Dar coces contra el aguijón
COMPARTIR
TEMAS
El Quijote I, 20
En despoblado y en una noche muy oscura oyeron don Quijote y Sancho “que daban unos golpes a compás, con un cierto crujir de hierros y cadenas, acompañados del furioso estruendo del agua, que pusieran pavor a cualquier otro corazón que no fuera el de don Quijote”.
Sancho se inunda de pavor pero don Quijote, valiente como es, pide al escudero le prepare a Rocinante, su caballo, para ir a averiguar de qué se trata. Le indica además que lo espere “aquí hasta tres días no más” y si al término de éstos no volviese lo dé por muerto y regrese a la aldea.
Aterrorizado como está, narra Cervantes que Sancho “cuando apretaba las cinchas al caballo, bonitamente y sin ser sentido ató con el cabestro de su asno ambos pies a Rocinante, de manera que cuando don Quijote se quiso partir, no pudo, porque el caballo no se podía mover sino a saltos. Viendo Sancho Panza el buen suceso de su embuste, dijo:
- Ea, señor, que el cielo… ha ordenado que no se pueda mover Rocinante; y si vos queréis porfiar y espolear y dalle, será enojar a la fortuna y DAR COCES, COMO DICEN, CONTRA EL AGUIJÓN”.
¿Qué significa “dar coces contra el aguijón? En su muy interesante libro sobre La Biblia en El Quijote, el estudioso español Juan Antonio Monroy, de fe protestante, transcribe en su ensayo la sigiente nota tomada de la Biblia traducida al castellano por el padre Felipe Scío:
“Dar coces contra el aguijón es una expresión figurada, tomada de aquellos animales falsos que quieren sacudir el yugo, y que cuantos mayores esfuerzos hacen para conseguirlo, tanto más se clavan y aumentan su pena” (Scío).
A continuación don Juan Antonio Monroy hace en su libro el comentario siguiente:
“Esta expresión fue empleada por el Señor resucitado para mostrar a Saulo de Tarso la inutilidad de sus fanáticas y feroces persecuciones contra el naciente cristianismo, y mostrarle, a la vez, las fatales repercusiones a que semejante actitud le exponía. El texto novotestamentario dice: ‘Y cayendo en tierra, oyó una voz que decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres, Señor?
Y él: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es cocear contra el aguijón’ (Hechos 9: 4-5, Scío)”.