Río 2 es un carnaval fuera de control
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Dos estrellas. Así es Río 2 y no lo digo como cumplido. Es como si los que hacen el carnaval de Brasil no hubieran ensayado y hubieran llegado crudos y tristes al evento
No conozco la primera parte (lo siento) pero no es necesario haberla visto para entender lo que sucede en esta. Una trama básica, mal contada. Uso comillas porque la historia en esta secuela es poco relevante. Lo que si les importó era llenar el póster de gente famosa para poder hacer dinero rápido y fácil a costa de todos los niños, que disfrutan pájaros cantando y bailando de la misma manera que disfrutan una de esas bebidas congeladas fosforescentes que les venden en el cine a doscientos pesos.
Qué mala combinación, niños en el cine con sobredosis de slurpee y Río 2. Es una combinación que equivale a la famosísima torta de tamal chilanga, una sobredosis de masa, pero, en este caso, de azúcar. Lo siento por ustedes, papás, que tienen que tolerar dos horas de esto.
Como habrán leído (o no), no soy alguien anti-caricaturas; algunas de las películas que he reseñado con más entusiasmo son animadas. Pero hay películas animadas que entretienen y que tienen corazón y cerebro, y luego hay otras como esta.
Después de los eventos de la anterior, Río (Jesse Eisenberg) está instalado con su esposa Jewel (Anne Hathaway) y sus tres hijitos, quienes viven felices en la gran ciudad. Todo esto cambia cuando terminan en la jungla amazónica, donde Río tendrá que confrontar a otros pájaros, entre ellos el rencoroso Nigel y el más temeroso de todos: su suegro.
Río está bien hecha. Cómo no se iba a ver bien algo con un presupuesto de ciento cinco millones de pesos? El look-and-feel está bastante bien, y la película tiene momentos musicales bastante bien logrados, pero más allá de esto no hay nada de sustancia.
Es una cacofonía que se vuelve intolerable para alguien mayor a los doce años. Como buena segunda parte de película animada, tratan de hacer todo lo que les funcionó en la primera, pero más, en esteroides. Más fuerte, más brillante, más todo. Y la realidad es que no todo en exceso es bueno, y este es el principal pecado de esta cinta. Es un exceso escandaloso a tal grado que te deja sintiéndote vacío al salir del cine.