Tiempo de posadas
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¡Entren santos peregrinos!
Dar posada es un verbo de dimensiones mundiales. Es verbo de conjugación contemporánea. Porque es un número creciente el de multitudes que piden refugio. Huyen de la inseguridad para sus vidas y sus pertenencias. Se fugan del cautiverio de miseria por la pésima distribución de la riqueza. Son expulsados por situación insoportable. Buscan, más allá de las fronteras, una vida digna de suficiencia y bienestar. Piden posada. Ser admitidos en el mundo de la suficiencia.
Sucedió lo mismo hace tiempo en un invierno que se iniciaba en Belén. No había lugar en las hospederías. Los patios centrales estaban llenos de camellos y dromedarios y los portales ocupados ya por los que llegaron primero para el empadronamiento. María y José venían desde Nazareth. Ella estaba próxima a dar a luz. Después de varios intentos, recibían negativas y aceptaron quedarse en una cueva. Estaba siendo desocupada. Cuando salieron las ovejas, el pastor la cedió a aquella pareja. Ellos buscaban con urgencia un refugio y privacidad.
En estos días hay en muchas partes del mundo, cerca de las fronteras, campamentos de los que buscan refugio. Unos son admitidos y otros no. Como acá los centroamericanos. Unos pocos logran pasar legalmente. La mayoría se queda en este País aprovechando oportunidades de trabajo en las maquiladoras y en la industria de la construcción. Otros se resignan a volver a la tierra de donde partieron.
Al llegar encontraron muro, alambradas, ejército armado, helicópteros, repudio y gases lacrimógenos. Los trataron como invasores. Se quiere continuar el muro. Dice Trump que ya se está pagando por las ganancias y ventajas que resultaron para USA en el nuevo tratado de comercio ya aceptado.
Las posadas se celebran en las comunidades parroquiales, en los barrios y vecindades, en colegios y en centros de trabajo. Son verdaderas las que incluyen las imágenes de los peregrinos y los cantos tradicionales. Desde el 16 al 24 de diciembre. Es equivocado celebrarlas antes o llamar posadas a reuniones de comer, beber, regalar y bailar sin ninguna referencia a los peregrinos de Belén.
Eso de “dar posada” es también una actitud. La de no discriminar, no excluir, no rechazar, no despreciar. Es dar la hospitalidad amistosa que comprende las diferencias y se muestra fraterna. Reconoce una paternidad común. No importa color de piel, raza, cultura, fe, nivel social, sexo o edad. Es la actitud que practica la regla de oro común al Islam, judaísmo, cristianismo y humanismo: “trata a los demás como tú quieres ser tratado”, “no hagas a otro lo que no quieras que otros hagan contigo”, “ama a los humanos como te amas a ti mismo”.
En la vida diaria se da posada con la mirada, con el saludo, con la sonrisa, con el respeto, con la atención, con la servicialidad y la generosidad. Es esa hidalguía, nobleza y generosidad de espíritu con que, en las posadas de Castilla, se recibía a los caminantes, después de sus largas andanzas... Cerca de la Navidad se vive la esperanza de ser algún día recibido en la posada celestial por haberla dado a muchos en el paso de la vida…