Distractores
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Nunca me ha gustado el futbol soccer. Soccer, así solamente, para los anglosajones. Deporte que arrastra a medio mundo o al mundo entero, pero que en mí es algo tan aburrido como ver las olas que vienen y van, al estar una hora sentado frente a la imponente mar. El soccer, como la mar, es tedioso. No hay emoción alguna. 11 de una tribu pateando un coco el cual cayó de una palmera y se lo disputan a otros once de la tribu vecina. No más. Si usted agrega a esto eso llamado “error” humano de los árbitros, a los cuales se les engaña teatralmente y en cada jugada “peligrosa” (lo que eso signifique en la jerga del soccer y de los comentaristas como Juan Villoro, que administran la derrota de la Selección) dentro del área, el plato de la mediocridad está servido. Que México y su selección de millonarios le hayan ganado a una abúlica y cabizbaja Alemania, fue error de libreto. La gente se ilusionó donde no hay ni había motivo de esperanza ni ilusión alguna. Luego vino nuestra realidad: Suecia le clavó tres goles a los ratones verdes. Brasil dos o tres más, es intrascendente todo ya. Lo demás es historia.
Mientras el Mundial de soccer servía perfectamente como distractor a nivel mundial, mientras el “Chícharo” Hernández pronunciaba una frase “celebre” para las revistas del espectáculo y la farándula política (algo así de “soñar cosas chingonas” y luego se pintó el cabello de color marciano), en México se celebraban elecciones de todo tipo: Presidente, gobernadores, senadores, diputados y etcétera. Es decir, otro distractor más. Y aquí cometo una digresión otra vez: eso de soñar es cosa ubicua también. Todo mundo “sueña”, y en sueños la vida se está vaciando. Soñamos con un presidente duro (AMLO), el cual él solo y con su hálito mesiánico y dictatorial, va a cambiar el ritmo del País por arte de magia y quimeras. Arcelia Ayup, esposa del rector de la UAdeC, Salvador Hernández Vélez, soñó con ser diputada con su compañera Olivia Martínez (Distrito V de Torreón) y perdieron. El Director de mi colegio Ateneo Fuente, Antonio Contreras, al dirigirse a los nuevos graduados, les dijo: “...nunca se dejen que les digan que no pueden hacer las cosas, no dejen de soñar”.
¡Caray!, se lo hubiese dicho a la bella señorita Andrea, quien de 17 años se suicidó justo antes de la graduación. Y así, de sueños en ensueños, este País se desmorona y se jode. Así, de distractor en distractor en su momento, lo realmente importante (los suicidios) ha pasado de noche como siempre y para todos. Tiro mi mazo de naipes: yo no tengo ninguna duda al respecto, todo es hecho milimétricamente, todo está planeado bajo cuidadosa organización para eso, para chingarnos (para usar la jerga de moda del inefable “Chícharo pintado”) sin que nos demos cuenta y no tener la oportunidad de protestar.
ESQUINA-BAJAN
¡Caray!, una última digresión. Lo tengo que contar. Eso de las apuestas a mí no se me da. Nunca de joven se me dieron los juegos de azar. Menos ahora. El día que le atacaron tres goles a México, yo estaba en un bar de poca monta aquí en Saltillo. El día que le metieron a México dos o tres goles los brasileños, estaba en un restaurante-bar de Monterrey. Aquí, como el soccer es religión, todo mundo se cree DT (Director Técnico, vaya). Como yo estaba leyendo mis periódicos atrasados (“El País”, siempre lo leo con dos o tres días de atraso: los adquiero todos en bola, en Monterrey) y volteaba poco a ver el partido, tanto en Saltillo como en Monterrey los parroquianos que sufrían, me preguntaron: “¿A quién le vas?”. No quise mentir, primero les dije que era indiferente; luego ante su presión, les dije que a los suecos y luego a los brasileños. Se fastidiaron. Fui obligado a apostar marmaja… gané.
Lo anterior es trivial, pero refleja grandemente de qué estamos hechos y forjados: sueños, anhelos, esperanzas nunca reales ni sólidas. En Monterrey, sólo le dije a la multitud de aficionados que México nunca le había anotado un gol a Brasil en Copa del Mundo. Aullaron y me insultaron. Yo me encogí de hombros, les aposté y… gané. Al final, se los tenía qué decir: ¿Y por qué tendría que haber ganado México, si la Selección es de mala a pésima? Salí por piernas.
Avanzamos, le voy a contar varias cosas que pasaron (graves todas) mientras la gente se entretenía con los distractores del Mundial y las campañas abúlicas a la Presidencia y su bombardeo asqueroso de anuncios publicitarios en todos los medios posibles.
Va la más importante que a usted y a mi nos pega directamente: mientras Osorio se convertía en héroe por un día y luego en villano eterno, la autoridad mexicana en la materia de competencia dio visto bueno para una fusión bancaria sin precedentes: Banco Banorte se fusiona con Interacciones. ¡Ojo!, con esta fusión cuatro bancos o entidades controlarán el 66 por ciento de los activos bancarios en el País. ¿Cómo se le llama a esto? Sí, un jodido monopolio de millonarios navegando en la riqueza en contra de los pobres y miserables mexicanos (más de 56 millones de hambrientos) que habitamos este País. Se lo traduzco ahora al cristiano: Banorte e Interacciones, junto a BBVA Bancomer, Santander y Citibanamex, controlan el dinero, los servicios de cuentas, los mecanismos financieros y todo lo que esto lleva, hasta en un 66 por ciento del mercado bancario mexicano.
LETRAS MINÚSCULAS
Ellos saben lo que usted debe, come y lo que compra diario en un Oxxo. Regresaré al tema.