Más vale el buen nombre que las muchas riquezas
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El Quijote II, 33En la sabrosísima y extensa plática que Sancho Panza y la Duquesa sostienen, ante la presencia de algunas doncellas de ésta, el escudero le cuenta que don Quijote le dijo haber visto en las profundidades de la cueva de Montesinos “a la misma labradora que Sancho vio a la salida del Toboso, (que) sin duda es Dulcinea, y que andan por aquí los encantadores muy listos y demasiadamente curiosos”.
Sancho le confirma a la Duquesa que en efecto así es. Pero el escudero le pide que no anden sus versiones y opiniones de aquí para allá. “Sancho lo dijo, Sancho lo hizo, Sancho tornó y Sancho volvió”. Es decir, no quiere ser conocido como chismoso y boca suelta. Y agrega: “así que no hay para qué nadie se tome conmigo, y pues que tengo buena fama, y, según oí decir a mi señor, más vale el buen hombre que las muchas riquezas”. Escribe a continuación Cervantes: “Todo cuanto aquí ha dicho el buen Sancho –dijo la duquesa- son sentencia catonianas”.
Con relación a lo anterior, el erudito pastor protestante español don Juan Antonio Monroy comenta lo siguiente:
“De ‘sentencias catonianas’ califica la duquesa el discurso que Sancho termina con la frase (señalada). Ésta, al menos, no pertenece al libro Dísticos de Catón, sino al Eclesiastés, donde escribió Salomón el proverbio que transcribió Cervantes retocando el sentido de su segunda mitad: ‘Mejor es el buen nombre que el oloroso ungüento’ (Eclesiastés 7, 1)”.
LOS REFRANES DEL QUIJOTE
JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA