El fuego de Guatemala
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El fuego de Guatemala Ha asolado Guatemala un repentino holocausto; nunca pudieron comprar un semáforo volcánico. La señora fue a la tienda, nunca se había dado el caso: desbordaron las aceras fuego y ceniza a su paso. La vida multicolor quedó reducida a blanco y negro, en una postal que se deshacía en las manos. La nieve del mediodía los volvió a todos ancianos, ladró de pánico al perro, le escaldó tres pies al gato. Bajo capas de ceniza hay aretes y zapatos; no hubo que cocer la carne, se cocinó solo el plato. Quedó el refrigerador sobre la estufa arrumbado: el hielo sintió calor, sufrió el fuego congelado. Ese domingo la zona era un Auschwitz instantáneo; la suegra buscaba al yerno, la tía a sus primos hermanos. Una bebé en su cobija, ya la rescató un soldado: lo bendice con su risa y con su pequeña mano. Recibieron diez mil dólares de Benjamín Netanyahu, después de que su embajada a Jerusalén cambiaron. Así pagan los avaros la simpatía y el respaldo: el Muro de los lamentos serviría para apedrearlos. Recibió Jimmy Morales en papel de mandatario, más dinero que juntase con su traje de payaso. Que aparezca el arco iris en la selva que hoy es páramo, y que con los donativos puedan comprar un semáforo