Festejarán en Viesca a mamá de 101 años de edad
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A mí todo me gustó, todo lo supe hacer, nunca tuvimos dinero, yo cocía, molía, hacía tortillas, porque entonces se acostumbraba a hacer tortillas a mano, hacer costuras, todo trabajo de casa, relata.
Viesca, Coahuila.- Nacida, criada, casada y enviudada en Viesca, la señora Adela Vélez Adriano, a sus 101 años de edad, será festejada este 10 de mayo por sus 52 nietos, 34 bisnietos y los hijos que aun le quedan.
Doña Adela, como es conocida en esta cabecera municipal, con la vista un poco deteriorada, al igual que su sentido del oído, pero con una mente lúcida y un caminar que deja asombrados a todos los que la conocen, es la que lleva las riendas de su familia.
Dice que todo el tiempo ha sido humilde, hasta el presente, no tuvo estudios, solo trabajos domésticos, más bien pura cocina.
A mí todo me gustó, todo lo supe hacer, pero ya le digo, nunca tuvimos dinero, yo cocía, molía, hacía tortillas, porque entonces se acostumbraba a hacer tortillas a mano, hacer costuras, todo trabajo de casa.
Comenta que también le gustaba bailar como me las ponían, brincaba. Me gustaba zapatear al ritmo del violín y el arpa o vitrola.
Para los lectores de Vanguardia, cantó un versito: Me voy de soldado raso, voy a cruzar a las filas, a estos valientes muchachos que dejan madres queridas, que dejan novias llorando, llorando su despedida, Virgen Morena, Virgen de Guadalupe, cuídame a mi madre mientras vuelva.
También recitó: Madre querida, madre adorada, muy de mañana me he levantado, en ti he pensado con grande amor, tú me has dicho que si soy buena, ninguna pena tendrás por mí, pues yo te aseguro que seré buena y aunque me cueste algo de pena, el sacrificio indica amor, dame tus brazos, ten mis brazos que con ellos madre seré feliz.
Platica que a sus hijos les daba consejos, ya sea contenta, enojada o llorando, les pedía que fueran obedientes, unos se fueron a Monterrey a donde iba con cajas llenas de flores, porque sabía hacer flores, las llevaba y ellos salían a venderlas.
De mis hijos, unos si estudiaron, otros no, pero pobrecitamente los pude sacar adelante, mi esposo cuando nos casamos puso el pie de cabra, para que sus hijos no tuvieran hambre.
Manifiesta que extraña a su esposo, pero pues Dios lo recogió, ahorita con 32 años de viuda, aun lo recuerda porque fueron muy felices, no disgustos, ni él me levantó la voz ni yo tampoco, todo el tiempo nos supimos respetar. Entonces se acostumbraban las serenatas, no me las llevó de señorita, pero de casada sí.
Ahora la vida es muy distinta, no respetan a los padres y más antes sí, había mucho respeto, ahora va el novio, la saca y la lleva hasta que le da su gana, antes no había eso, ni que le tomaran a uno la mano.
Respetábamos la iglesia, ahora ya no la respetamos, no entraba uno descobijada, ni sin medias, hoy no, hoy entramos como nos da la gana.
Refiere que no conoció a Pancho Villa, porque cuando le decían que se acercaba, corría y se escondía debajo de una batea, ya que se llama Adela y él buscaba a las Adelitas.
Al lado de sus padres y de su matrimonio, expone que fue muy feliz, nunca tuve riqueza, pero nunca me faltó qué comer.
A sus 101 años, aclara que no tiene dieta, porque los médicos le han dicho que no está enferma de nada, el secreto para llegar a esta edad es estar tranquila, a los niños les daba la doctrina, tenía escuelita para enseñarlos a leer y escribir.
A pesar de su edad, todavía comparte consejo con sus hijos, nueras, nietos y sobrinos.
Mi mamá siempre nos ayudó y gracias a Dios, trabajando como partera, nos sacó adelante a todos, cuenta la señora Norma, esposa de uno de sus hijos.