FGE: ¿no ha aprendido nada sobre desaparición?
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Una de las heridas más dolorosas que la incompetencia –cuando no la complicidad– de las instituciones públicas ha abierto en el cuerpo social de múltiples países del mundo es la relativa a la desaparición forzada. Debido a ello, hoy tenemos en nuestro calendario cívico una fecha infausta: el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas.
Se trata, sin duda, de una fecha que nadie quisiera conmemorar porque nos recuerda, de forma trágica, los extremos a los cuales podemos llegar cuando las democracias se deterioran. En México, el fenómeno alcanza proporciones de crisis humanitaria.
Al respecto, la ONU ha dicho que “la desaparición forzada se usa a menudo como estrategia para infundir el terror en los ciudadanos. La sensación de inseguridad que esa práctica genera no se limita a los parientes próximos del desaparecido, sino que afecta a su comunidad y al conjunto de la sociedad.
“La desaparición forzada se ha convertido en un problema mundial que no afecta únicamente a una región concreta del mundo. Las desapariciones forzadas, que en su día fueron principalmente el producto de las dictaduras militares, pueden perpetrarse hoy día en situaciones complejas de conflicto interno, especialmente como método de represión política de los oponentes”.
Frente a esta realidad, en nuestro País cientos de familias han debido concentrar una parte importante de sus energías en suplir las deficiencias del Gobierno, y eso implica no solamente exigirle a los agentes estatales que hagan su trabajo, sino realizar ellos mismos actividades que no les corresponden.
Las familias que han sido víctimas de la desaparición forzada son constantemente revictimizadas y lo menos que podría esperarse de las autoridades es que, a estas alturas –y particularmente en Coahuila– hubieran desarrollado ya la sensibilidad necesaria para, al menos, mostrar empatía frente a la tragedia que en forma persistente se manifiestan incapaces de resolver.
Lejos de ello, como lo demostraron ayer quienes, a nombre de la Fiscalía General de Coahuila, enviaron coronas fúnebres a los memoriales que en la ciudad de Torreón se han erigido para recordar la deuda pendiente que se tiene con los desaparecidos, lo que prevalece es la torpeza en el trato a las víctimas.
Una de las primeras conquistas, logradas por las familias de quienes han desaparecido, fue que a sus seres queridos se les presuma vivos. Por ello, es que no puede sino comprenderse la afrenta que las familias manifestaron haber sufrido con el envío de las coronas mortuorias.
Cabría esperar que la Fiscalía ofrezca una disculpa a quienes ayer, forzados por una realidad indeseable, conmemoraron una fecha que constituye un reclamo a las autoridades y la reiteración de su exigencia para que éstas asuman sus responsabilidades.
Pero no sólo eso: cabría esperar que, frente al monumental yerro en el cual han incurrido, se comprometan a realizar las acciones necesarias y suficientes para modificar la cultura que priva en sus filas y que conduce a tomar decisiones tan desafortunadas como la de ayer.
Y eso es lo mínimo que deberían hacer.