Rosa Barocio: ‘Hay que honrar lo que sienten los niños’
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En el marco del programa ‘Creciendo Juntos’, en el que el Colegio Harmony vincula a padres de familia con la educación de sus hijos, se realizó la conferencia ‘Ni Muy Muy, Ni Tan Tan. Cómo Educar con Equilibrio’, de Rosa Barocio
Quienes somos padres sabemos que la crianza no es tarea sencilla y por eso contar con herramientas que te ayuden en el proceso es algo que siempre se agradece.
La noche del 5 de septiembre, en Villa Ferré, se llevó a cabo la plática "Ni Muy Muy, Ni Tan Tan. Cómo Educar con Equilibrio", que impartió Rosa Barocio, maestra con más de 30 años de experiencia de trabajo con niños, capacitación de maestros y orientación de padres; madre de dos hijos y autora de 6 best sellers que versan en general sobre la disciplina con amor.
Barocio estuvo en la ciudad gracias a la invitación del Colegio Harmony, que dentro del programa "Creciendo Juntos" la invitó para impartir la conferencia a padres de familia.
El propósito de la plática de Barocio era evidenciar la necesidad que tenemos los padres de aprender a educar en equilibrio y para esto utilizó gran cantidad de ejemplos cotidianos que despertaron las risas de los padres presentes al verse reflejados.
Comentó que es común que quienes son -somos- padres quieran romper con los moldes de educación autoritaria que vivieron y muchas se van hacia el otro extremo, es decir, al de la permisividad. Y el reto está en encontrar el equilibrio. En poner límites a nuestros hijos sin lastimar.
"Muchas personas que fueron lastimadas por esos padres duros y severos, ahora que tienen sus familias, muchos dijeron 'no sé bien cómo voy a educar a mis hijos, lo que sí sé es que no quiero repetir lo que mis padres hicieron conmigo'", comentó al inicio. Y describió como luego pasamos al polo opuesto.
Antes los padres no tenían ni que decirnos nada, con una mirada de ellos sabíamos que teníamos que sentarnos, o guardar silencio. Y ahora pensamos, 'mi hijo tiene una vida emocional, no quiero lastimarlo ni traumarlo'. Y con estas buenas intenciones, a veces perdemos el sentido de autoridad.
Lo importante ahora es educar de manera consciente, saber que nosotros somos los adultos y que nuestro papel es guiar a los pequeños. Por eso es fundamental que a la hora de establecer límites empaticemos con ellos.
"Entiendo que estés molesto porque no vas a ir a la fiesta, pero como no va a haber ningún adulto, no puedes ir", "entiendo tu enojo porque no te gusta esta materia, pero a veces tenemos que hacer trabajos que no nos gustan", en ambos ejemplos reconocemos tanto las emociones que están sintiendo nuestros hijos y al decirles que lo entendemos, empatizamos.
Y reconocer las emociones, verbalizarlas, les ayuda a que aprendan a validarlas. Y en este sentido, es básico que nosotros, en tanto padres y adultos también reconozcamos cómo nos sentimos.
De manera que si mi hijo me pregunta, 'mamá, estás triste', y yo con un nudo en la garganta le respondo que no, el niño aprende que no debe decir cómo se siente. Por eso uno debe predicar con el ejemplo. 'Sí, estoy triste, ahora no puedo hablar de eso, pero si me das un rato, más tarde platicamos'. Así el niño reconoce que la tristeza es una de las emociones que debe atravesar, y pasa, la vida sigue.
"Vamos a poner límites que no lastimen, vamos a poner límites que permitan a ese niños ubicarse en la sociedad y aprender a vivir". Los límites son necesarios, de modo que hay que ponerlos para que los niños se protejan de sí mismos, "No, no te acerques a la estufa".
Aunque también para proteger a los demás, "estás furiosa, pero no me puedes escupir". Y también para proteger el medio ambiente, "está enojado, pero no le puedes pegar al perro". Y así poco a poco le vamos ayudando a madurar.
Los niños requieren límites para adaptarse a su entorno y a tener una visión real del mundo y de la sociedad a la que pertenecen.
Una vez que los niños aprenden a atravesar por la frustración, el enojo, la impotencia y finalmente, se tranquilizan, pero deben vivir cada paso y nosotros como padres, acompañarlos.
"'Entiendo que estés muy enojado', ese entiendo empieza con E de empatía, quiere decir se vale enojarse, se valen todas las emociones. Se vale sentir miedo, se vale sentir tristeza. Hay que darle un lugar, hay que honrar lo que el niño está sintiendo para que conecte con la parte emocional", reiteró la conferencista.
La conclusión es que es el ejemplo la herramienta que mejor funciona. El ejemplo en tolerancia con la ideas, opiniones y creencias de los demás; el ejemplo en respeto por personas, animales y medio ambiente; el ejemplo en responsabilidad con nuestras tareas y obligaciones; el ejemplo en libertad como la facultad que permite al ser humano tomar decisiones y actuar según su inteligencia y voluntad. Y ademas en la medida en que enseñamos a nuestros -y somos coherentes- a validar emociones, educamos a hijos resilientes y ese es el mejor regalo que se les puede dar para su vida.