Mi esposa me salvó de morir: Guadiana
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Guadiana detalla a VANGUARDIA que todo el grupo que había estado de vacaciones en esa zona de Cancún, Playa del Carmen y Cozumel siete días completos, tuvo una comida de despedida en el restaurante Pepes, donde bromearon y comieron pescado y mariscos
Saltillo.- Tomó su maleta para dirigirse al jet que lo traería de regreso a Saltillo junto con sus ocho amigos pero una orden regañona de su esposa le salvó la vida, pues esa misma nave se estrelló al intentar aterrizar en tierras coahuilenses muriendo todos sus ocupantes. Así relata en exclusiva a VANGUARDIA el empresario Armando Guadiana Tijerina cómo prácticamente volvió a nacer hace unas horas.
Íbamos todo el grupo a dividirnos en dos camionetas, una para tomar el avión de regreso a Saltillo y la otra para el ferri para Cancún; yo me quería regresar con Toño (Antonio Dávila) y con Loera (Daniel). Tomé mi maleta para irme con ellos, pero en eso mi esposa me dio una orden: que me quedara con ella y mi hijo a una cena en Cancún a la que nos habían invitado, expresó consternado el aguerrido empresario.
Fue una orden regañona, pero ni modo, así fue; ya iba a tomar la maleta, pero ya no. Comimos juntos, nos despedimos al cuarto para las 4 (de la tarde) y ellos salieron yo creo un poquito después de las 5, y nosotros salimos a Playa del Carmen a las 4.
Ayer por la tarde el jet Hawker 800 de 8 plazas, matrícula XA-UKR, se estrelló en las cercanías del aeropuerto Plan de Guadalupe en Ramos Arizpe.
En el percance murieron las ocho personas que viajaban en la nave: el periodista Antonio Dávila Campos y su esposa Irma López de Dávila, Alejandro Dávila López, de 10 años de edad e hijo del matrimonio; Paulina Facio, amiga de la familia y quien era la secretaria particular de la presidenta del DIF de Saltillo, Lourdes Naranjo de López; así como el matrimonio compuesto por Martha Elena González de Loera y Daniel Gerardo Loera, quienes eran socios del comunicador y su esposa en un negocio de muebles. También murieron Alfonso Andrés Remond Ebergenyi, piloto de la nave, e Israel Cabrera Hernández, copiloto.
Guadiana detalla a VANGUARDIA que todo el grupo que había estado de vacaciones en esa zona de Cancún, Playa del Carmen y Cozumel siete días completos, tuvo una comida de despedida en el restaurante Pepes, donde bromearon y comieron pescado y mariscos.
Todavía en el ferri que me llevaba a Playa del Carmen hablé tanto con Daniel Loera como con Paulina, Irma y con Toño; con Toño hablé dos veces, porque me marca Toño y me preguntaba ¿En cuál ferri van?... Les dije Que les vaya bien. Luego todavía le marqué y le dije: llevan allí (en el avión) un whiskito, un tequila para que disfruten el vuelo y llevan de todo, botanas
Y el me dijo: No te apures. Luego me marca y me dice que ya estaban arriba del avión y que iban rumbo a la pista y que en unos minutos ya se iban; eran como las 5 de la tarde. Eso fue lo último (que le dijo Toño) y ya le dije yo que buen viaje, recordó.
Ya me puedo morir
Guadiana, propietario del jet, señaló que este viaje fue muy especial para sus invitados, pues se habían preparado para bucear, actividad que él practica frecuentemente.
Irma (López, esposa de Antonio Dávila) y su hijo se habían certificado como buzos el viernes e iban muy contentos. Fue un viaje muy especial para ellos es más, Irma dijo una expresión digna para recordarse: Oye, Armando, después de este buceo que hicimos hoy ya es lo más grandioso que he hecho en mi vida ya me puedo morir. Así dijo Irma.
Sobre el piloto Remond, quien tenía tiempo trabajando para él, dijo que nunca antes había tenido un incidente, que era una persona muy profesional y preparada, pero aparentemente tomó una decisión al intentar aterrizar pese a las condiciones climatológicas.
Guadiana y su familia se encuentran en estos momentos en el trayecto de Cancún a Saltillo, pues estarán en los servicios fúnebres de sus amigos.