Seiscientos siete votos en contra... desde Europa
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En el oscuro momento por el cual atraviesa el ejercicio del periodismo y la defensa de los derechos humanos en México, la moción de censura votada por el Parlamento Europeo en contra del gobierno lopezobradorista representa un signo de aliento para quienes, desde aquí, trabajan cotidianamente en la defensa de las libertades esenciales.
Nadie se haga ilusiones, desde luego. La posición fijada por la abrumadora mayoría de los eurodiputados no va a modificar un ápice de nuestra realidad. Al menos no de inmediato. Y la prueba de ello la tuvimos la noche misma del jueves pasado cuando conocimos –con estupor, incluso de no pocos acólitos del régimen– la primitiva “respuesta oficial” del Gobierno de México.
Luego vino lo predecible: el reconocimiento expreso de parte del presidente (con minúscula) de haber sido él mismo quien redactó el texto en el cual se tilda de “borregos” a quienes, desde el Viejo Continente, puntualizaron la realidad evidente para cualquier mexicano.
Tal realidad se traduce en datos puntuales con los cuales se construye un diagnóstico inapelable: el nuestro es el país más peligroso del planeta para ejercer el periodismo, fuera de las zonas de guerra. Y respecto de esa realidad, el Gobierno de México no solamente no hace nada sino al contrario: contribuye con su retórica de odio a empeorar la situación.
Acostumbrados como estamos a estirar nuestra capacidad de asombro, poco podría extrañarnos la “argumentación” con la cual López Obrador construyó ayer su defensa –no la del país, sino la suya, la personal–: en los dos meses y medio de este año han sido asesinadas cinco mil personas y de esas, “apenas” cinco eran periodistas.
Sólo le faltó al hijo pródigo de Macuspana acusar a los comunicadores de ser unos exagerados y de no aguantar nada. Porque además, en la retorcida lógica presidencial, si no ha sido el Estado el perpetrador de los homicidios, nada puede reclamársele a él, aún cuando, al decir de sus feligreses más ardorosos, encarne a la patria misma.
En el universo AMLO nada puede –y seguro tampoco debe– hacer el Gobierno para impedir el asesinato de periodistas (o de cualquier otra persona) y por ello, si alguien es ejecutado, el reclamo debe dirigirse a otra parte. De preferencia, desde luego, al pasado.
Además, ¿quién puede reclamarle nada a un jefe de estado cuyo compromiso con sus deberes le lleva, todos los días, a levantarse a las cinco de la mañana y sostener una sesión diaria con su gabinete de seguridad? ¡Nadie trabaja tanto como él para reducir la violencia en México!
Nadie fracasa tampoco de forma tan estrepitosa pero eso, desde luego, es una minucia insignificante, un detalle nimio al cual solamente los malintencionados pueden prestarle atención.
Por ello la selección de palabras usadas en la respuesta al Parlamento Europeo no podía ser otra: debía decirse, y se dijo, cómo los 607 eurodiputados cuyo voto acompañó la resolución con la cual se conmina al Gobierno de México a modificar su actitud ante la violencia generalizada, tan solo se pusieron al servicio del “bloque conservador y golpista”.
Los periodistas y defensores de derechos humanos debemos tenerlo claro: seguiremos solos y bajo asedio al menos hasta el final de este sexenio. Pero la resolución del Parlamento Europeo al menos deja en evidencia algo sumamente valioso: hay voces afuera dispuestas a acompañar la denuncia, el reproche y la exigencia.
El abandono del silencio es, por lo pronto, un estímulo suficiente para mantener la posición y perseverar en la batalla diaria.
¡Feliz fin de semana!
@sibaja3
carredondo@vanguardia.com.mx