¿Puede la fe frenar los casos de suicidio?
Aunque hay factores que podrían evitarlo, especialistas revelan diversas causas del problema
El lunes pasado, que debió ser un festivo Día del Niño, en la zona metropolitana de Saltillo se rebasó un récord que ni siquiera debería existir: se consumó el suicidio 33 en los primeros cuatro meses de 2018, cuando en el mismo lapso de 2017 sumaron 29.
El horror particular del caso del 30 de abril –un padre de familia degolló a su hijo de ocho años, para luego quitarse la vida él mismo– evidentemente conmocionó a los saltillenses, pero también se ha vuelto un grito social que exige aprender a revalorar la vida.
Decía Albert Camus que la pregunta por el suicidio es el cuestionamiento más importante de la Filosofía, ya que es el interrogante por el sentido de la vida. El suicidio es una realidad que se esconde, de la que no se habla…
Pero eso, Aaron Kheriaty, autor de “The Catholic Guide to Depression” (“La Guía Católica Para la Depresión”), cuestiona: “¿Hay soluciones para este problema del incremento en los suicidios?”
“Claro que sí”, asevera, pero aunque para ese escritor es quizá natural que la primera solución que le venga a la mente sea una respuesta religiosa, no se queda ahí.
“La fe, las convicciones o las prácticas religiosas desde luego no inmunizan o vacunan a una persona contra el suicidio”, afirma el especialista.
Todavía falta mucho qué investigar sobre la innegable alza de suicidios, más en algunas ciudades y países que en otros, pero expertos sugieren que la razón del problema estaría en la ruptura de la cohesión social, la familia y la fe.
Y aunque existen algunos “factores biológicos fijos que predisponen” al suicidio, lo cierto es que no han cambiado desde que se comenzaron a relacionar los estudios en la materia, “así que tiene que haber alguna otra influencia que explique este aumento”, deduce Kheriaty.
Especialmente importante es el aumento de suicidios entre jóvenes y preadolescentes. Kheriaty, profesor clínico asociado de psiquiatría y director del Programa de Ética Médica en la Irvine School of Medicine de la Universidad de California, señaló que hay ideas sobre dónde empezar a buscar.
“Sabemos que muchos de los factores de riesgo para el suicidio no son estos determinantes biológicos fijos e innatos”, afirmó, “son influencias culturales, sociales y medioambientales”.
Aislamiento
Los factores que provoquen que las personas tengan menos vínculos sociales o que queden alienadas o aisladas podrían suponer un aumento en el riesgo de suicidio.
“Sabemos que las personas divorciadas, viudas o las que nunca se han casado tienen un riesgo significativamente más alto de suicidio”, ejemplificó.
Al respecto, un sociólogo, Robert Putnam, y un politólogo, Charles Murray, destacaron que los lazos sociales se debilitan, y que las personas tienden a tener cada vez menos y más débiles vínculos con la familia, los amigos e instituciones mediadoras, como Iglesias y grupos cívicos.
Debate abierto
Por su parte, las redes sociales, que supuestamente deberían acercar a las personas, mantienen el debate abierto sobre si está teniendo éxito a la hora de generar cohesión. Sin embargo, lo que sí parecen estar haciendo es facilitar una mentalidad de suicidio en ciertos sectores.
“¿Hasta qué punto hay información disponible en internet sobre cómo poner fin a la vida de uno mismo, facilitada por las sociedades del derecho a morir y el movimiento por el suicidio asistido y la eutanasia?”, reflexiona Kheriaty.
Habrá que estudiar más si personas de grupos de riesgo; es decir, que padecen depresión, trastornos de personalidad u otra enfermedad mental, ven cómo se agrava su situación navegando en internet y conectándose con personas con inclinación al suicidio y lo ven como solución a problemas.
Factores religiosos
Respecto al factor protector que podría explicar cómo la fe religiosa ayuda al individuo de las tendencias suicidas, se identifican tres:
> Ser miembro de una comunidad religiosa ofrece apoyo social.
> La convicción sobre la inmoralidad del suicidio tiene un papel protector.
> La fe aporta una esperanza trascendente que ayuda a ver los problemas como pasajeros.