Rivalidad femenina en los ruedos
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Una vez desmenuzado el tema de la guerra de géneros, Maripaz Vega echa el pie `pa'lante' y pisa otro terreno. La competencia, la rivalidad entre mujeres en el ruedo.
México, D.F. El pique. Un elemento básico dentro de la fiesta brava, que le da otro atractivo a los festejos y que no es menos intenso entre el escalafón femenino.
¿Cómo se ha dado para usted el aparecer en carteles en los que alterna sólo con mujeres?
De principio muy bien. En las oportunidades que yo he tenido de compartir tanto con Lupita López como con Hilda Tenorio, me parece que han sido dos tardes en La México y tres o cuatro más en provincia, le doy la misma seriedad que cuando toreo con compañeros. Son dos toreros más para mí, independientemente de que sean mujeres. Me llevo muy bien con ellas en la calle, pero en el ruedo, las veo como a otro rival.
Usted es contemporánea de Cristina Sánchez, otra española que tomó la alternativa y cuya carrera tuvo importante resonancia mediática, ¿cómo fue compartir el ruedo con ella?
Hubo una época, sobre todo de novillera que ella estaba como puntera, habíamos un par de novilleras que queríamos destacar. Ella, lo típico, iba de figura y nos quería tapar un poquito y quizá por eso siempre estás deseando enfrentarte con ella; hubo ocasión de compartir tres o cuatro mano a mano y sí se sentía la rivalidad.
¿Cristina Sánchez se preocupó por abrirle hueco a sus compañeras toreras, aprovechando el escaparate y la repercusión que alcanzó como matadora de toros?
No, pienso que no. Pero ni ella, ni yo, ni las que ha habido antes. Es que aquí tu no te puedes preocupar de abrirle camino a ninguna, el camino te lo tienes que abrir tú sola, porque que yo triunfe no quiere decir que lo hagan las demás, te van a medir por lo que seas capaz de hacer delante de la cara de un animal, nada más.
Aunque no por esta rivalidad se olvida el compañerismo, tuvo usted el buen detalle el domingo pasado en la Plaza México de estar pendiente de Lupita López, quien se vio sin sitio frente a su lote.
Una es consciente, con todos los años que lleva en esto, de las dificultades que te van presentando los toros, que Lupita a lo mejor no tiene tanto rodaje y está mucho más verde y en cualquier momento le podían echar mano. De por sí, tienes que estar pendiente de todo el desarrollo de la corrida, pero quizá con ella te centras más.
Las mujeres no somos envidiosas...
No, para nada, en este caso no. Cuando toreamos juntas, cada quien tiene dos toros y lo que yo no sea capaz de hacer con ellos, no me hace pensar en que le vaya mal a las otras. Cada una que haga lo que pueda con sus dos toros.
En el terreno personal, ¿qué tan fácil es compaginar la profesiones de matadora de toros con las aspiraciones en el rubro personal, formar una familia, tener hijos?
En un principio es fácil, porque disfrutas lo que haces, entonces no echas de menos nada más. Quizá el día de mañana cuando me retire, diré `¿por qué no he creado una familia?, ¿por qué no me he casado?, ¿por qué no tengo pareja?', tal vez lo eche de menos, pero ahora mismo, no me arrepiento de nada.
Como dice aquel `he vivido como he querido', he hecho lo que he querido, nadie me ha prohibido nada y estoy de lo más feliz. He vivido la vida y he hecho lo que me ha gustado, lo volvería a hacer otra vez, sin pensarlo.
¿Hay prohibiciones en el terreno personal para las matadoras de toros que buscan destacar?
En el mundo taurino a mí nunca me han prohibido nada. Ni ser madre, ni que me case, ni nada; pero sí es verdad que viviendo el mundo como matadora de toros, te absorbe de tal manera que le tienes que dedicar mucho tiempo a esta profesión y, a lo mejor, sin darte cuenta, olvidas esa parte más personal, pero sin arrepentimiento ninguno porque soy feliz con lo que hago.
Si en un futuro tiene usted un hijo, ¿le llevará a una corrida de toros?
Por supuesto, además, creo que lo que hay ahora mismo es mucha mala información. Yo tengo dos sobrinitas, una de dos y otra de tres años y desde que son pequeñas están pisando las plazas de toros; las saco y doy la vuelta al ruedo con ellas en brazos, tiene que ser que lo vean como algo natural y explicárles por qué son las cosas, que el crío entienda lo que ve con normalidad.