Gilberto, del ejido Trinidad, es campeón olímpico
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Gilberto, alumno de la escuela Conafe del ejido La Trinidad, municipio de Saltillo, obtuvo el primer lugar estatal en la Olimpiada del Conocimiento en Mèxico
¿Qué se puede aprender en un salón improvisado con las tripas en guerra por un trozo de alimento, aunado a la preocupación de una enfermedad en la familia?
La interrogante se lanza al vuelo, el camino se vislumbra por demás complicado, más no imposible.
Envuelto en tierra, sin anuncios luminosos ni guías turísticas que lleven a La Trinidad, municipio de Saltillo, lugar donde aparentemente vive Gilberto, quien a los 12 años ya demostró tener más carácter e ímpetu por estudiar que muchos niños saltillenses.
Entre saltos por piedras, pozos y maniobras de emergencias por animales que se cruzan el ejido La Trinidad, parece no figurar ni en la memoria colectiva, ni en la señalética que le olvidó o simplemente no quiso verle.
Gilberto pudiera estar jugando entre los árboles o leyendo algún libro, no lo sabemos, lo único cierto es que es uno de los ganadores de la Olimpiada del Conocimiento Infantil 2007-2008, y sin duda algo especial debe haber en él.
El camino recorrido sólo fue tiempo que se perdió, Gilberto se encuentra en casa de un familiar en la ciudad de Monterrey y su estancia ahí no obedece a ningún viaje de placer. Una colonia apartada del glamour de la vecina ciudad alberga a la familia Pérez Reyna, en la cual Gilberto es el único hijo varón. Un muchacho delgado, tímido, con la cara cubierta de pequeñas manchas casi invisibles, aparece en el barandal, sus ojos se pierden cuando sonríe y con algo de miedo, en voz baja relata su experiencia en la Olimpiada, "fue una experiencia nueva, sentía mucha emoción, no creía que iba a ganar, porque sentía que no estaba muy preparado, los demás se veían como que sabían más, que estaban más preparados; en el examen venía agrupar palabras como agudas, graves".
Con la cara cubierta de gotas de sudor, dice que lo que más fácil para él son las matemáticas. "Se me hacen más fácil las matemáticas, los problemas de razonamiento, como los que son para multiplicar. y me gustan más que la historia, porque esa sí se me hace difícil".
Él recuerda las tardes en las que pasaba estudiando con su maestro Francisco Ledezma, su profesor de tan sólo 23 años y que no concluyó la preparatoria y de quien a decir de Gilberto le enseñó muchas cosas.
Ledezma es instructor de la Conafe y dice que entró como instructor con la intención de buscar si su vocación era la de ejercer la docencia, "ahora estoy seguro de quiero estudiar en la Normal e irme a una colonia apartada, ahí hay más convivencia con la gente", expresó Ledezma.
La noticia
La noticia de que Gilberto había pasado a la final la recibieron primero sus padres, "les dijeron primero a mis papás, luego ellos me dijeron a mí y yo sentí mucha emoción; nos llevaron a Teotihuacan, Six Flags. Estuvo divertido".
Ante la interrogante de a quién admira, Beto, como lo llama su mamá, dijo con seguridad: "Admiro a los instructores de Conafe porque llegan a lugares muy apartados para, aunque sean pocos los niños, puedan estudiar; me gustaría ser instructor de alguna comunidad".
Sobre sus gustos, explica: "Me gusta mucho jugar futbol; Gilberto dice que le dedica alredor de una hora a ese deporte; Bob Esponja, Powers Rangers, la veo como una hora o dos, me gustan los videojuegos, pero no tengo, pero mi tío tiene y lo he jugado".
La enfermedad
Los sueños de un niño de 12 años tienen diferentes matices, y así es Gilberto, sueña con algo poco común; "me gustaría que le pusieran un trasplante de médula ósea a mi hermana, porque tiene leucemia".
La leucemia es lo que alejó el fin de semana a Gilberto del ejido La Trinidad. Imelda Reina, madre de Beto, explica, "yo no pude ni ir a la premiación porque tengo una hija enferma y ya tengo dos años batallando mucho con ella, el mayor tiempo me la paso en Monterrey y mi hija, la mayor, es la que se hacía cargo de todos, y aun así, Beto le echó ganas porque era para que quizá no estudiara, pero él siempre se ha mantenido en primer nivel y desde que estaba en otra escuela se le han dado los diplomas; en deportes, si hacían concursos de lectura o matemáticas él los ganaba.
