Ideales de Tiananmen siguen vivos
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"Soy el capitán de un barco que se hundió", comentó Wu'er Kaixi, quien tenía 21 años cuando estuvo entre los líderes de las protestas.
Beijing, China.- Algunos desaparecieron. Otros perdieron su libertad. Hay muchos que no pueden borrar ciertas imágenes de sus mentes o que se sienten culpables por haber sobrevivido.
El 4 de junio de 1989 los militares pusieron fin por la fuerza a semanas de protestas en China. Dentro del país, pocos se acuerdan de ese momento. Recuerdos personales pueden ser considerados subversivos.
Si bien la economía, la sociedad y las ciudades han sufrido grandes transformaciones en los últimos 25 años, los manifestantes y quienes los apoyaron quieren recordarle al mundo que otras cosas no han cambiado, que se sigue suprimiendo en China la disensión y la libertad de expresión. También aspiran a que el Partido Comunista deje de ocultar lo que pasó esa sangrienta noche, en que una cantidad indeterminada de personas murieron. Muchos siguen aferrados a la lucha por la democracia.
"Soy el capitán de un barco que se hundió", comentó Wu'er Kaixi, quien tenía 21 años cuando estuvo entre los líderes de las protestas. "Siempre me pregunto lo mismo; '¿por qué no morí?'. Creo que por el resto de mi vida voy a sentirme culpable y a tratar de hacer realidad los sueños de quienes fallecieron esa noche".
En 1989, Wu'er participó en una huelga de hambre y se hizo famoso cuando, luciendo las batas de un hospital, increpó al primer ministro Li Peng durante un encuentro televisado con los manifestantes. Dos semanas después fue testigo de lo que describió como "las atrocidades, la matanza" que hubo.
Logró escaparse del país oculto en una lancha.
Hoy, a los 46 años, divide su tiempo entre Estados Unidos y Taiwán. Trabaja en un banco de inversiones de Taipei, está casado con una taiwanesa y tiene dos hijos, de 19 y 16 años.
"Me sigo considerando un militante de la democracia, un disidente activo. Eso lamentablemente no da dinero, de modo que tengo que buscar otra forma de sostener a mi familia", expresó en una llamada con video desde Taipei.
Lucía una camiseta con la inscripción "Libertad para LXB", en alusión a Liu Xiaobo, activista y Premio Nobel de la Paz que cumple una condena a 11 años de prisión en China por actividades subversivas.
Wi'er dijo que su peor momento en el exilio lo vivió en 1989, al cumplirse el 20mo aniversario de la represión de Tiananmén. China había realizado unos exitosos Juegos Olímpicos en Beijing el año previo y se preparaba para su primera feria mundial, la Expo de Shanghai, y muchos decían que su economía había ayudado a sacar al mundo de una crisis financiera mundial.
"Pensé que el mundo estaba traicionando el ideal democrático, cediendo ante China", comentó. "Los militantes por la democracia chinos queremos seguir adelante con nuestra misión, completar nuestra obra".
En los últimos cinco años trató cuatro veces de volver a su país a ver a sus padres, que están delicados de salud, arrodillarse ante ellos y pedirles perdón por su sufrimiento, incluso si tenía que hacerlo desde una prisión. Pero, igual que tantos otros activistas, no solo tiene orden de arresto sino que tiene prohibido volver al país. Y a sus padres no se les permite salir para visitarlo.
"Esto es algo doloroso e injusto", sostuvo. "Pero mis padres me enseñaron a hacer lo que corresponde. Y sé que lo que hice en 1989 fue lo que había que hacer".
Mientras que algunos llevan un cuarto de siglo viviendo en el exilio, otros se han acostumbrado a vivir vigilados. El secretario general del Partido Comunista de entonces, Zhao Ziyang, un reformista que expresó cierta solidaridad con los manifestantes durante las protestas, fue acusado de dividir el partido y pasó 16 años bajo arresto domiciliario.
Su asistente Bao Tong estuvo preso siete años. Desde que fue excarcelado en 1996 vive abajo arresto domiciliario, estrechamente vigilado. Un periodista de la Associated Press logró burlar esa vigilancia y hablar con Bao en su casa.
Bao dijo que el tiempo parece haberse detenido en algunos aspectos.
"En esa época le tenían miedo a los estudiantes y sacaron tanques y armas para reprimirlos", expresó. "Hoy no se animan a decirle eso a la gente. No se animan a decir la verdad de lo que sucedió".
Bao cree que al menos el 99% de la responsabilidad de sacar el ejército a la calle es del gobernante de entonces Deng Xiaoping, quien falleció en 1997.
"Quería preservar el sistema unipartidista y seguir gobernando China", afirmó. "Creía que si la gente tomaba el control del país, haría a un lado al Partido".
"Ya falleció, pero sus sucesores siguen sin animarse a decir que se equivocó", acotó.
Wang Nan tenía 19 años y estaba a punto de terminar la secundaria. De pura curiosidad, tomó su cámara y se unió a la gente que había ocupado la plaza. No se volvió a tener noticias suyas.
Alguien le dijo a su familia que había muerto tras recibir un tiro en la cabeza cuando los soldados impusieron la ley marcial.
Su madre Zhang Xianling conserva sus cartas, sus fotos, su carnet de estudiante y su certificado de defunción, así como una foto de su cadáver tomada por un estudiante. Nunca mira la foto.
Zhang forma parte hoy de la agrupación Madres de Tiananmén, una organización que trata de conocer la verdad de lo sucedido y de hacer que se haga justicia.
Las autoridades le impiden hablar en público de lo sucedido entre la primera semana de abril y el aniversario del 4 de junio. A veces un agente la lleva al cementerio para que visite la tumba de su hijo y se asegure de que ningún periodista ni partidario la acompaña.
"Llevaré esta herida en mi corazón por siempre", dijo Zhang en su casa de Beijing. "Antes lloraba y lloraba en el aniversario. Ya no me quedan lágrimas. Pero soy más fuerte y seguiré luchando por vías pacíficas y racionales para que se condene la brutalidad".
A Chen Guang, un soldado adolescente del Ejército de Liberación Popular, se le asignó despejar la plaza tras la represión. Posteriormente dejó el ejército y se dedicó al arte. Pero sus recuerdos de las cenizas, de los cabellos y de las fogatas han influenciado sus cuadros, algunos de los cuales son tan realistas como las fotos.
Pinta lo que vio --bicicletas, libros, zapatillas-- o recrea escenas de fotografías que tomó.
Chen planteó que se debe hablar abiertamente de la represión y fue detenido a comienzos de mayo. Testigos dijeron que la policía se llevó algunos de sus cuadros. Unos días antes había conmemorado el 25to aniversario con una función en un estudio prestado con una docena de amigos.
Por Louise Watt e Isolda Morillo/AP