Relevo de clase política
COMPARTIR
TEMAS
Si Morena y su virtual Presidente no quieren encarnar más de lo mismo necesitan corregir su proceder, enderezar el camino y cumplir a cabalidad sus promesas
Coahuila junto con Estado de México, Hidalgo, Colima y Campeche son los únicos estados de l País donde siempre ha gobernado el PRI; en 89 años no han conocido la alternancia.
De hecho el priismo en Coahuila sigue siendo tan fuerte (aunque en la elección para gobernador en 2017 ganó con menos del 3 por ciento de diferencia frente al PAN) que Saltillo fue la única de 26 capitales de los estados que estuvieron en juego en México, en dónde el tricolor ganó.
Sin embargo en los pasados comicios en que Morena arrasó como tsunami gran parte del territorio mexicano, el tricolor se impuso también en Ramos Arizpe y Arteaga.
Así lo dispuso la mayoría en las urnas el pasado 1 de julio. Empero, los votantes coahuilenses también decidieron que el Presidente de la República fuera el abanderado de la coalición encabezada por Morena, Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador.
De paso también la mayoría eligió como sus senadores a los morenistas Armando Guadiana y Eva Galaz, y dispuso que cinco legisladores de la misma agrupación los representara en San Lázaro.
En cuatro municipios: Parras, Piedras Negras, Francisco I. Madero y Matamoros se impuso también Morena.
En tanto que, de acuerdo con los líderes del partido en la entidad, tendrán regidores en cada uno de los 32 municipios donde buscaron alcaldías.
Ahora bien, ¿son todos estos políticos la cara opuesta o totalmente diferentes a los priistas y panistas que por hoy ostentan diversos cargos de elección popular en el estado y en el país en general?
En apariencia al menos son de ideologías diferentes.
Es cierto, algunos de los integrantes de Morena y de los candidatos que obtuvieron puestos de elección popular son gente nueva en la política, pero otros son políticos que, al igual que AMLO han militado en diversas fuerzas partidistas y han ejercido mandatos o responsabilidades en áreas municipales, legislativas o administrativas.
Algunos, como López Obrador tienen sus claroscuros, pero, reiteramos, han sido electos por la mayoría, y en algunos casos habrán de ser designados en puestos gubernamentales federales por el virtual presidente electo.
Todo indica que a final de cuentas, el electorado votó por un cambio de timón en la forma en que había sido gobernado México por el PRI y por el PAN. En ese sentido los números en las urnas son incuestionables.
Andrés Manuel López Obrador, tras 12 años de campaña, logró capitalizar el voto mayoritario al tercer intento, bajo la promesa de concretar en México la Cuarta Transformación.
Y hoy, a tres semanas de su triunfo y ante los primeros pasos que da, la opinión pública, los analistas, la próxima oposición a la que aplastó, sus detractores y críticos que los fiscalizarán día tras día, ya evidencian sus desaciertos e irregularidades.
Era de esperarse. Obrador y su estructura, que se inserta como la “nueva” clase política ha levantado sospechas por la forma en que manejó el fideicomiso para los damnificados, por lo pronto tiene una multa por 196 millones de pesos; y han incurrido en mentiras como la oficialización de la participación del Papa en el proceso de pacificación en México y el presunto acercamiento con el EZLN.
Si Morena y su virtual Presidente no quieren encarnar más de lo mismo necesitan corregir su proceder, enderezar el camino y cumplir a cabalidad sus promesas. Porque desde el amanecer del 2 de julio todos están y estarán bajo lupa.