Mirador 15/11/18
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Malbéne, quien suele decir: “Soy teólogo a pesar de mí mismo”, cita en su último artículo para “Iter” un antiguo proverbio castellano: “Noviembre, dichoso mes, que empieza con Todos Santos y acaba con San Andrés”.
Explica: “Eso de ‘Todos Santos’, o ‘Todos los Santos’ no se refiere a los del santoral: San Francisco, San Antonio, San José… Alude a nosotros –a ti, a mí–, que por ser hijos del Padre llevamos en nosotros su misma santidad. Esa santidad no es sólo propia de los hombres. Todas las creaturas la comparten, pues son también hijas de Dios, lo mismo que todas las cosas de la naturaleza. Hay santidad en el grano de polvo y en la estrella; en el gusano y la hormiga; en el bosque y la montaña; en la pequeñez de la flor y en la inmensidad del mar… Todo es santo en el mundo. Si aprendemos a ver esa santidad aprenderemos a ser santos”.
Seguramente los críticos de Malbéne lo acusarán de panteísmo, de incorporar a su doctrina ideas orientalistas. No cabe duda, sin embargo, de que sus textos dan siempre motivos para la reflexión. Reflexionemos.
¡Hasta mañana!...
