Muerte y Mitología a 100 años del armístico

Mitos de la Guerra

Ninguno de los grandes conflictos armados de la historia atrae más controversia y genera más mitos que la llamada Gran Guerra de 1914-1918.

Mucho de lo que pensamos que sabemos del conflicto está equivocado. Por ejemplo, para los soldados que lucharon fue, en algunos aspectos, mejor que permanecer en sus casas.

Lo cual nos deja  ‘excepcionalmente ciegos’ ante la realidad de ese conflicto.
Veamos cinco de los mitos que rodean a la Gran Guerra.

Fue la más sangrienta de la historia

Cincuenta años antes de que estallara la Primera Guerra Mundial, el sur de China (Taiping) había sido destrozado por un conflicto aún más sangriento.
Las estimaciones conservadoras del número de muertos en los 14 años de la rebelión de Taiping, se refieren a la muerte de 30 millones de personas.
Mientras que solo 17 millones de soldados y civiles perdieron la vida en la Guerra Europea.

El conflicto 
que nadie ganó

Grandes extensiones de Europa quedaron en ruinas, pero nadie habló de victorias concretas. No obstante, en un obtuso sentido militar, Reino Unido y sus aliados lograron según ellos una victoria convincente.

En efecto,el Ejército alemán colapsó tras una serie de poderosos golpes de los aliados.

Pero la verdad es que Alemania no insistió en mantener una lucha inútil y sin sentido hasta que los aliados llegaran a Berlín, una decisión que salvó innumerables vidas y que sirvió a Alemania para luego para alegar que nunca fue una perdedora. Aunque para muchos el armisticio del 11 de noviembre de 1918 derivó de una rendición alemana.

El tratado de Versalles 
fue benevolente con alemania

El tratado de Versalles confiscó solamente el 10% del territorio de Alemania. Por lo tanto dejó a ese país como la nación más grande y rica de Europa central.
Hacia el final de la Guerra, Alemania fue ocupada, sus fábricas fueron destrozadas y millones de prisioneros fueron forzados a permanecer con sus captores y a trabajar como esclavos.

Versalles no fue un tratado suficientemente duro, pero fue presentado como tal por Hitler, que buscaba crear una ola de sentimientos en contra del acuerdo, que le permitiera impulsar a los alemanes hacia el poder.

 Todo el mundo la odió

Como en cualquier guerra, la Gran Guerra dependió de la suerte.
Muchos soldados que estuvieron en la Guerra, no participaron en ninguna gran ofensiva y la mayor parte del tiempo estaban en mejores condiciones que en su casa.

Los británicos, por ejemplo, comían carne todos los días —un lujo que no se repetía mucho en la vida civil—, tenían cigarrillos, té y ron, y una dieta diaria de más de 4 mil calorías.

Los índices de ausentismo debido a enfermedades, un barómetro importante de la moral de las unidades, se mantuvieron —notablemente— casi iguales que en tiempos de paz.

Muchos jóvenes disfrutaron de salarios garantizados, de una intensa camaradería y de una libertad sexual más grande que en tiempos de paz. (Dan Snow/BBC)

Las tácticas no cambiaron

En 1914, los generales galopaban a caballo a través de los campos de batalla mientras que los soldados se abalanzaban contra el enemigo sin la protección suficiente. Ambas partes estaban armadas solamente con rifles.

De hecho, fue hacia el final del conflicto que se vieron armas de guerra y protecciones mucho más avanzadas o mucho más perfeccionadas.

En efecto, fue hacia el fin de la guerra que aparecieron los cascos de acero y los proyectiles de artillería.

Ahora los soldados estaban armados con lanzallamas, metralletas portátiles y lanzagranadas.

Aviones, que en 1914 habrían sido inimaginablemente sofisticados, ahora surcaban el cielo. Y enormes piezas de artillería disparaban con precisión, usando tan sólo fotos aéreas y matemáticas, para dar en el blanco con un sólo 
disparo.