¿México en bancarrota?
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Hace una semana hablábamos de cómo la pobreza extrema en el mundo pasó del 60 al 10 por ciento de 1970 a la fecha. En México la pobreza extrema se ha reducido durante las últimas décadas. Sin embargo, pobreza extrema no es la pobreza en general. Existen diversas cifras y estimados de la cantidad de pobres (no extremos) que hay en México. Estudios de la UNAM la ponen en unos 62 millones de personas y aumentando los últimos años; las cifras del Coneval (organismo público) hablan de unos 53 millones, definidos como aquellos ciudadanos que cumplen con al menos una de estas características: a) rezago educativo, b) sin acceso a servicios de salud, c) sin seguridad social, d) carencia en vivienda, e) falta de servicios básicos, f) subalimentados. Es decir, estamos hablando que entre el 40 y 50 por ciento de los mexicanos son pobres y que ese número se ha “nutrido” principalmente por el bajo crecimiento económico del país los últimos 30 años.
Hace unos días se levantó gran controversia porque AMLO declaró que recibía a México en bancarrota. Fiel a su estilo de declaraciones al vuelo y sin mucha explicación, dejó lugar para que muchos, los expertos y no tan expertos, los opositores y los fanáticos, se lanzaran a corregirlo o justificarlo. Estoy de acuerdo con quienes le critican que hablar de un país quebrado puede ser una exageración, ya que el país paga sus deudas y las cifras macroeconómicas no son negativas; es más, comparado a periodos de crisis severas y a otros países que están verdaderamente en ruinas, México vive en jauja relativa. Se ofendieron autoridades financieras, empresarios, economistas e intelectuales de pedigrí. No los culpo, la verdad es que si la clase política mantiene el rumbo de los últimos 30 años, todavía podría hundir el barco un poco más, lo que puede interpretarse como que aún no hemos tocado fondo y que mantenemos la nariz fuera del agua (no nos hemos ahogado). Frente a esos que le critican todo a AMLO están aquellos que le justifican todo. Son una nueva camada de “AMLO-explicadores”. Un arte similar a ese de leer la taza del café turco. El líder es infalible.
En medio, quiero pensar, estamos los que a veces coincidimos con él y a veces no, y que recomendamos a AMLO ser un poco más claro cuando hable de temas sensibles. Pudiera escoger otras palabras, o bien explicarse un poco más y no dejar tanto lugar a dudas.
En este caso, la palabra bancarrota no es la que yo hubiera usado, pero se puede fácilmente justificar –y hasta se queda corta– cuando volteamos a ver los números de la pobreza. ¿De qué le sirven las buenas calificaciones macroeconómicas a esos 50+ millones de pobres? ¿Podemos realmente ignorar a la mitad de los mexicanos que subsiste con penas, mientras tratamos de ganar un debate de si el país está o no en bancarrota? Si fuéramos una familia de 10 miembros, ¿podríamos decir que no estamos en bancarrota si la mitad de nuestra familia no tuviera educación o alimento suficiente o un techo digno o agua potable? Podemos, como siempre, guarecernos en los benditos promedios. El PIB per cápita de México (unos 10 mil dólares) nos pone a media tabla en el mundo. Eso no es estar quebrados, dirían muchos. Yo difiero. Un país que sigue generando pobreza es un país quebrado. Un país que no puede garantizar la seguridad de sus ciudadanos es un Estado fallido. Un país que no tiene Estado de derecho no es siquiera un país. Un país que genera muertos más rápido de lo que los puede resguardar y enterrar no puede vanagloriarse de no estar quebrado.
@josedenigris
josedenigris@yahoo.com