No al turismo de contrastes
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Aunque pudiera parecer un lugar común el turismo en cuanto a su importancia en el contexto de las actividades económicas de México; no hay que olvidar que realmente es una llave maestra para la reconversión económica de las comunidades que, sin ser un destino turístico consolidado, son receptoras de visitantes que muy bien podrían pernoctar una o dos noches en su territorio, me refiero a los Pueblos Mágicos.
Revisando estadísticas de la Coneval, resulta que 110 de los 121 Pueblos Mágicos tienen un índice de pobreza que va del 35 hasta el 80 por ciento. Significa que aunque estos pueblos tienen un distintivo por sus atractivos extraordinarios aún no se ha redistribuido el ingreso proveniente del turismo en la base de la pirámide social, lo que resulta muy preocupante porque aunque sólo 20 de los Pueblos Mágicos podrían transitar en este momento hacia su consolidación como destinos turísticos, los restantes significan la posibilidad de elevar la calidad de vida de sus poblaciones si se construyeran capacidades en los prestadores de servicios y se multiplicaran los microemprendimientos de servicios encadenados a la cadena de suministros.
¿Cómo es esto? Por ejemplo, en el Pueblo Mágico de Bustamante, Nuevo León, en donde el índice de pobreza es del 37 por ciento, hay personas que cuentan con experiencia y conocimientos sobre oficios vinculados al turismo como la producción de pan, de adobe, de vino-mezcal, de artesanías de barro y madera, de dulces típicos, entre otros. Pero las personas que cito no están produciendo nada de lo que saben hacer y se subemplean en otros trabajos. Si hubiera un fondo común a manera de cooperativa para desarrollar sus propios negocios, bien pudieran ser de gran utilidad a la cadena de valor de las actividades turísticas del pueblo, y eso abonaría a la redistribución del ingreso entre los pobres del pueblo y así no provocar un turismo de contrastes.
De las nuevas autoridades federales de turismo aún no se conoce con certidumbre las líneas de actuación particulares en las que se enfocarán. Todos sabemos del proyecto del Tren Maya y que disminuirá el gasto en promoción de los destinos turísticos, aunque hay algunos como el puerto de Acapulco que son insalvables.
En una charla sobre temas turísticos que sostuve en la Ciudad de México con expertos, lo que se buscará evitar es un turismo de contrastes en las que cerca de grandes “catedrales de cristal” y emporios turísticos existan comunidades en pobreza en las que habitan los trabajadores que luego de laborar en sitios climatizados de hoteles gran turismo llegan a sus casas a dormir sobre piso de tierra. Es el caso de emprendimientos turísticos en Los Cabos y en La Paz, en Baja California Sur.
Por ello debe cuidarse mucho lo que se emprenda en los Pueblos Mágicos, primordialmente se debe empoderar a la población para que no los corran “a billetazos” de sus casas, y para que tengan conciencia del trabajo que tienen que hacer para ser ellos los principales beneficiarios del turismo, ya sea preparando sus viviendas para recibir huéspedes, ya sea ofreciendo servicio de alimentos tradicionales o simplemente buscando la forma de integrarse con sus talentos y capacidades al lenguaje laboral turístico.
En los Pueblos Mágicos como Bustamante hay que explorar la hotelería rústica, pero con las comodidades que requieren los viajeros millennials, que son los que más están viajando y quienes por cierto no tienen como prioridad acumular bienes sino vivir experiencias.
Lo que no se debe hacer es que se permita crecer la población en pobreza en los Pueblos Mágicos. No basta un diagnóstico que indique porcentajes de pobreza, importa poner manos a la obra. Considero que el gobierno de Andrés Manuel tiene la oportunidad de mostrar su interés por saldar cuentas con los pobres de México y en eso todos los actores sociales y entes económicos debemos colaborar. No a las prácticas de un turismo de contrastes, debe ser una estrategia de acción que incluya a los más pobres.