Seis estadios para la Copa Confederaciones
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El Arena Pernambuco (Recife) y el Nacional (Brasilia) son los únicos estadios proyectados totalmente desde cero.
Sao Paolo, Brasil.- Solo dos de los nuevos coliseos, el Mineirao de Belo Horizonte y el Castelao de Fortaleza, fueron terminados dentro del plazo estipulado por la FIFA, el pasado diciembre, mientras que el resto se han retrasado generando agrios intercambios de palabras entre las autoridades brasileñas y los responsables del organismo mundial.
El secretario general de la FIFA, Jérôme Valcke, intentó apagar las polémicas en una visita a Brasil en mayo, en la que relativizó la importancia de las fechas límite impuestas por el organismo.
"Tengo que admitir que las obras rebasaron las fechas límite, pero se consiguió entregar los estadios antes de la Copa Confederaciones", afirmó Valcke en su última visita al Maracaná, días antes de su inauguración oficial.
El Arena Pernambuco (Recife) y el Nacional (Brasilia) son los únicos estadios proyectados totalmente desde cero, mientras que el Fonte Nova (Salvador) también fue construido desde los cimientos, pero respetando el diseño del antiguo estadio del centro de la capital de Bahía al que sustituye.
Los otros tres estadios -el Castelao, el Mineirao y el Maracaná- sí preservaron gran parte de las estructuras originales que los consagraron como tres de los mayores templos del fútbol brasileño.
Todos los estadios lucen de inmejorables condiciones de visibilidad, confort para los espectadores y para los futbolistas y, además, incorporan innovaciones tecnológicas sostenibles, como placas solares y fórmulas para reducir el consumo energético.
CERTIFICACION LEED
Estas iniciativas "verdes" ha permitido a los seis estadios recibir la certificación LEED, un sello internacional que reconoce a proyectos correctos con el medio ambiente.
El Maracaná será la sede de la final de la Copa Confederaciones y también del Mundial de 2014, al igual que en 1950, cuando la inesperada victoria de Uruguay sobre Brasil en el entonces mayor estadio del mundo acuñó el término "maracanazo".
Aunque nieguen que se haya debido a las ganas de borrar la dolorosa memoria del pasado, los arquitectos solo conservaron la característica fachada elíptica y acometieron una profunda reforma que cambió prácticamente todo el interior del recinto.
El nuevo Maracaná, un campo de fútbol que originalmente tenía capacidad para 200,000 personas, luce una nueva cubierta de lona tensada y un único piso de gradas con 76.804 asientos que crean un mosaico amarillo, azul y blanco, que junto al verde del césped, forman los colores de la bandera brasileña.
Entre otras novedades tecnológicas, el Maracaná reducirá el consumo de agua en un 30 por ciento gracias a unas cisternas que captarán y filtrarán la lluvia, para después regar el campo y abastecer los retretes.
También se ahorrará un 8 por ciento de la cuenta de luz gracias a las 23,500 bombillas de led de bajo consumo y a las placas solares instaladas en el techado.
Todas estas medidas de ahorro compensarán mínimamente la inversión de cerca de 560 millones de dólares empleada en la reforma, según los cálculos oficiales más recientes, que sitúan al Maracaná como el estadio más caro.
El Nacional de Brasilia no se queda atrás: con una factura de 510 millones de dólares, fue también uno de los más atrasados, inaugurado el 18 de mayo, y con el agravante de que se usará tan solo en un partido, el inaugural, que citará a Brasil y Japón ante 70,064 espectadores.
El resultado de la obra es una construcción monumental en todos los detalles: por dentro, las tribunas verticales, muy cercanas al césped, prometen crear miedo escénico a la afición que sepa caldear el ambiente, y en su exterior, está dotado de pasillos y vomitorios gigantescos, preparados para recibir a una multitud de público.
Valcke calificó el estadio como un "coliseo moderno", debido a su imponente fachada circular rodeada por 288 columnas, que le confiere cierta semejanza a algunos anfiteatros romanos, sin dejar de estar a tono con la arquitectura modernista de Brasilia, ciudad planificada e inaugurada en 1960.
