El placer de trabajar 110 por ciento
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Minerva Cuevas es una artista visual que ha expuesto en espacios como el Tamayo, el Centre Pompidou, la galería Tate, el Van Abbemuseum, y las Bienales de Liverpool, Berlín y Sao Paulo
México, DF. A los 16 años de edad, Minerva Cuevas trabajó en un McDonald's cerca del aeropuerto capitalino, luego de que unos promotores de la transnacional fueron al Colegio del Tepeyac a invitar a los estudiantes de esa preparatoria a pertenecer a la gran familia de los arcos amarillos. Eran tiempos del "liberalismo social" de Carlos Salinas y su promesa de llevar a México al primer mundo.
12 años después, la artista visual nunca imaginó que presentaría en Francia una pieza ácida contra el gigante mundial de comida rápida, usando como protagonista al mismísimo payaso pelirrojo rebautizado como "Donald McRonald" y cuya idea original partió del caso McLibel.
En 1997 se estrenó el documental McLibel, de Franny Armstrong, que cuenta precisamente la historia de la lucha del gigante del fast food contra los activistas de London Greenpeace Dave Morris y Helen Steel, acusados de difamación por crear la campaña "What's Wrong With Ronald McDonald?".
La cadena gringa se expandía a nivel mundial. A nuestro país ya había llegado en 1985 en la mítica sucursal del Pedregal. Después le siguieron Polanco y Satélite. Actualmente cuenta con más de 500 puntos de venta y emplea a cerca de 12 mil personas.
Aquel 29 de octubre de 1985 fue todo un acontecimiento para la ciudad de México: había filas casi interminables para comprar una hamburguesa y presumir la cajita feliz. Las familias clasemedieras vestían impecables para ser parte del "evento" y comer sus deliciosas BigMac, símbolo de progreso y estatus social. Por muchos años fue el lugar favorito para celebrar cumpleaños o premiar las buenas calificaciones de los mozalbetes.
"A pesar de que la compañía hace cosas como `el empleado del mes', más bien tiene que ver con la producción y no con la persona. Hay un gancho de la empresa feliz donde rendir el 110 por ciento es algo que se premia con un pin. Había cosas en relación a la salud física que me alarmaban: trabajar en las parrillas y sacar más carne del congelador. Hay que cumplir con los tiempos, ponerle la catsup al pan ya está cronometrado".
En 2003, la invitaron a participar con un proyecto en la exposición "Hardcore" en el Palais de Tokyo, en París, y propuso un performance que cuestionaría las prácticas no éticas de esa multinacional, la forma en que preparan los alimentos pero, sobre todo, el estilo de vida que promueve.
El reconocido sociólogo George Ritzer usó el término "The McDonaldization of America", considerando el fenómeno una amenaza para la alimentación debido a la homogeneización y el dominio de las grandes corporaciones de este ramo.
La acción se realizó en un McDonald's de Les Halles y duró 20 minutos. El equipo del museo, el actor que interpretó a "Donald McRonald" y Minerva estaban con un sentimiento de tensión porque la acción podía ocasionar fuertes reacciones de los clientes:
-Necesitamos mano de obra dócil y barata que trabaje conmigo. Conmigo podrán trabajar 110 por cientode su tiempo- aseguró un sonriente Donald ante el asombro de los comensales.
-¡Conmigo no hay riesgos! ¡No hay sindicato! ¡Nada de eso! Podrán trabajar sólo para hacerme rico. O si no, pueden pasar a comer una hamburguesa con muchos aditivos y mucha grasa.
El artista mexicano Damián Ortega conocía esta pieza polémica y en la ciudad de México le propuso a Minerva documentar, por primera vez, una obra suya en la editorial independiente Alias como parte de la nueva serie Antítesis. Así la pieza tiene otra vida y otra mirada en un libro.
"Creo que tiene otro tiempo de vida. El performance lo analizas de un modo distinto al estar impreso, releyendo, deteniéndote en un dato que tal vez en el video no se puede percibir. El libro sigue funcionando como la misma pieza pero en otro nivel".
Minerva Cuevas es parte de los artistas de la galería kurimanzutto, estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la UNAM y en sus 18 años de trayectoria ha expuesto en espacios destacados como el Museo Tamayo, el Centre Pompidou (Francia), la galería Tate (Inglaterra), el Van Abbemuseum (Holanda), y las Bienales de Liverpool, Berlín y Sao Paulo. Siempre con un enfoque crítico hacia los paradigmas neoliberales y la forma en que la sociedad vive y sobrevive en un mundo globalizado.
Antítesis No. 2 invita a reflexionar sobre una vida laboral plagada de incertidumbres, donde se entrena a la gente a percibir el mundo como un recipiente lleno de objetos desechables: úselo y tírelo. Los "trabajadores rutinarios" que están atados a la cadena de montaje tienden a ser piezas prescindibles del sistema económico.
-¿Cómo fue el proceso de preparar la pieza de "Donald McRonald"?
