Diez años después, River goza su revancha soñada
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Eliminar a Boca valió para el conjunto "millonario" tanto como un campeonato.
Buenos Aires, Argentina.- Decenas de títulos celebró River Plate a lo largo de su historia, pero muy pocas veces el estadio Monumental explotó como lo hizo en la noche del jueves tras la victoria ante Boca Juniors en las semifinales de la Copa Sudamericana.
El triunfo en el "superclásico" del fútbol argentino no sólo significó para River el regreso a una final internacional tras 11 años, sino también el fin de una larga maldición y una pesada carga psicológica.
Eliminar a Boca valió para el conjunto "millonario" tanto como un campeonato. Así lo entendieron sus hinchas, que celebraron hasta pasada la medianoche en el tradicional Obelisco de la ciudad de Buenos Aires. Y también los jugadores, que festejaron enloquecidos la sufrida victoria por 1-0 tras el empate sin goles de la ida en la Bombonera.
"Lo soñamos desde hace rato, me tocó estar en momentos muy duros acá, no lo puedo creer. Siempre se sueña con esto, hacerlo realidad es impresionante", afirmó el defensor Germán Pezzella, uno de los jugadores formados en el club por los que apostó el técnico Marcelo Gallardo.
A pocos metros, sus compañeros corrían extasiados por el campo de juego, se abrazaban y saltaban en medio de los fuegos artificiales y el griterío de un estadio en ebullición, teñido por completo de rojo y blanco debido a la ausencia de hinchas visitantes. El colombiano Teófilo Gutiérrez se quitaba la camiseta, la besaba y la ofrendaba a un público que saboreaba una revancha por la que debió esperar una década.
"Después de diez años le ganamos a Boca y quedamos en la historia. Estamos muy contentos, dejamos todo, por historia teníamos que estar en la final, era algo muy anhelado", aseguró el delantero de la selección "cafetera", una de las figuras de River.
Pese a su corta trayectoria en el equipo "millonario", Teo Gutiérrez tenía más que claro que una nueva eliminación ante Boca hubiera sido un golpe demasiado duro para el club.
El conjunto "xeneize" siempre había sido una barrera infranqueable para River en las definiciones mano a mano a nivel internacional. Y pese a que ya no quedan casi protagonistas de aquellos encuentros, el recuerdo de la Supercopa de 1994 y especialmente las Copas Libertadores del 2000 y el 2004 seguían siendo heridas sin cicatrizar para los hinchas de River, golpeados además por el histórico descenso a la segunda división en 2011.
El fantasma de las semifinales del 2004 en la Libertadores, definidas con una épica victoria de Boca por penales en un estadio Monumental en "shock", sobrevoló el jueves la cancha de River. Y también el de los cuartos de final del mismo torneo en el 2000, cuando el conjunto "xeneize" se llevó una serie vibrante que abrió el camino de su ciclo más exitoso.
Pero la historia hizo esta vez un guiño a River, que contó con la fortuna de la que muchas veces careció ante su clásico rival. "Ahora, decime que se siente", resumió el diario "Olé" las sensaciones de los "millonarios", en un juego de palabras con el cántico que los hinchas argentinos popularizaron en el Mundial de Brasil.
Para el deslucido y violento fútbol argentino, el River-Boca fue como una nueva final del mundo, un duelo electrizante y cargado de tensión pese a que mostró más lucha que buen juego.
"Hoy, por ahí, dejamos una marca en la historia", explicó en conferencia de prensa el arquero y capitán de River, Marcelo Barovero, figura decisiva de la serie al contener al minuto de juego un penal que hubiera significado un golpe letal para River por la regla del gol de visitante.
"Esto no tiene precio. Era impotantímo devolverle esto a la gente, una final internacional, ojalá que ahora podamos cerrarla. Esto es impagable", añadió el defensor Gabriel Mercado, ya con la mira en el duelo del próximo miércoles en Colombia ante Atlético Nacional por la primera final de la Sudamericana.
Pero antes, River intentará recuperar el domingo la cima del torneo argentino cuando reciba a Banfield. El triunfo ante Boca podría suponer un importante impulso para el equipo, que tras brillar en el inicio del semestre sufrió un declive en las últimas semanas y perdió el liderazgo del campeonato local a manos de Racing a falta de dos fechas.
La victoria ante Boca además le permitió a River sellar un 2014 inolvidable en los duelos ante su clásico rival, ya que en ocho partidos, incluyendo amistosos de pretemporada, se impuso cinco veces y empató las otras tres. Un envión al que el equipo de Gallardo buscará aferrarse para cerrar el año con nuevas alegrías.
Por Tomás Rudich/DPA