conclusión de las negociaciones entre México y Estados Unidos, el gobierno canadiense advirtió con toda claridad que sólo firmaría un acuerdo que resultara benéfico para sus intereses.
Sería ingenuo pensar que, al final, alguien ha salido con las manos vacías de la mesa de negociaciones, o que las eventuales ventajas que algunas de las partes tenía, en algún apartado específico del acuerdo original, se han mantenido incólumes.
Además es importante tener en cuenta que la negociación es apenas la primera parte del proceso pues, una vez concluida esta, debe procederse a la discusión parlamentaria del acuerdo dado que, más allá del nombre que finalmente adopte, se trata de un tratado internacional cuya entrada en vigor requiere la ratificación del Congreso.
Sobre el particular, valdrá la pena que se proporcione, a la brevedad posible, información relativa al trámite parlamentario que el documento final seguirá en los congresos de los tres países, a fin de tener una idea clara respecto del proceso que deberá seguirse.
Por ello resulta deseable que los detalles del documento puedan conocerse con rapidez, a fin de tener claros los retos que implicarán, en el corto y mediano plazos, las nuevas reglas comerciales a cuya observancia obligará la transformación del TLCAN.
Por lo pronto, sin duda estamos ante una buena noticia cuyo primer impacto no se ha hecho esperar en la forma de una apreciación del peso y el dólar canadiense frente a la moneda de los Estados Unidos.