Carta a la madre de un loco
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POR: Julio César Rodríguez Pérez
Confié en ti plenamente. Te lo he prestado con la certeza de que sólo harías una llamada, pero no fue así. Decidiste ir más allá. Empezaste por Facebook, continuaste con WhatsApp y remataste con mi galería. Fue estúpido creer que sólo llamarías a la abuela para que trajera más cosas del mercado. Mi propia madre me hizo una mala jugada. Te juro que no sé cómo llegaron esos mensajes y videos grotescos a mi dispositivo. Quizás fui hackeado, yo qué sé.
Bien pudiste dejar esto entre nosotros o mínimo primero investigar, pero hiciste tu santa voluntad. Iniciaste un drama, empezaste a gritar y lanzar reproches. Te encargaste de que toda la colonia se enterara de lo ocurrido. Al llegar la abuela le contaste de inmediato, así como a toda la familia. ¡Por dios, mamá! Arruinaste la cena y me hiciste quedar como un pervertido de clóset.
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Te entiendo. Te dejaste llevar por tus emociones al ver que tu pequeño hijo tenía contenido ilícito en su móvil. Recalco que no sé cómo llegó eso allí. ¿Pero no crees que fue un poco radical llamar a especialistas, sin antes escuchar una explicación de mi propia voz? Ahora estoy en un hospital psiquiátrico siendo acusado de psicópata. ¿Puedes creerlo, mamá? Una vez te vi besar a un niño en la boca y no te denuncié por pedófila, ¿o sí? Lo sé, quizás exageré con mi ejemplo, pero entendiste mi punto.
Me acusaste de misógino y depravado sexual. Toda la cuadra vio cuando me subieron al vehículo que me transportaría al instituto de salud mental. Te vi llorar cuando arrancó la camioneta como si hubiera cometido un grave crimen. Fuiste una reina del drama y, como siempre, me dejaste en ridículo.
Estoy desesperado. Tengo hambre, mamá. Sólo me dan dos comidas al día. Es horrible estar aquí. Por favor, mamá, hablemos. Responderé a todas tus dudas con tal de demostrarte mi inocencia y me puedan sacar de este lugar.
Creí que no iba a soportar los seis meses de tratamiento; sin embargo, la prisa de todo fue increíble. He pasado ya dos años de encierro... y todo por prestarte mi celular.
Honestamente, ahora tengo sospechas de ti, mamá.
Siempre supe que tus visitas inesperadas a mi habitación eran por algo más. Me amabas mucho, pero no más que a mi cuarto, su diseño, amplitud, esquinas para tus libreros y sobre todo la luz del sol que caía en la tarde por la ventana. Buena postal de Instagram.
Preferiste ahorrarte la crianza de un hijo que una visión romántica, ese deseo insano por escribir. Virginia Woolf les inspiró a tener su propia habitación, pero ¡no se refería a esto, mamá! Buena movida. Ahora tu club de escritura para señoras se hará realidad. Serás la mejor. Te encanta inventar historias.
El autor estudia el cuarto semestre en el CBTa No. 22 la carrera de Técnico en Ofimática. Le apasiona estudiar programación, escuchar rock y ver anime. Aunque nunca le apasionó la literatura, mostró buenas habilidades para ello, así como en ajedrez y guitarra
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