Las amenazas 1/2
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Días negros. Días negros en mi vida. Imagino son por mala planeación de mi vida, precisamente. No fui a la Feria Internacional del Libro de Jalisco en la última semana de noviembre y primera de diciembre. Es la tercera ocasión en la cual no voy en toda su historia. Y asisto a ella desde su primer año, así de sencillo. Siempre he sido protagónico, o bien vendiendo libros, o bien presentado un autor, leyendo mi poesía (en el stand de Tamaulipas, al verme, pues no dudaron mis amigos escritores en invitarme a la mesa de lectura en año pretérito. De Coahuila no espero nada. Hace años renuncié en vida a ello. Amén de que, jamás me van a invitar por mi posición siempre crítica de las instituciones y el gobierno en turno. Aquí sólo invitan a sus “escritores” e “intelectuales” adocenados. Así funciona el mundo y lo acepto) o bien como reportero, escribiendo sobre su accionar, sus autores y presentaciones. Para mi desgracia, no tuve pesos suficientes para ir esta ocasión.
Pero tampoco pude ir a la ciudad de México a la toma de protesta como Presidente de México, del excrucificado de Andrés Manuel López Obrador, elevado hoy por su corte de claques a Tlatoani de la monarquía de México (eso de República ya pasó de moda merced a todo lo que lo ha rodeado desde su victoria en las urnas desde julio pasado). El Gran Tlatoani AMLO juró el cargo el pasado 1 de diciembre y no fui a su coronación. No tuve pesos para ir. Y es que el sexenio pasado sí fui a la coronación de Enrique Peña Nieto el 1 de diciembre de 2012. Me pasé de Guadalajara a la ciudad de México. Hoy por mi mala planeación financiera, ni lo uno ni lo otro. En aquella ocasión de 2012, escribí un largo texto de reportaje/crónica para las páginas de “Espacio 4” y aquí en VANGUARDIA publiqué una columna titulada “1 de diciembre”. En el par de textos di cuenta que, mientras Peña Nieto juraba el cargo al grito de “¡Peña Presidente!”, en Paseo de la Reforma se arengaba a las masas a la violencia y a desconocer a EPN como Presidente. Se decía que era un “movimiento nacional”, el cual llegaba para desgracia del orador (anduve corriendo en el sainete vaya, con mi cámara fotográfica en el costado), hasta la calle Hamburgo de Zona Rosa. ¿Sabe usted quién arengaba a la masa de palurdos e iletrados…? Andrés Manuel López Obrador. Ese 1 de diciembre el día se levantó violento y bronco.
Gracias a Dios, salí vivo e ileso aquella ocasión. Los disturbios y protestas alcanzaron tal resonancia que el jefe de Gobierno del DF, en ese entonces Marcelo Ebrard (hoy canciller), no dudó en definir aquello como “actos de barbarie” y la “mayor provocación a la ciudad”. Luego diría: “Esto fue diseñado a una escala”. Hoy, Marcelo Ebrard está montado en la aplanadora dictatorial de AMLO. Es cuestión de poder político, no de ética, moral o leyes.
ESQUINA-BAJAN
En ese entonces, le quedaba a Ebrard una pizca de vergüenzas y análisis. Ese día tuvo razón: todo mundo observamos a grupos vestidos de negro quienes armados hasta los dientes, incluyendo bombas molotov, se dedicaban al pillaje, al latrocinio en varios campos de batalla, incluyendo todo Paseo de la Reforma donde me refugié en un restaurante, mientras las huestes de AMLO que bramaban y ladraban en la calle, lo lapidaba en su fachada. Los dueños y personal del lugar, no me dejaron salir a continuar sacando fotografías. Mejor, me quedé a platicar, comer un chamorro a las finas hierbas (el restaurante era argentino) y me bebí dos o tres copas de vino tinto argentino para el susto. Cuando salí del restaurante, aquello era Bagdad luego de un bombardeo de los gringos. Hoy le pido disculpas, señor lector, no tuve dinero para ir a México y platicarle a usted de la toma de protesta del Gran Tlatoani.
Dos noticias le doy hoy: mientras en la ciudad de México a AMLO su corte de abyectos le aplaudían, aquí en Coahuila de los Moreira, se publicitaba como si estuviésemos en 1982 (es increíble la jerga, los mecanismos de “publicidad” y los “medios” escogidos para el mensaje; increíble, igual o peor que en 1982. No hay inteligencia, talento ni imaginación, vaya. Sólo dinero) el 1er Informe del lagunero Miguel Ángel Riquelme. Un informe y accionar del gobernador y su gobierno que ha tenido las tres cualidades del agua: incoloro, inodoro e insípido. Entonces, para redondear las cuentas, va la primera noticia: a partir de hoy, todos los lunes y jueves encontrará usted aquí, enfadosos textos sobre política local y nacional.
Sé que a poca gente les interesa esto, pero es mi deber y obligación presentarlos a su consideración. Y claro, dos: para mi desgracia y de cientos de lectores que hacen favor de leerme, dejo de lado lo importante: la cultura, eso que de verdad nos hacer libres y críticos, la cultura en todas sus manifestaciones. Esto sólo lo estaré abordando en la ya tradicional tertulia de “Café Montaigne” de los sábados.
Esta serie de textos, y para iniciar, los he titulado “Las amenazas”. Y de todo tipo. Van algunas para entrar en materia y pues, no deje de leerme a partir de hoy con este tipo de acercamientos críticos tanto al Gobierno del Estado (donde manda el expanista Fernando Simón Gutiérrez, él es realmente todo en el gabinete hoy: es secretario de Comunicación y Propaganda, es el de Gobernación, es el que da contratos, es el que dicta línea en factor electoral, el que amarra navajas, el que filtra información…) como al Gobierno Federal.
Lea: “Sólo retrógradas y pagados votarían contra proyectos de AMLO”, Citlali Ibáñez Camacho (Yeidckol Polevnsky, pues; pero así se llamaba. En fin, ya le platicaré), dirigente nacional de Morena. “Se puede dictar la desaparición de poderes”, Félix Salgado, senador de Morena. “¿A qué le sacan?” Reyes Flores, “virrey” de AMLO en Coahuila.
LETRAS MINÚSCULAS
Así de cabrón va a estar la cosa con AMLO. No deje de leerme, por favor.