Como acción se pudo haber hecho más activista, pero cuando surgió la invitación dije pues ahora es cuando y solté la propuesta. Pensé que habría una especie de reparo en cuestiones de derechos de autor y no hubo nada de eso. Fue como pasar inmediatamente a la etapa de producción. Me pidieron diseñar el traje y buscar a un actor local porque era importante que hablara francés. Creo que lo más complejo fue la situación en el lugar. Hubo por ahí una periodista que generó una vibra complicada porque se acercaba mucho a la escena con su propia cámara. Fue una cosa a considerar entre el nervio de la acción, la tensión de que cualquier cosa pudiera pasar. Una acción de este tipo también puede detonar a una reacción de cualquiera de las personas que están alrededor, es una acción de respuesta y regreso impredecible. Ahí sí no sabes que fibras estás tocando en el público. Eso fue la más difícil de vivir y de evaluar. Sobre todo porque no había hecho una pieza que confrontara así lo público.
¿Tuviste dificultades para escribir el guión? Noté que hubo una investigación a fondo de lo que significa el poder político y económico de McDonald's.
A finales de los 80 fue muy conocido el caso de los activistas Helen Steel y Dave Morris, del London Greenpeace, que distribuían folletos y acusaban a McDonald's de vender comida insalubre, explotar a los trabajadores, dañar al ambiente y torturar a los animales. La trasnacional los acusó de difamación no sólo a ellos, sino a un grupo más grande para que se retractaran. La mayoría del grupo lo hizo pero estos dos activistas dijeron "no" porque la información era verídica y era una situación de dignidad. El juicio se convirtió en el más largo en la historia jurídica de Inglaterra. Era información que ya conocía y para generar el guión fue repasar todos estos datos, recopilado versiones en Internet y no sólo es revisarla, sino también investigar a la misma compañía, que tipo de acciones sociales supuestamente realiza.
-¿Hubo parámetros para saber si el performance fracasó o tuvo éxito?
La ventaja del arte es que justamente no hay una metodología a seguir encaminada a un resultado. A veces sí hay una especie de idea de qué puede resultar como a nivel de provocación, pero es una característica del campo del arte contemporáneo no ajustarse a ninguna metodología. Por lo tanto, goza de libertad y de más posibilidades.
-Pero con esta pieza sí querías provocar algo en los clientes.
Por supuesto y es una intención personal claramente política, de información y justicia social. Aunque genere proyectos que están basados en investigaciones que incluyen nociones de sociología, ciencias políticas o de biología, no me tengo que atener a sus tesis, ni a su metodología. Justamente por no ser músico, ni sociólogo, puedo generar una acción que tiene que ver con música o un experimento social que no suceden en ninguno de esos dos campos.
-¿Cuáles fueron las principales diferencias de realizar este performance en Francia-Noruega-México?
Fueron muy distintas y eso dependió de las personas que hicieron el papel de "Donald McRonald". El primer caso fue un actor que realizó muy bien su papel. En el segundo fue un artista performance que ya tenía un trabajo de tipo político y resultó un tanto más escandaloso. Añadió algunos elementos como una corneta y generó una situación muy mediática: se vio a Ronald arrestado por la policía. Tal vez el nivel de actuación no estuvo tan bien, pero generó ese elemento visual. Y en México fue una locura porque fue un payaso de fiestas infantiles y la acción se realizó en el Bosque de Chapultepec en el área de comida del zoológico. Justamente McDonald's tiene la concesión de toda la distribución de alimentos en la zona. Ellos deciden quiénes pueden rentar los demás locales de comida. Es realmente espantoso saberlo, no sé por qué ocurre así. Es el monopolio que decide qué comida se distribuye y ahí el payaso de fiestas generó una dinámica de interacción con los niños. Hizo locuras como sacar una rata de peluche, le quitó una manzana a un niño. Hubo una mamá que le dijo a su hijo "dale una patada al payaso" jajaja y fue una experiencia interesante. Los guardias del zoológico lo escoltaron a la salida, pero también se iban carcajeando.
Colectivo Irational y arte comprometido
El grado de luz cambia cada 10 minutos en el patio central del Museo de la Ciudad de México. En el primer piso se asoma un cartel de la exposición de Minerva Cuevas que se estará presentando hasta el próximo 5 de agosto. Ella viste de color negro y su voz se escucha ligera en la segunda sala donde se expone una de sus piezas titulada "Banderas".
Dice que en la preparatoria sabía que su campo de interés estaba en las humanidades, le gustaba la literatura y la filosofía. Conoció a los artistas Daniel Guzmán y Abraham Cruzvillegas, que en esos años mostraban sus instalaciones en edificios habitacionales del Centro Histórico. Ella encontró así la posibilidad de la interdisciplina en el arte contemporáneo y de generar un pensamiento crítico.
"La influencia no viene de algún artista sino más bien el contexto es el que pesa en mi producción. Es esta respuesta al contexto lo que me hace reaccionar y buscar las estrategias adecuadas para un determinado proyecto. También he encontrado a gente del colectivo de Irational que hacemos un trabajo con intenciones similares".
El tipo de arte que hace Minerva es conceptual pero con una línea de compromiso social, que cuestiona la idea capitalista del progreso donde la historia poco importa. Lo más valioso en este tipo de obra es la idea original donde la investigación hace una referencia constante a las contradicciones y desigualdades sociales.
O como les dijo el mismísimo "Donald McRonald" a los parisinos en la entrada de una de sus 32 mil sucursales regadas por todo el mundo: "¿No quieren entrar conmigo? Tengo un imperio inmobiliario de cerca de diez mil millones de dólares. ¡Gracias a ustedes! Porque ustedes me dan su dinero. Y eso, su dinero, me encanta, jaja, jajajaja".