'22 de julio', un recordatorio de la ultraderecha
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El 22 de Julio del 2011 se llevaron a cabo en dos sitios de Noruega ataques terroristas que acumularon un total de 77 muertes perpretadas por un supremacista de ultraderecha.
Este suceso poco recordado, pero que tiene un discurso muy vigente en relación a la tensa situación a nivel global sobre el fenómeno de la migración, por un lado, y a la supremacía racial por el otro, fue recreado con su magistral tino por el cineasta británico Paul Greengrass (“Vuelo 93”; “Capitán Phillips”) en “22 de Julio”, un estreno mundial que se dio a través de la plataforma de Netflix el pasado miércoles 10 de octubre y que por lo mismo es la recomendación obligada de cine en casa de este fin de semana.
“22 de Julio” inicia con la narrativa trepidante que caracteriza el cine de Greengrass en vísperas de ese fatídico día, el 21 de julio, con dos historias paralelas: la primera del perpetrador de la masacre, Anders Behring Breivik (Anders Danielssen Lie, visto hace poco en “La Noche que se Comió al Mundo”) preparando una granja los atentados y la segunda la de un campamento juvenil en la isla Utaya donde se llevaría a cabo una convención en la que inclusive se esperaba la participación del Primer Ministro de Noruega en esos años, Jens Stoltenbrg (Ola G. Furuseth) porque irónicamente se iba a a hablar sobre el fenómeno de la migración y la diversidad étnica que desde entonces se comenzba a incrementar en aquel país.
Es justo en la mañana del 22 de Julio cuando Anders, disfrazado de policía, maneja un coche bomba que explota en el sector de gobierno de la capital de Noruega, Oslo, para de inmediato trasladarse aprovechando el caos y la confusión todavía disfrazado de policía a la mencionada isla para ya estando ahí con una maleta de armas en la que se apoya para consumar la matanza de la que son víctimas en su mayoría los jóvenes asistentes al campamento.
A partir de ese momento en que la historia se desarrolla en un ritmo más pausado y una tercera parte en la que se analizarán las consecuencias emocionales y físicas de los sobrevivientes en uno de ellos en particular, Viljar Hanssen (Jonas Strand Gravli), hijo de la alcaldesa de una ciudad al norte de Noruega que representa todo lo que llevó a Anders a realizar estos crímenes, así como el litigio judicial para el que el múltiple asesino solicita lo defienda justificadamente un abogado de nombre Geir Lippestad (Jon
Olgarden) al que conoció nueve años antes cuando realizó la defensa de un neonazi.
Como sucediera en la mencionada “Vuelo 93”, Greengrass se vale de actores prácticamente desconocidos en su totalidad para darle una atmósfera más de documental para darle más realismo al relato basado en la novela “One of Us”, de Asne Seierstad, y lo consigue primero manteniendo al espectador cautivo en los desconcertantes ataques terroristas realizados por este perturbado asesino solitario, y después además de conocer sus maquiavélicas motivaciones y las heridas físicas y psicológicas que deja en los sobrevivientes, las repercusiones (o no) que deja al gobierno de aquel país cuando las investigaciones arrojan que de haber tenido una mejor preventiva se hubiera podido evitar la magnitud de la tragedia.
Si gusta del trabajo de Greengrass o sólo ver una muy buena película no se la pierda.
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galindo.alfredo@gmail.com, Twitter: @AlfredoGalindo