Funeral de Reyna, crónica del adiós
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En la capilla funeraria de las calles Aldama y Emilio Carranza no le cabía ni un alma más.
Saltillo.- En la capilla funeraria de las calles Aldama y Emilio Carranza no le cabía ni un alma más. Cientos de estudiantes y familiares acudieron a llorar junto al cuerpo de Reyna Méndez, la estudiante de la UAAAN que falleció tras ser atropellada por un maestro el 7 de mayo pasado.
En el exterior, un tumulto guardaba silencio, otros lloraban, mientras Javier López, uno de sus compañeros de clase, cruzó la calle para comprar una rosa blanca y regresar a hacer fila para despedirse de Reyna, la chica alegre a quien no volverá a ver sonreír.
Media hora tardó el estudiante para llegar al féretro, el amplio pasillo de la capilla se vio copado por la gran cantidad de gente que se apretujaba para avanzar un poco, entre arreglos florales que no dejaban de entrar, el sollozo de jovencitas y de vez en cuando alaridos de dolor de los familiares que no encontraban consuelo.
Maestros, compañeros, tíos, primas, amigos y amigas de Reyna avanzaron, igual que Javier, lentamente, hasta encontrarse con el ataúd blanco. Encima, un cuadro con la imagen de Reyna dibujada a lápiz, y en la pared, junto al crucifijo, fotos de una estudiante sonriente en blusa blanca, pelo negro y labios delgados, que ya no volverá a la Narro.
Fue lo único que quiso ver Javier, se conformó con las fotos, en unas con blusa rosa, otras aferrándose pícara a un micrófono, una más durante su infancia. "Ya, hasta aquí", dijo a uno de sus compañeros de fila, y le pasó la flor blanca para que fuera él quien depositara la ofrenda. Dio media vuelta y salió.
Allá, junto al féretro, los padres de Reyna, don José Luis Méndez de pie, erguido y llevando la tristeza a cuestas, "les pedimos mucho respeto, respeten nuestro dolor", había dicho a la prensa cuando vio llegar las cámaras. Junto a él, sin parar de llorar, su esposa, María Antonieta Encinas se aferraba a las condolencias y muestras de apoyo.
De regreso, en los pasillos, los estudiantes que conocieron a la joven fallecida se preguntaban si iba a asistir el rector, Eladio Cornejo, quien hasta las diez y media que estuvo ahí Vanguardia, no se había presentado a emitir las condolencias.
Los que si abundaron fueron los maestros y sus compañeros. "Era una chica muy alegre, le caía bien a todos, mire como la querían que aquí está lleno, ella debe estar descansando en paz por todo el amor que le están mostrando sus amigos, su familia. Nos duele, pero es porque la quisimos mucho", dijo la catedrática Ester Medina.
Nadie quiso hablar sobre las acciones legales que se pudieran emprender contra el maestro que la atropelló, ahora con el fallecimiento de Reyna. "Hasta que pasemos por esto, que es difícil, vamos a ver que se va a hacer", señaló un familiar".
Hoy será sepultada, y se espera que una gran cantidad de alumnos de la UAAAN asistan a dar su último adiós. La rosa blanca depositada por Javier, junto con el resto de las flores, incluyendo a la misma Reyna, se irán hoy bajo la tierra regadapor el llanto de todo el cariño que cosechó en vida, según platicaron sus familiares, y como dijo una de sus tías, "y que no se irá, ni ahora con su muerte".