El tradicional arte de vivir desnudo en Alemania
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"Para mí es una tortura estar aquí, vestido", añade el ingeniero industrial en una playa artificial en pleno centro de Berlín.
Berlín, Alemania.- Playas, parques, orillas de lagos y ríos. Por toda Alemania se extiende cada verano una auténtica legión de pieles rosadas y vellos claros. Son los nudistas o defensores de la "Cultura del Cuerpo Libre", una práctica colectiva de la que incluso Shakira se declara ferviente fan.
"Yo no puedo explicarle por qué estar desnudo y en contacto con la naturaleza y con otras personas es algo tan sensacional. Tiene que probarlo usted mismo", enfatiza Kurt Fischer, presidente de la Federación alemana de organizaciones de "Cultura del Cuerpo Libre" o FKK, (por sus siglas en alemán).
"Para mí es una tortura estar aquí, vestido", añade el ingeniero industrial en una playa artificial en pleno centro de Berlín.
Alemania es un paraíso para los nudistas, naturistas o amigos del FKK. La federación que Fischer representa cuenta con 50,000 miembros, frente a los apenas 3,000 de España, un país en el que a diferencia de Alemania, pasear desnudo por la calle no está penalizado.
"En los países mediterráneos apenas existe tradición. También Italia es muy difícil... en parte porque son muy religiosos", argumenta revelando que de todos modos, entre los socios figuran varios pastores protestantes y sacerdotes católicos.
Pese a lo asentada que está la cultura FKK en Alemania, el número de socios se reduce al menos un dos por ciento cada año. "Es porque las formas de vida han cambiado mucho", explica. La sociedad actual disfruta de muchas más libertades, es más diversa, la oferta lúdica es infinitamente mayor y la gente quiere lucir prendas textiles con las que demostrar su estatus.
En la locomotora europea más de siete millones de personas practican el nudismo, desde los Alpes hasta el Mar del Norte, sin olvidar los destinos extranjeros predilectos, como Croacia y Francia.
Es muy fácil encontrarse a nudistas enfrascados en una lectura apasionante y lejos de cualquier escudriñamiento ajeno en Tiergarten, el parque central de Berlín, a pocos metros de la Cancillería y el Reichstag. También en el famoso Englischer Garten de Múnich acuden los amantes del FKK para bañarse en el Eisbach.
Y en los lagos cercanos a las ciudades se dan cita familias enteras, ancianos y niños, que inmersos en un aire de normalidad, comparten desnudos un asado, un baño o un partido de fútbol.
Fischer lo deja muy claro: ser amigo del FKK no es sólo nadar desnudo. Es un estilo de vida que pasa por el respeto, la solidaridad y el compromiso con el medio ambiente, entre otros.
Rutas a caballo, en bicicleta, marchas por la montaña o acampadas. Los amigos del FKK practican todo tipo de actividades al aire libre. En invierno, abarrotan las saunas, otro de sus reinos.
"Queremos una forma más intensa y verdadera de vivir el contacto con la naturaleza. Queremos estar desnudos entre gente que también quiere estarlo, no llamar la atención", enfatiza.
Para pertenecer al grupo sólo se necesita tolerancia y una toalla, explica. Y por supuesto, evitar todo elemento de erotismo. El desnudo y la sexualidad van completamente separados, insiste.
A pesar de ello, cada año "2 o 3 personas" tratan de entrar en la federación con fines sexuales, revela. Algunos de ellos son potenciales pederastas o violadores. "Pedimos a todos mantener los ojos abiertos".
La cultura FKK se institucionalizó en Alemania con la industrialización. A principios del siglo XVIII mucha gente se bañaba ya desnuda en los mares, ríos y lagos, si bien separada por sexos.
"Quienes lo practicaban eran obreros que tenían que trabajar mucho y querían relajarse en su tiempo libre, y corrientes de artistas", explica Fischer en conversación con la prensa extranjera acreditada en Berlín. "Desnudos eran todos iguales".
Dejaban el tabaco y el alcohol y practicabam deporte. Y es que las organizaciones FKK, que tienen sus propias publicaciones, grupos juveniles y cursos, son sobre todo organizaciones deportivas.
En 1913 ya había más de 50 en todo el país, en 1920 aparecía la primera playa oficial FKK en la adorada isla de Sylt y en 1930, el primer encuentro internacional, en el que entre otros, participaron Francia, Suiza, Austria y Holanda, el país con más adeptos de toda Europa.
Con el asenso de los nazis, en 1933, quedó prohibido, pero tras la Segunda Guerra Mundial (1939-45), la cultura renació en el oeste y a partir de finales de los 60, también en la extinta República Democrática Alemana (RDA), que después de condenarla, entendió la vía de escape que representaba para una población reprimida.
En la RDA cobró un valor desconocido en la otra parte del país: se convirtió en algo completamente normal y masivo, era el poquito de libertad que los ciudadanos disfrutaban y el único terreno en el que el Estado no podía inmiscuirse.
Aún ahora, en las orillas del este del país son mayoría los que carecen de traje de baño. Sin embargo, es un mito que en esa zona tenga más éxito que en el oeste, recalca Fischer. "Hoy, las organizaciones FKK suman 47.000 miembros en el oeste y apenas 2.500 en el este".