Le roban oreja a Spínola en Madrid
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Fermín Spínola toreó con suavidad en tandas cortas, sobresaliendo unos naturales sin hilván de mucha estética. En el epílogo del trasteo el mexicano fue encunado, quedando la voltereta sólo en el susto
MADRID.- El mexicano Fermín Spínola ha formado un buen alboroto en su confirmación de alternativa, este miércoles, en Las Ventas de Madrid, con un toreo reposado, clásico y puro, sin embargo, castigado por "el palco", que le dejó sin trofeo.
El Día de la Hispanidad trajo a la plaza de Madrid la oportunidad de un gran torero mexicano, veterano ya en la profesión, y presumiblemente con gran reconocimiento en su país, pero desconocido por estos lares. Ha sido una grata sorpresa, la presentación en la monumental madrileña de este Spínola, que conoce a fondo el oficio y luce unas maneras envidiables.
Torero serio y recio, con mucha técnica y exquisitez en el manejo de las telas. Sus toros tuvieron buen fondo, y él acertó a encontrárselo pronto y bien.
Bueno y con calidad el de la confirmación, no obstante, sacó muy poquitas fuerzas. Spínola lo toreó con suavidad en tandas cortas, sobresaliendo unos naturales sin hilván de mucha estética. En el epílogo del trasteo el mexicano fue encunado, quedando la voltereta sólo en el susto. Faena en conjunto con muy buen argumento artístico en la que únicamente se echó en falta la chispa que no puso el toro.
Lo bueno vino en el quinto, un toro que no apuntó en los dos primeros tercios la calidad que iba a desarrollar en la muleta. Hubo sabor en las probaturas y una primera tanda de naturales de muy buen corte. Y fue al insistir por el pitón izquierdo cuando el trasteo tomó vuelo, con cuatro naturales más, perfectamente hilvanados, por abajo y con absoluta despaciosidad y limpieza. Toreo de altura.
Más por ahí, con el toro entregado ya sin condiciones. La misma ligazón y tanta estética, y todavía un pase del desprecio (en México lo llaman del desdén) de un encanto sobrecogedor. Qué delicia de toreo. Así, con el ambiente y la faena a más, todavía el toro respondió a derechas, y la última serie en redondo fue de auténtico acabose.
Cuando Spínola fue a cambiar la espada se palpaba el clima de acontecimiento tan poco frecuente, y por tanto tan trascendente, en Las Ventas. Y aún hubo más en ese buen aire que llevaba la faena, en la distancia corta nueva tanda con la muleta montada y un par de rematitos, de no va más.
La espada, qué lástima, cayó algo baja. Pero no escandalosamente baja como quiso dar a entender el presidente al negar el trofeo. Además el efecto fue fulminante y eso mismo disimuló que llegara a percibirse la mala colocación del acero. El caso es que donde pudo y debió haber dos orejas, el presidente lo dejó en ninguna. La vuelta al ruedo que dió el mexicano, no obstante, fue de clamor.
La tarde tuvo otros pasajes de interés artístico, en el prólogo de faena al segundo a cargo de "Frascuelo", que toreó por trincheras de primor, y en una serie de mucho empaque y torería por el lado derecho a este mismo toro, sin embargo, sin continuidad. El cuarto fue toro con genio, y ahí no pudo.
También Palacios firmo una serie de cautivadores lances a la verónica en el tercero, aunque en la muleta fue imposible. Y con el sexto no tuvo acople.