Yo, la peor de todas: Servicio especial las 24 horas
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"Comenzaré por dejar de involucrarme con gente que tenga referencias gubernamentales ¿ajá?", eso pensaba cuando llegó a mí otra de tantas proposiciones indecorosas. Pero a decir verdad, esta era bastante decente. y rara.
Lo conocí en uno de tantos eventos a los que asistía como dama de compañía. Imagino que él se quedó con un mal sabor de boca de mi personita al aflorarme un lenguaje de cargador de la Merced. Seguro pensó que era una tipa venida a menos, sacada de algún lugar de mala muerte.
Pero ya en nuestro segundo encuentro hubo un poco más de conversación y bueno, más que palabras, precios. Tuvimos que ajustar las cosas, ya que el señor decidió que me necesitaba las 24 horas del día (menos mal que era bastante generoso, que yo ya me veía regateada como mercancía de tianguis). ¿Se imaginan, que alguien te pague no sólo por sexo, sino por llevarte de compras, viajar y por que lo veas y le hagas piojito? Cada vez que recuerdo a este personaje me vienen cosas buenas a la cabeza.
Era increíble ganar dinero rascándome la barriga y sólo diciendo "amor quiero esto o aquello". Parecía ser que lo único que necesitaba mover de mi cuerpo era la mano, y eso, para recibir los regalos. Bueno, debe haber una deidad de las putas y esa deidad debe haberme mandado un rayo de suerte. Me sentía como Julia Roberts en "Mujer Bonita", aunque región cuatro. Sería un lugar común decir que no podía enamorarme por profesionalismo, pero hasta los lugares comunes tienen algo de verídico. Y si he de ser sincera, mi plan jamás fue enamorarme, siempre creo que el amor, el sexo y el dinero jamás tienen una buena relación. ¿Por qué, si no, jamás funcionan los romances de las putas de la literatura? Digo, yo no aspiraba ni aspiraré a ser Santa, ni pienso dejar que algún Jarameño me salve.
Porque, en un mundo donde la gente escribe, vende lotes en la luna, dispara AK-47 y se casa, además de suicidarse en masa para irse en la nave espacial que sigue la cola del cometa Halley (uf, tomo aire), no resulta sensato tener como religión al amor. Y menos si una se dedica al negocio de la falsificación de éste.
Estás jodida y tienes amor aunque con eso ni comas. Tienes dinero y estás solo y no sabes cómo gastarlo, hasta que encuentras a una como yo. Y si el sexo es bueno la relación es mala. en fin nunca aciertas a nada. Además creo que el amor en este negocio no existe; es sólo un estado de ánimo alimentado material o económicamente.
Después de terminar mi contrato de tiempo completo, miraba (como quien deshoja margaritas) cada prenda que tenía en el closet y decía: "eso me lo compró mi amorcito, esto no" y es que tenía muchas cosas que él pagó. Ya saben, las mujeres y su vanidad, plus una cartera llena, cometen muchas locuras.
A fin de cuentas, descubrí lo que todos los Oxxos saben: el amor no reditúa, pero el servicio 24 horas, sí.
Violetta Hetaira, ente incorpóreo que sirve para contar las hazañas de otro ente muy, muy corpóreo. Cronista descarada de las epopeyas íntimas; ejemplo de belleza vernácula y desolación nicotínica. Se considera una cortesana semi culta, con aspiraciones literarias, pictóricas y artesanales. La verdad es que ama la salsa y toda clase de ritmos tropicosos. Se mantiene del oficio, y vende menudo los domingos.
Escríbele a: lapeordetodas@vanguardia.com.mx