La situación económica complicada que se vive no es un secreto y se evidencia en la familia Pérez Reyna. "Para nosotros es más difícil porque vivimos en un rancho marginado que muy apenas se está metiendo el Gobierno ahí; el camino está mal, en un carro bajito no se puede pasar. Gilberto va iniciar su secundaria y le va ser muy difícil porque va a viajar muchos kilómetros para que ellos salgan a estudiar, es muy batalloso.
"Mi esposo tiene un carrito que mi hija la de la preparatoria lo maneja y es la que se va para la estación más cercana y agarra un camión, ellos han luchado para estudiar, a veces llegan todos enlodados, se les queda el carro, pero lo han sabido valorar.
Cuando la enfermedad se agravó, Imelda recuerda que hubo momentos de flaqueza. "Hace un año no podíamos, a veces no había ni con qué venirse para acá, ni comida en la mesa: después pensamos mi esposo y yo que tenemos dos manos y tenemos que salir adelante, de primero me daba mucha vergüenza pedir, pero hay una amiga que se llama Norma Sánchez, de Desarrollo Social que nos ayudó a salir adelante y nos canalizó con un psicólogo; ella ha sido un apoyo muy fuerte para nosotros. El DIF nos de 300 pesos por mes y una despensa también mensual .
"En un principio no podía ya, después dije, tengo dos manos y ahorita estoy vendiendo ropa y hemos salido adelante; a mi esposo no lo vemos, él trabaja en Bachoco y su sueldo es muy poco, gana 700 pesos para ocho personas y todavía ir a Monterrey. Él lo que hace es cuando sale del trabajo se pone a manejar un tractor o a hacer puertas, casi no lo vemos, pero ahí está luchando por sus hijos.
Por Imelda, dice, no repararan en hacer cualquier esfuerzo que sea necesario para ver a sus hijos realizados, sobre todo con los frutos recogidos, como lo fue el que haya sido ganador, "al empezar la Olimpiada yo le escribí una carta y le dije que le echara ganas porque para mí él ya era el campeón, porque al inicio también fue un niño enfermizo. Es mi único hombre y estoy muy orgullosa de él. Él es muy gracioso, por todo se ríe, siempre se está riendo; es el que nos hace reír en la casa cuando estamos tristes, busca la manera de que no estemos cabizbajos. De cualquier forma siempre está chistosito. Yo sentí mucho orgullo, nada más que en esos momentos no pude estar con él porque andábamos acá, pero yo siempre le dije, que ganara o no ganara, él seria el triunfador; de momento no lo creíamos y luego ya llegó la fecha y pues más, siente uno mucho orgullo. Mi esposo es muy serio y al principio no decía nada, pero después ya estaba todo emocionado porque también lo vio en la tele y ya andaba bien emocionado".
Trinidad-Saltillo y de regreso
Hace tiempo intentaron vivir en la ciudad a fin de darles una mayor oportunidad a sus hijos, pero esto no funcionó, "ya intentamos vivir en la ciudad y no la hicimos, por el mismo sueldo de mi esposo, en un principio todos dicen, `vente para acá', pero pues somos muchos, nos prestaron unos cuartos allá en Saltillo, pero no la hicimos porque había veces que no teníamos ni para comer, yo tuve que dejar a Gilberto en el rancho y estábamos todos desunidos, fue muy duro vivir en Saltillo; allá tienes que tener dinero y en el rancho hay elotes, frijol, lo que sea, pero hay; el gas está muy caro, todo es caro; en el rancho como quiera, si se acaba el gas, hay leña".
Sin embargo, en un futuro habrá que emprender nuevamente el vuelo, "tendré que hacerlo porque mi hija va a entrar a la carrera, ella dice que quiere ser maestra, yo digo que no porque aseguran que ya no hay futuro como profesor porque ya no hay plazas, yo le digo que lo piense. Nosotros vamos apoyar a nuestros hijos, no vamos a bajar la guardia", puntualizó.
El futuro es incierto en todos los sentidos, lo verdadero es que el cariño con que Gilberto juega con sus hermanas y el amor que su madre desprende de sí para ellos está alejado de las poses, y sin duda ha sido una sólida base en su formación. Por lo pronto, los árboles de La Trinidad y el viejo estanque donde juegan fútbol, ya esperan a Gilberto para que despida sus vacaciones y emprenda la aventura de la secundaria en Ojo de Agua.