PAN Demonium
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Pan Demonium, lo contrario a Pan Teismo. En vez de muchos dioses, son muchos demonios. O también: la congregación de demonios. PAN Demonium es el nefasto resultado del trayecto recorrido desde la creación de la Santísima Trinidad hasta el patético tiro de Gracia que recién intentaron asestar a la democracia.
Merecían ya, a raíz de la elección presidencial, ser fustigados por la disfuncionalidad del PAN. Me carcomían las ganas de restregarles a los mandamases sus fallas, fracasos y falsos liderazgos; sus autoridades chicharroneras. Todas esas condenas se quedaron cortas frente a lo ocurrido en la última semana. Rebasaron –negativamente– todo lo imaginable.
Lo que diga del PAN será eufemismo. De pronto, los hechos descarnados apabullan al milagro del lenguaje. Se atrevieron a exigir la nulidad de una elección que los rechazó; y por poco la obtienen.
No es grato fusilar a la institución que fue crisol de esperanza. Mi justificación es que obtuvimos la última pieza del rompecabezas, la que da congruencia al resto de la imagen. No es el PRI, sino el PAN ardiendo en el infierno. En San Pedro nos ofende mucho más un persignado hipócrita que un criminal.
Me siento lastimado como por una esquirla de bala que rebota. El PAN de San Pedro, que me eligió su presidente en 1991, el que estrenó la alternancia en 1962 cuando mi padre fue gobernador, el PAN ubicado en el municipio modelo (que ayudé a construir), el PAN que una vez empoderado se reeligió por más de treinta años, ese PAN portaestandarte del panismo de pronto se remueve el maquillaje y muestra un rostro necrosado por una descarnada ambición de poder.
Muy tarde llegó el arrepentimiento a los dirigentes. Casi logran anular la elección en San Pedro. El daño ya estaba hecho y la condena popular es aplastante. Hervido en perol de auto-complacencia quedó un PAN duro como piedra, seco como desierto y tan venenoso como polvo de antrax.
PAN Demonium (mi artículo) es un réquiem para el PAN y condena para los demonios sueltos que lo habitan. Unos pocos son los manipuladores, otros muchos los manipulados. Unos por chuecos, otros por encubridores. En su trayecto al infierno, se llevaron entre las pezuñas el apellido Clouthier. ¿O no?
No es pequeña la hazaña. El PAN de San Pedro arrojó a Tatiana de su seno. Ella reapareció recargada en el hombro del enemigo mortal de los valores panistas.
Y luego las cúpulas postularon a Rebeca para tratar de amainar las llamaradas de indignación sampetrina contra Mauricio. Ella impugnó la elección. Así se las ingeniaron para antagonizar el buen recuerdo del mártir “Maquío” con los actos de sus hijas.
Las imágenes me caen del cielo… como un piano en la cabeza. Ahora comprendo todo. La antidemocracia de la “Santísima Trinidad” generó el fenómeno “Bronco”. Este pacto malsano entre el PAN de San Pedro y el PAN de San Nicolás también auspició el triunfo de Miguel Treviño. Cuando el bien transige, el mal lo devora.
Expulsaron a docenas para despejarse el paso. Cundió la litigiosidad interna. Adoptaron el dedazo disfrazado y la corrupción modus operandi. Encubrieron corrupciones como legítima defensa.
Agreguemos el sometimiento a las rabietas de Calderón, el alabo a las chiflazones de Margarita, la postulación del joven encubridor de moches y las alianzas non-santas con aborteros. La conspiración para anular San Pedro fue una acción refleja, instintiva, condicionada como la salivación de los perros de Pavlov.
La falsa paz Panista contaminó al estado y luego al País. El mal ejemplo cundió triunfante, subsidiado con nuestros impuestos. Los falsos líderes se hicieron imparables hasta que se intoxicaron de exceso. Al inicio, el San Pedro al frente de lo bueno; ahora, con la nulidad, la evidencia de la ruina moral.
El PAN Demonium requiere ser exorcisado. Sin embargo, el nieto de Gómez Morín simboliza la cerrazón dogmática que energizó a los hambrientos de poder, y estos mafiosos compiten por la dirigencia capitaneados por un tal Marko Cortés, apoyado por Víctor Fuentes. Los pocos panistas claridosos remanentes podrían ser expulsados. Para el PAN demoniun quizá ni la refundación traería salvación.
javierlivas@prodigy.net.mx