Mira California la catástrofe japonesa con miedo y negación

Internacional
/ 16 marzo 2011

Según el Southern California Earthquake Center, es muy posible que se produzca un sismo como el de Japón en unos 30 años.

Los Angeles, EU.- Con las imágenes del violento terremoto y la  posterior crisis nuclear en Japón en el foco de los medios norteamericanos, resulta cuanto menos irónico que la película más popular en Estados Unidos esta semana sea una pequeña y mordaz producción llamada "Battle: Los Angeles", donde la vibrante metrópolis californiana aparece asolada por una invasión alienígena.

En la versión de Hollywood, la ciudad acaba siendo salvada de la destrucción total por un intrépido puñado de marines, pero harían falta mucho más que unos cuantos soldados valientes para salvar Los Angeles si ésta tuviera que enfrentarse a un peligro mucho más probable: un nuevo terremoto.

Según el Southern California Earthquake Center, es muy posible que se produzca un sismo así en unos 30 años. La institución calcula que hay un 99.7 por ciento de probabilidades de que un temblor de 6.7 grados en la escala de Richter golpee California en ese espacio de tiempo, y un 46 por ciento de que su magnitud sea de 7.5 grados.

El sismo de 9 grados que sacudió el noreste de Japón el pasado viernes y el consiguiente tsunami de 10 metros han causado la muerte a miles de personas -con cifras que crecen a diario- y han desatado la mayor crisis nuclear después de Chernobil.

Muchos californianos no necesitan que las estadísticas les hablen del potencial destructivo de un temblor, pues recuerdan el terremoto de 6.7 grados que sacudió Northridge en 1994 (57 muertos, 20.000 millones de dólares en daños) y el de 7.1 grados que asoló Loma Prieta en 1989 (63 muertos, 15,000 millones de dólares en daños).

Pero son más los que prefieren ignorar los peligros de un sismo, especialmente ya que este estado ha sufrido varios temblores considerables en los últimos años que apenas causaron daños debido a que sacudieron zonas deshabitadas, explica Tom Jordan, director del Southern California Earthquake Center.

"Hay un falso sentimiento de complacencia en California", dijo a dpa. "Definitivamente, nosotros no estamos tan bien preparados como Japón."

El estado más poblado y vital de Estados Unidos comparte con Japón quizá los mayores riesgos. Tiene dos plantas nucleares sobre líneas tectónicas o cerca de ellas. La planta nuclear de San Onofre, cerca de San Diego, está diseñada para resistir un terremoto de siete grados de magnitud y un tsunami de ocho metros, mientras que la central nuclear Diablo Canyon, 300 kilómetros al norte de Los Angeles, podría resistir un sismo de 7,5 grados.

Según los sismólogos, la estructura de las líneas tectónicas en California señala pocas probabilidades de que el estado sea sacudido jamás por un terremoto superior a siete grados. Pero a la luz de la inesperada fuerza del sismo japonés, muchos comienzan a cuestionarse esa afirmación.

Un portavoz de San Onofre insistía recientemente en la seguridad de la planta, pero señaló que la central extraerá las conclusiones necesarias del desastre ocurrido en Japón. "Analizaremos la situación en detalle y muy cuidadosamente, y tomaremos nota de toda lección que pueda ser aplicable aquí", señaló.

California realiza un buen trabajo a la hora de preparar a sus ciudadanos para hacer frente a catástrofes como un terremoto. Sin embargo, carece de dos ingredientes esenciales para mitigar una potencial tragedia: un sistema de detección temprana como el de Japón, que proporcionaría a los residentes algunos segundos vitales para refugiarse ante el riesgo de un sismo o un tsunami, y una amplia cobertura de seguros por terremotos para empresas y propietarios de vivienda.

Lucy Jones, científica del US Geological Survey, sostiene que hay muchas de las piezas para construir un sistema de detección temprana, pero las autoridades no disponen de los 100 millones de dólares que harían falta para completarlo. "Deberíamos estar mirando a Japón y aprender de cómo podría ayudarnos", señaló.

Mientras los prestamistas obligan a los dueños de las viviendas a asegurar sus propiedades, no sucede así con los seguros frente a terremotos, que no son cubiertos por las pólizas normales. Estos pueden costar hasta un diez por ciento del valor de la vivienda anualmente.

"Sólo un 11 por ciento de propietarios tiene uno", afirma Jordan. "El problema es que el seguro es básicamente inasequible, con elevadas primas y deducciones, por lo que no es un buen negocio desde el punto de vista financiero", añadió.

Además, la gente no está preparada psicológicamente para contemplar desastres de esta magnitud, señala el profesor de Biología Evolutiva Jay Phelan en la web insure.com. En su opinión, el cerebro humano se ha desarrollado para afrontar riesgos pequeños y frecuentes ... Pero no a los infrecuentes riesgos cataclísmicos que presenta un terremoto. "Se nos pide solucionar un problema para el que no estamos diseñados".

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