Mirador 28/11/18
COMPARTIR
TEMAS
Este amigo mío no es amigo de los gatos. A él le gustan los perros.
No niega que el gato es más inteligente que el perro, como lo prueba el hecho de que los perros nos sirven a nosotros, en tanto que nosotros servimos a los gatos.
El perro mira al hombre y dice: “Me cuida. Me da techo. Me alimenta. Debe ser un dios”. El gato mira al hombre y dice: “Me cuida. Me da techo. Me alimenta. Debo ser un dios”.
Tampoco niega mi amigo que el gato tiene más personalidad que el perro. Parece una estatuilla egipcia; posee al mismo tiempo la presencia del leopardo y las languideces de Cleopatra.
Pero mi amigo esgrime un argumento para explicar por qué gusta del perro y no del gato. En los evangelios de Nuestro Señor Jesucristo –dice– se mencionan solamente 32 animales.
Entre ellos figura el perro.
El gato no.
¡Hasta mañana!...