La mayor preocupación de los críticos es que el estadio, el único costeado únicamente con fondos públicos, tenga poco uso después del Mundial, dado que en Brasilia no hay equipos de primera división.
EL RENOVADO CASTELAO
Alejado de la grandiosidad de la capital, se encuentra el estadio Castelao, que fue el más barato -costó 246 millones de dólares- ya que mantuvo intacto cerca del 75 por ciento del antiguo estadio de Fortaleza, que databa de 1973.
Solo se dinamitó una tribuna, se rehizo el anillo inferior y se ha creado una fachada nueva, de acero inoxidable y vidrio, en la que sobresalen 60 pilares metálicos de 42 metros de altura que sostienen la cobertura.
Con un aforo de 64.846 personas y sede de una de las semifinales, el Castelao recibió el distintivo LEED Platino, la calificación ambiental más elevada, gracias al consumo eficiente de energía y otras características correctas con el medio ambiente.
El renovado Castelao también ha incorporado un museo del fútbol del estado de Ceará, que se ubica entre los dos pisos de graderíos y que tiene vistas al campo.
La otra semifinal se jugará en el Mineirao, el coliseo de la ciudad de Belo Horizonte, que desde su inauguración en 1965 ha sido uno de los templos del fútbol de Brasil.
La obra ha reducido su capacidad a 62,547 espectadores, pero también ha eliminado puntos ciegos, ha acercado las gradas al césped y ha modernizado todas sus instalaciones.
Los responsables de la reforma conservaron intacta la fachada original de cemento desnudo, protegida como patrimonio histórico nacional y que forma parte del paisaje más característico de Belo Horizonte: la vista de la laguna de Pampulha, que sirve de zócalo al estadio, elevado sobre una colina a sus espaldas.
Otro estadio en el que se quiso conservar la memoria futbolística es el Fonte Nova de Salvador que, a pesar de ser totalmente nuevo, conservó el mismo concepto arquitectónico que el antiguo estadio homónimo, enclavado en el centro de la ciudad.
Se mantuvo la forma en herradura, sin gradas detrás de una de las porterías, dejando a la vista la laguna Dique do Tororó desde el terreno de juego, lo que deja el recinto con 48,747 localidades.
En la Copa Confederaciones y en el Mundial se instalarán graderíos temporales en ese espacio, que queda debajo de un restaurante panorámico que será todo un lujo para quien pueda permitírselo.
El único estadio ideado desde cero es el Arena Pernambuco, construido en el término municipal de Sao Lourenço da Mata, en el límite con Recife, la capital del estado de Pernambuco.
Con un aforo de 44,248 personas, este será el estadio de menor capacidad en la competición y será nada menos que la casa de Uruguay, que jugará dos partidos en él, entre ellos su debut contra la campeona del mundo, España.
A pesar de ser el más pequeño, el Arena Pernambuco promete ser muy vistoso gracias a una membrana de fibra de vidrio (etileno tetrafluoroetileno), similar a la del Allianz Arena de Múnich, que permite cambiar la iluminación de la fachada dependiendo del partido que se juegue.
El Arena Pernambuco es el primer edificio de un gran complejo urbanístico que se llamará Ciudad del Mundial, que incluye la construcción de 4,500 apartamentos, zonas de ocio y un campus universitario.
Este proyecto, que estará concluido previsiblemente en 2025, pretende impulsar el crecimiento de la región, será costeado con fondos privados y exigirá inversiones de cerca de 3,900 millones de reales (unos 1,855 millones de dólares).
DESTACADOS:
-- Los estadios Castelao (Fortaleza), Mineirao (Belo Horizonte) y Maracaná (Río de Janeiro) han preservado gran parte de las estructuras originales que los consagraron como tres de los mayores templos del fútbol brasileño.
-- El Arena Pernambuco (Recife) y el Nacional (Brasilia) son los únicos estadios proyectados totalmente desde cero, mientras que el Fonte Nova (Salvador) también fue construido desde los cimientos, pero respetando el diseño del antiguo estadio del centro de la capital de Bahía al que sustituye.
-- Los seis estadios han recibido la certificación LEED, un sello internacional que reconoce a proyectos correctos con el medio ambiente.
Por Manuel Pérez /EFE-Reportajes