Más vale migaja de rey que merced de señor
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El Quijote I, 39
En la primera parte de El Quijote, publicada en 1605, Cervantes intercaló la historia llamada del Capitán Cautivo, de nombre Ruy Pérez de Viedma, historia que es contada por él mismo.
Dice que su padre, quien vivía en las montañas de León, tenía “fama de rico” y era gran derrochador de su hacienda. Por ello, para proteger a sus tres hijos, todos varones y en edad de poder elegir estado, un día los reúne para comunicarles que ha decidido dividir su patrimonio en cuatro partes, tres para dar “a cada uno lo que le tocare, sin exceder cosa alguna”, y la otra para que el propio padre pueda vivir y sustentarse los días que el cielo le depare. Les dice:
“Hay un refrán en nuestra España, a mi parecer, muy verdadero, como todos lo son, por ser sentencias breves sacados de la luenga y discreta experiencia; y el que yo digo dice: ‘Iglesia o mar, o casa real’, como si más claramente dijera: ‘Quien quisiere valer y ser rico, siga, o la Iglesia, o navegue ejercitando el arte de la mercancía, o entre a servir a los reyes en sus casa’: porque dicen: ‘Más vale migaja de rey que merced de señor’”.
Este refrán aconseja como más conveniente servir al rey, así sea en una posición de bajo rango, que servir aun en un alto cargo a un señor, duque, conde o cualquier otro título que ostente, porque siempre el monarca estará en mejor posibilidad de compensar tales servicios.
Todo parece indicar que Cervantes reformuló este refrán, pues en su tiempo cuantas veces se localiza citado tiene el siguiente enunciado: “Más vale migajas de rey, que zótico (pedazo, porción importante) de caballero”.