Reflejo de lo que somos
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Cierto día llamé a un amigo por teléfono, -no se encontraba- era la respuesta que me dio su mujer. Preguntó cómo estaba y le dije que bien, empezó a hablarme del último libro que estaba leyendo, uno muy interesante que se llama "Ser como el río que fluye" de Paulo Coelho, un manual para viajeros donde se reúne gran parte de la filosofía de este autor que ha quedado desperdigada por ahí en las páginas de diferentes diarios de todo el mundo.
Su charla tan interesante me envolvió sin querer, cuando me di cuenta que yo llamaba para buscar a mi amigo y que dentro de poco tendría que volver al trabajo, la interrumpí y le volví a preguntar por mi amigo. -No está- fue su única respuesta, regresando en segundos a las narraciones de uno de los pasajes del libro que estaba leyendo.
Me despedí diciendo que llamaría a mi amigo más tarde. -No está-, volvió a decir con voz serena. -Nos hemos separado-. Sin yo preguntarlo empezó a contarme su historia.
Ella se había casado enamorada, como todas las que se casan, al menos la mayoría, porque en estos tiempos modernos muchas se casan sólo por interés. Creía amar y ser amada, en su mundo no hacía falta nada ni nadie, sólo se componía de ellos dos y con eso bastaba.
Poco a poco la fue alejando de sus amigos de la universidad, ella lo vio "normal", ya era una mujer casada y debía comportarse como tal; ya no estaba para esos juegos de ligue y escapadas a los antros con las amigas, orgullosa decía "mi marido" merece todo mi respeto y atención.
Como su familia vivía en otra ciudad, estaba acostumbrada a verles realmente poco. Muy de vez en cuando se escapaban un fin de semana y regresaban de un día para otro. En su casa lo adoraban, era amable, atento, educado y sobre todo, muy cariñoso con ella. ¿Cómo explicarles ahora que él había cambiado tanto? En casa no le hablaba, la trataba a gritos, le daba miedo mirarle a los ojos; con la pura mirada la controlaba y no era capaz de dar un paso si antes él no lo aprobaba. Si tenían intimidad, simplemente la utilizaba, terminaba y después se tumbaba en el sofá a ver la televisión. No sabía que todo eso que él le hacía se llamaba maltrato psicológico. No se dio cuenta en qué momento empezó su calvario, ella se había casado enamorada.
Delante de la gente la trataba de una manera, y a solas, se volvía un ser prepotente que sólo le daba órdenes y le hablaba con menosprecio. Ella siempre pensó que él era como un niño pequeño, por eso lo amó y lo sobreprotegió. Ahora descubrió que él únicamente intentaba minimizarla a ver si podía hacerla más pequeña que su propia sombra.
Al fin ha abierto los ojos y se ha podido dar cuenta de cuál es la situación real en la que ha vivido durante estos últimos años de su existencia. Ha podido poner sus pies sobre terreno sólido y dar ese primer paso hacia una nueva vida.
Simplemente dejó que su ser fluyera libremente en ese río de su propia existencia.
De mi amigo no supe más, preferí no buscarlo. A mí me gustan las personas auténticas y no aquellas que tan solo dejan ver un breve reflejo de lo que en realidad son.