Fiasco ejemplar
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Escándalo histórico. El Gobernador de Chihuahua, Javier Corral, cachó al PRI en tremendo fraude. El precandidato Meade del PRI contraataca y lo llama “traidor y torturador”. La semana afirmé que el Gobierno-PRI era delincuencia organizada. A media semana, Enrique Peña Nieto se puso el saco al defender el atraco. Nuestras leyes no están aptas para salvar a México de tanta mugre acumulada. La legislación electoral será la culpable si se hace una debacle. Eligimos ignorantes, demagodos, o bandidos. Gobernadores como Corral, son la excepción. La lista de fracasos es contundente. No hay precampañas, no se respetan los tiempos. Todo es simulación o disimulo. Se suponía que los generosos subsidios a los partidos evitarían peculados para financiar campañas. Pues nadie le avisó al PRI. Y vaya que lo de Chihuahua 2016 es lo que se ha comprobado. Los subsidios convertirían a los partidos en escuelas de democracia. Sin embargo, ninguna coalición tendrá elecciones. Las estructuras partidistas parecen mafias, salvo Morena, en manos del perdonavidas de Andrés Manuel López Obrador. Ciertamente obtuvimos credenciales con foto, clap, clap, clap. Sin embargo, las listas de electores se usan indebidamente para pasar lista en las casillas y comprar votos. Las autoridades electorales se muestran totalmente impotentes o despistadas para evitarlo. El IFE/INE se ha tardado todo el sexenio para sancionar a los partidos por los escándalos con las tarjetas de débito en la elección presidencial de 2012. Al final metieron a todos los partidos en un mismo costal, para que el principal culpable, el PRI, no se viera tan mal. En la lucha democrática de los ochentas, no queríamos un Tribunal Electoral. El IFE sería poder ciudadano. Sin embargo, el PRI se impuso y tribunal nos recetó. Ahora estamos expuestos a que siete magistrados digan como en los gallos “ganó y perdió” y hastá allí llegó la elección. La idea de generar una autoridad ciudadana imparcial también ha fracasado. Los consejeros y magistrados son puestos millonarios que se negocian entre los partidos políticos, que actúan como los dueños del IFE/INE. A veces, sin embargo, los consejeros y magistrados defienden su puesto, no en el interés ciudadano. Las dificultades de los aspirantes independientes con la app para obtener apoyos y firmas es un indicio. La separación cromática ideológica ha quedado en burla. De plano me dio risa cuando escuché a López Obrador —con una dicción lenta y como cansada— invitar a los panistas a unirse a él. No que se unan a Morena, pero sí a que hagan realidad las ideas de Gómez Morín a través de votar por él (Andrés). ¿O sea que la raya ideológica entre Morena y el PAN es ficticia? Estoy notando que a Andrés como que algún engrane le patina en el coco. No se percata de las tonteras que verbaliza. ¿Se dará cuenta que es un producto un sistema político disfuncional? Es un lapsus mentales de Andrés olvidar que en los ochentas el PAN estuvo de acuerdo —porque no le quedó otra— en apoyar el reparto de subsidios que inyectó vida artificial a los partidos de izquierda. De allí nacieron los Betos Anayas, los niños verdes, y luego Morena. Hoy, gracias a la obtusa ley electoral, el tres veces invitado a la fiesta ya se siente dueño de la piñata y de los dulces. La legislación no ordena prueba alguna de salud física o mental a los candidatos, tampoco al menos un examen de secundaria —que hubiera tronado a Peña Nieto. Tengo mucha curiosidad respecto al nivel académico al que llegaría Andrés. El único real avance indudable de la ley electoral son los debates que ordena. Tendremos que esperar para saber si lentitud de la dicción de Andrés es un problema de senilidad o es coucheo, porque no creo que sea porque piensa mucho antes de abrir la boca. Sus ideas dan risa. Si él gana, será por el fiasco llamado Cofipe/Legipe y la ciudadanía apática que ha generado. javierlivas@prodigy.net.mx