Su San Martín se le llegará, como a cada puerco
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El Quijote II, 62
Cuando el caballero manchego estuvo en Barcelona, sucedió “que yendo por una calle, alzó los ojos don Quijote y vio sobre una puerta, con letras grandes: ‘Aquí se imprimen libros’, de lo que se contentó mucho, porque hasta entonces no había visto imprenta alguna y deseaba saber cómo fuese”. Recorrió las instalaciones y preguntó a los operarios todo lo relacionado con su oficio de hacer libros.
Al ir recorriendo el taller, don Quijote vio que “estaban corrigiendo otro libro; y preguntando su título le respondieron que se llamaba la Segunda parte del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, compuesta por un tal, vecino de Tordesillas”.
“Yo ya tengo noticia de este libro –dijo don Quijote–, y en verdad y en mi conciencia que pensé que ya estaba quemado y hecho polvos por impertinente; pero su San Martín se le llegará, como a cada puerco”.
El libro cuyo proceso de impresión observó don Quijote fue una edición del Quijote apócrifo, cuyo autor se identificó con el seudónimo Alonso Fernández de Avellaneda, casi seguramente Ginés de Pasamonte en la realidad, cuya publicación molestó mucho a don Miguel de Cervantes, por eso puso en boca de don Quijote que “su San Martín se le llagará, como a cada puerco”.
El refrán hace alusión a la costumbre que se tiene en los pueblos españoles de sacrificar a los cerdos el día de San Martín, que es hoy 11 de noviembre, para celebrar las fiestas del Santo.
El dicho pretende dar a entender que al final todo lo malo, nefasto o perverso recibe su castigo.