Dialogan sobre el lenguaje con Juan Domingo Argüelles
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El idioma admite innovaciones pero no arbitrariedades”, expresó, “cuando el idioma es claro uno se comprende bien. Yo no conozco libros de Simone de Beauvoir donde diga ‘los y las jóvenes’, no me lo imagino”.
“Las Malas Lenguas” es un libro en el que Juan Domingo Argüelles revisa, sin tentarse el corazón, algunos de los más comunes errores que encontramos en internet, en publicaciones periódicas o en nuestras conversaciones diarias que deforman el lenguaje, ya sea por una corrección política que busca introducirse a la fuerza o por traducciones mal logradas.
Sin embargo, durante la presentación de este texto en la Feria Internacional del Libro de Coahuila 2018 lo que destacó no fue lo que el autor tuvo que decir sobre su publicación, sino la rica interacción que surgió con su audiencia una vez que comenzó la sección de preguntas y respuestas.
La audiencia le cuestionó la pertinencia del uso de algunos conceptos en el día a día, de si es apropiado o no realizar modificaciones dependiendo del interlocutor al que se dirija y con esto se abordó, específicamente, el llamado “lenguaje inclusivo”.
“El lenguaje es naturaleza”, expresó el investigador, “porque todos nacemos con el código genético para hablar, nadie necesita ir a una escuela para que le enseñen a hablar”.
Argüelles ejemplificó con base en textos de Noam Chomsky cómo el lenguaje es cultural, pues si un niño nacido en China de padres de esa misma nación es criado en los Estados Unidos por padres norteamericanos su cultura y lengua será la de ese lugar, independientemente de que en su sangre corra una herencia asiática.
Con esto comenzó a elaborar su respuesta respecto a la pregunta de si el autor de un texto debe adaptar su lenguaje al del público meta y aseguró que es un error común entre los escritores no conocer el tipo de lectores a los que llegará, por lo cual comete el error de crear textos demasiado —o muy poco— elaborados en su estructura.
“Yo estoy seguro por ello que los que venden muchos libros, tienen un público que merecen y a la inversa, todo público tiene al escritor que se merece”.
Otro de los temas que comentaron fue la vigencia del libro físico y cómo aquellos que auguraron la muerte de este en favor de su versión digital, han sido desmentidos a diez o quince años de que dictaran su profecía.
Aseguró que contrario a lo vaticinado por algunos el “e-book” no sólo no ha sepultado al libro físico, sino que ni siquiera ha logrado equipararlo, con menos del 30% de la producción total de publicaciones comercializadas en formato digital tan sólo en los Estados Unidos, su mayor mercado; mientras que en países europeos su consumo ha disminuido.
De aquí se desprendió otra idea, la de las novelas juveniles, que Juan Domingo celebró como buenos puntos de introducción a la lectura para nuevas generaciones, pues aunque por muchos este tipo de lecturas puedan no ser de la calidad de los grandes escritores, sirven para que eventualmente los jóvenes lleguen a ellos.
En cuanto al controvertido tema del lenguaje inclusivo, que también fue mencionado por uno de los asistentes, también ofreció su opinión.
“El idioma admite innovaciones pero no arbitrariedades”, expresó, “cuando el idioma es claro uno se comprende bien. Yo no conozco libros de Simone de Beauvoir donde diga ‘los y las jóvenes’, no me lo imagino”.
“El idioma está vivo, no está estático”, comentó, ejemplificando que cada regionalismo es muestra de ello, “el idioma se va adaptando en función del uso y ningún decreto, ninguna decisión unilateral va a conseguir que hablemos de una manera como quieren algunos”.