Treinta años sin Francois Truffaut
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En "Los cuatrocientos golpes" creó una especie de alter ego con el protagonista, Antoine Doinel.
París, Francia.- Se han escrito casi tantos libros sobre Francois Truffaut como películas filmó el cineasta galo. Cofundador de la "Nouvelle vague", el autor de "Los cuatrocientos golpes" falleció prematuramente a los 52 años debido a un tumor cerebral. Treinta años después, el culto a Truffaut no deja de crecer.
Con motivo del aniversario, que se cumple mañana, Francia dedica numerosos ciclos de cine a este realizador, productor, actor y crítico, entre ellos una gran retrospectiva en la Cinemateca francesa. "Su muerte dejó un regusto amargo, un sentimiento de algo incompleto", señala su director, Serge Toubiana.
Y es que como afirma el experto, Truffaut murió demasiado joven y demasiado pronto. Por eso, hasta el 25 de enero la Cinemateca mostrará extractos de títulos emblemáticos como "Jules y Jim", "La noche americana" o "El último metro" junto con fotografías, guiones comentados y documentos privados propiedad de la familia. Todo ello para ilustrar una vida dedicada al cine, pues para Truffaut la pantalla no era sólo una huida de la realidad, sino también una terapia.
La filmografía de Truffaut muestra un caleidoscópico retrato. En "Los cuatrocientos golpes" creó una especie de alter ego con el protagonista, Antoine Doinel. Aquel drama de juventud sobre un adolescente humilde que tiene que sufrir a sus padres es también la historia de Truffaut: nació fuera del matrimonio el 6 de febrero de 1932 en París, se crió con su abuela y tuvo que pasar temporadas en centros de reeducación. Sus refugios fueron la literatura y el cine.
Truffaut vio en secreto sus 200 primeras películas, saltándose las clases del colegio, como confesaría más tarde. Como crítico de cine logró acceder al mundo del séptimo arte, el mismo que revolucionaría en 1954. Junto a Jean-Luc Godard y Claude Chabrol fundó la "Nouvelle vague", un movimiento que rompía con el cine comercial y el glamour de Hollywood mostrando predilección por un manejo poco convencional de la cámara, una nueva manera de entender el montaje y un estilo propio y personal.
La infancia, la juventud y su relación con las mujeres fueron sus difíciles temas personales. Y es que Truffaut rodaba películas para curar sus heridas. "Hago cine para hacer realidad mis sueños de juventud y para hacer el bien tanto a mí como a los demás", repetía en las entrevistas. Obras que, pese a toda la problemática que abordan, son de una sorprendente ligereza narrativa.
En las obras de Truffaut subyace un gran misterio, algo que aparece una y otra vez, decía hace unos días a la radio "France Inter" el director de la Cinemateca francesa. Un misterio que el realizador se llevó demasiado pronto a la tumba.
Por Sabine Glaubitz/DPA