Nora Sandigo vela por cientos de niños estadounidenses de padres deportados
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"Lo más doloroso es saber que se está lastimando a los más frágiles, a los que más debemos proteger", lamentó esta nicaragüense de 48 años
Miami, EU.- Nora Sandigo se separó de sus padres cuando apenas tenía 17 años y huía de los sandinistas en Nicaragua, y ahora es la guardiana legal de 817 niños estadounidenses de padres deportados, y además vela por otros 568 hijos de inmigrantes.
"Lo más doloroso es saber que se está lastimando a los más frágiles, a los que más debemos proteger", lamentó esta nicaragüense de 48 años en entrevista con Efe al referirse a la separación de familias debido a las cerca de 1,000 deportaciones de indocumentados que se producen a diario.
Estos jóvenes estadounidenses "no tienen ni voz ni voto, sino hasta cuando cumplen los 18 años" y en el camino les están violando el "sagrado derecho de tener una familia", cuestionó la activista.
Nacida en la localidad de Comalapa, a unas 80 millas de Managua, Sandigo lleva 26 años en Estados Unidos, y desde la primera semana en el país comenzó a trabajar en favor de los inmigrantes. Todo comenzó en Church World Service, una organización a la que había ella misma acudido por ayuda.
"Vieron que yo era bastante despierta y me pidieron trabajar con ellos", recordó con gran alegría esta líder, que ahora atiende a 817 niños estadounidenses, a los que suma 236 mayores de 18 años y no requieren más de guardián legal pero a los que sigue ayudando y otros 200 traídos de pequeños al país por sus padres, los cuales también fueron deportados.
Como si eso fuera poco, Sandigo recibió recientemente a 132 menores que llegaron solos como parte de la oleada de más de 66.000 niños, en su mayoría centroamericanos, que han huido de sus países por la violencia, pobreza y falta de oportunidades.
"Yo llegué como una niña con una historia de sufrimientos", rememoró, al contar que salió de Nicaragua con sus tres hermanos en una huida de la guerra civil en 1984 con rumbo a Venezuela, para luego viajar a Estados Unidos cuatro años más tarde.
Sandigo cursó varios programas técnicos en Miami y tiene el sueño de estudiar Derecho, aunque indicó que en tantos años de activismo y cabildeo en Washington DC ha aprendido mucho de leyes "para defender la causa".
"Soy una inmigrante desde 1984, porque eso es lo que somos", exclamó sorprendida al recordar que lleva 25 años protegiendo a los indocumentados a través de su propia organización, American Fraternity.
Sandigo, quien vive en Florida con su esposo Reymundo y sus hijas Athena, de 17 años, y Jerry Ann, de 5, se define como la encargada de "velar responsablemente por estos menores" ante los padres deportados.
Ella, más una empleada de medio tiempo y 118 voluntarios conforman la organización de caridad, que aseguró, no recibe fondos del Gobierno ni de los padres deportados para cuidar a estos niños con edades desde días de nacidos hasta su mayoría de edad.
"Las condiciones ni el trabajo son lo mismo en nuestros países", aseveró Sandigo sobre las posibilidades de ayuda de quienes han sido repatriados desde Estados Unidos y señaló que el objetivo inicial como guardiana es que los menores no sean llevados a los refugios temporales.
"Norita", como la llaman los niños, indicó que ella nunca va a ocupar el lugar de los padres, pues su papel es el apoyo legal y moral para estos jóvenes, al igual que satisfacer necesidades básicas que no puedan ser atendidas por los parientes y amigos de los deportados, quienes son los responsables de cuidarlos en catorce estados.
Sandigo viaja con frecuencia a Washington DC, donde es la voz de estos niños y una portavoz en contra de las redadas, las deportaciones y a favor de una reforma migratoria que incluya la reunificación familiar.
Aunque es consciente del estancamiento de la reforma migratoria en el Congreso, afirmó que no es un momento de "quejarnos ni de colgar los guantes".
"Cuanto más oscuro está, es que más pronto va a amanecer", aseguró.