Encabeza Mursi la segunda revolución de Egipto
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"Es un paso en la dirección correcta", twitteó el político liberal Mohammed el Baradei.
El Cairo, Egipto.- El golpe llegó por sorpresa al final del mes de ayuno, el Ramadán. Normalmente la actividad política en esta época sagrada para los musulmanes se reduce al mínimo en Egipto, pero con el cese de uno de los últimos hombres importantes leales al ex presidente Hosni Mubarak, el mariscal de campo Mohammed Hussein Tantawi, y la reforma de la cúpula militar, el presidente islamista Mohammed Mursi ha conseguido un gran golpe liberador.
Hasta los que se declaran no islamistas han aplaudido la medida. "Es un paso en la dirección correcta", twitteó el político liberal Mohammed el Baradei.
La lucha de poder se prolongó en El Cairo durante meses y, a menudo, entre bastidores. Tras la caída de Mubarak, en febrero de 2011, asumió el poder el Ejército, que se ofreció como "garante de una transición ordenada a la democracia".
Pero el movimiento de protestas y juvenil, que hizo caer a Mubarak tras más de tres décadas en el poder, quedó pronto decepcionado. El dominio militar garantizaba sobre todo la permanencia de los viejos amiguismos del régimen de Mubarak. Los enfrentamientos con los militares se acumulaban y la revolución parecía hundirse.
Los que sacaron partido de la revolución fueron sin embargo los Hermanos Musulmanes. Tuvieron una participación menor en el derrocamiento de Mubarak, pero después como organización de cuadros que ofrecía asistencia social supieron situarse en cabeza.
En las primeras elecciones libres se convirtieron en la fuerza más votada y Mursi, que procede de sus filas, pasó a ser el primer presidente civil de la historia del país.
Entonces los militares creyeron que tenían que proteger al país del peligro del islamismo. Disolvieron el Parlamento controlado por los Hermanos Musulmanes y retiraron a Mursi, elegido en las urnas, los plenos poderes presidenciales. Ahí estalló la lucha por el poder.
Pero Mursi la ha sabido gestionar con más inteligencia y sagacidad de lo que muchos creían. No sacó a las calles en masa a los seguidores de los Hermanos Musulmanes para protestar contra el Ejército, lo que podría haber acabado en un baño de sangre y en una dictadura militar. Sino que fue buscando aliados dentro de la cúpula del Ejército.
Mursi daría por zanjada la lucha de poder cuando el domingo anunció su intrépida decisión. Encontró al sustituto de Tantawi en el que hasta ahora el jefe del servicio secreto militar Abdel Fatah al Sisi, que le aseguró su lealtad. El tema estaba hablado con Al Sisi, pero no con Tantawi ni tampoco con el hasta ahora jefe del Estado Mayor, Sami Anan, que ha sido jubilado, según afirma el politólogo Amr al Shobaki, del centro Al Ahram.
Los otros generales se toparon con la segunda revolución, como algunos analistas en El Cairo definen estos hechos. Hoy no desfilaron por El Cairo tanques ni circularon rumores de golpe de Estado. Al parecer los acuerdos delimitaron bien los nuevos espacios de poder. Mursi es el responsable pleno de la política civil.
El Ejército tiene control sobre los suyo y puede mantener su imperio económico en el que reina la falta de transparencia. Ello constituye una suerte de Estado dentro del Estado, al que pertenecen fábricas que, por ejemplo, fabrican aspiradoras o detergente para la lavadora.
El politólogo Al Shobaki apunta que este movimiento de fichas de Mursi también se podría deber a que "los Hermanos Musulmanes se quieren hacer con el control de las instituciones estatales". El Baradei advirtió a Mursi de no tensar demasiado la cuerda. Tanto poder en la manos de un hombre contradice el "la parte esencial de la democracia". Mursi tiene que representar los intereses de toda la sociedad y no los del movimiento islamista del que procede, dijo el político liberal y premio Nobel.
Mursi eligió el momento para dar este golpe teniendo en cuenta el calendario islámico. En estos días del Ramadán, el mes del ayuno musulmán, tienen lugar las "noches de la revelación" (noches del destino), en las que al profeta Mahoma recibió las primeras suras del Corán. Los Hermanos Musulmanes siguen a largo plazo una agenda de islamización de la sociedad. Tras el nuevo acuerdo con los militares, podría ser que se haya marcado el camino en ese sentido.