Queridos jóvenes
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Contra lo que pudiera pensarse, la percepción que tiene la juventud mexicana de la democracia, es importante. Se trata de una generación nacida durante el período de transformación –inacabada, muy inacabada– del sistema político mexicano. Estos muchachos tienen valores y tendencias ideológicas diferentes a las de sus padres.
En cada época se presentan distintas necesidades y problemáticas a solventar que dependen a diferencia de otros tiempos de la situación global en los diferentes ámbitos del quehacer humano, como son el social, el cultural y el económico. Los principales problemas a los que se enfrenta la juventud de hoy en nuestro continente, y México no es la excepción, son la violencia, el acceso a la educación y la falta de oportunidades laborales. La inseguridad y los riesgos del mundo actual signados por la incertidumbre laboral y la violencia social existente incuban además una estremecedora desesperanza, que se convierte en obstáculo a la hora de enfrentar la realidad de la vida cotidiana. En un estudio realizado por la UNAM, los muchachos fueron enfáticos al señalar como una carga muy pesada en sus vidas, los conflictos familiares, su insuficiente preparación y la escasez de recursos económicos.
Para entender esto es relevante subrayar que su manera de socializar, sus relaciones y su visión del presente y del futuro son bien distintas de las de sus progenitores. Los jóvenes de ahora son el sector más tolerante de la sociedad mexicana. Las preferencias sexuales no les escandalizan, los tienen muy sin cuidado las diferencias religiosas y étnicas y por supuesto las políticas, y respetan en mayor medida a los grupos marginados. Por eso el desencanto temprano y el rechazo al comportamiento del mundo de los adultos. Ven además una sociedad que no es pródiga en la generación de oportunidades para ellos.
Verbi gratia, el acceso a la educación es bien complicado y para la superior, para muchos de ellos, es casi imposible. Solo 3 de cada 10 jóvenes entre los 18 y los 22 años tienen la posibilidad de asistir a la universidad, lo que representa, sin duda, un problema de desarrollo para el País. Millones quedan excluidos del sistema educativo superior, la mayor de las veces por cuestiones de marginación o problemas económicos, y esto es sin duda motivo de preocupación para ellos, y debiera serlo más, pero mucho más, para el Estado, que tiene la obligación de garantizar que hombres y mujeres tengan acceso por igual a la educación de todos los niveles. De ahí la relevancia de establecer acciones afirmativas destinadas a prevenir o compensar situaciones de desventajas o dificultades de grupos vulnerables, con el fin de asegurar su permanencia en el sistema educativo. En los países en los que se ha invertido en educación cambia la vida del mismo, para bien. Educarse es elemental, básico, determinante para que una nación sea exitosa. Asimismo, recuperar el papel de la educación en la formación cívica de la sociedad es imperativo insoslayable. Es esencial educar para la democracia, sólo así los jóvenes tendrán un pensamiento crítico propositivo sustentado en valores democráticos y entenderán la relevancia de una participación política informada, los alcances de ir a votar y las consecuencias de no hacerlo. Sin este pensamiento crítico seguirán siendo ignorados y presas de la manipulación mediática que sólo les distrae y les impone ideas y actitudes superfluas e intrascendentes. Para desarrollar este pensamiento crítico tienen que observar la realidad, interesarse en ella, porque es la manera más directa y objetiva de entender y desarrollar una política distinta a la que hemos tenido hasta ahora. Tienen que aprender a ver la realidad tal cual, no la que les pintan los medios masivos de comunicación. La opinión que tiene la juventud mexicana sobre la política es esta: al 52% le interesa poco o nada, al 48% mucho o algo. Entre las razones del bajo interés, el 43% dijo que es porque los políticos son deshonestos, el 32% señala que de plano no le interesa, y 13% porque no la entiende. Y si a esto le suma que no se sienten parte de la sociedad en la que viven, pues estamos aviados.
Este es el desafío que tenemos que enfrentar y superar. Los jóvenes son el sector más grande de la población de nuestro País. Es inaplazable la revisión a la reforma educativa, no para echarla abajo como propone López Obrador, sino “para modificar la planeación, distribución y ejecución de los recursos que aseguren la puesta en marcha de un sistema educativo que privilegie el acceso, la permanencia, la calidad y la participación del aprendizaje de los alumnos”. Esto lo han dicho con toda claridad los académicos y expertos del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), una organización civil, apartidista, dedicada al análisis formal y a la investigación.