Comerse las uñas un mal hábito en los niños
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El término médico es onicofagia, que procede del griego onyx, 'uña' y phagein, 'comer'.
Berlín, Alemania.- Ya sea como reacción al aburrimiento o al estrés, morderse las uñas es un hábito desagradable que es más común entre los niños. "Un diez por ciento de los niños y adolescentes se come las uñas", afirma Klaus Fischer, psicólogo especializado en terapia familiar.
El hábito suele comenzar en edad muy temprana, en la guardería o el jardín de infancia, cuando la fijación oral es aún muy fuerte. Para conseguir superarlo el niño necesita mucho apoyo de sus padres.
Lo que comienza como una actividad oral sin consecuencias puede transformarse en una costumbre ritual en situaciones de estrés. El término médico es onicofagia, que procede del griego onyx, 'uña' y phagein, 'comer'.
"En muchos casos el comerse las uñas es un hábito inocuo y temporario que se pasa con el tiempo por sí solo", afirma Ulrich Gerth, presidente de la Conferencia Federal de Asesoramiento Infantil, un grupo patrocinado por el Ministerio de Familia, Ancianos, Mujeres y Jóvenes de Alemania. "Es importante que los padres no se preocupen de inmediato si un niño comienza a comerse las uñas".
Antes de planear una estrategia para hacer que pare, hay que observar el comportamiento del niño durante un cierto tiempo. ¿Cuándo se muerde las uñas? ¿Cuán a menudo? ¿En qué situaciones?
Karin Hauffe-Boje, psiquiatra y psicoterapeuta infantil y juvenil, también recomienda a los padres hacer algunas investigaciones. "El comerse las uñas de forma regular puede ser un indicio de tensión interna en un niño". "Algo va mal" y los padres deben descubrir qué es, indica.
"Para algunos niños la causa es una falta de autoconfianza", añade.
Algunas de las posibles causas son problemas en la escuela, estrés por las exigencias escolares o "bullying" (acoso escolar). Morderse las uñas tiene un doble efecto: en primer término "ocuparse de las propias uñas es una forma de distracción", y a la vez sirve para descargar la presión interna, según Hauffe-Boje.
Puede resultar útil hablar con las maestras de la guardería o de la escuela. Si la causa del problema es el estrés, los padres deben hablar de ello con el niño, señala Gerth. Lo primero que deben hacer es ver cómo restablecer el equilibrio emocional del pequeño.
Cuando el niño se sienta más seguro, será más fácil detener el hábito. Ahí es importante el apoyo amable de los padres. "Por favor: nunca tome medidas coercitivas como prohibirle ver la televisión o salir de casa", advierte Fischer. "Eso solo crea más estrés".
En cambio el elogio y el refuerzo positivo animan al niño y aumentan las probabilidades de éxito. Además, cuidar de sus uñas y sus dedos refuerza la perseverancia del menor. "Cuídelos con una crema o loción", recomienda Gerth. "Y alégrese de cada nuevo milímetro de uña".