¿Y los jóvenes?
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Según datos del INEGI de 2011, cada 24 horas mueren 16 personas jóvenes por suicidio. Al menos 20 lo intentan, una lo consigue. En promedio
Lo he escrito antes: al perecer, nunca fui joven. He sido viejo por vocación y elección. Pronto y rápido en mi vida, llegaron las lecturas, las publicaciones, los viajes, las discusiones. El habitar un mundo paralelo a éste. Es decir, me nació la conciencia más temprano y no tarde. Para aquellos los cuales piden cuentas en ábaco y fechas y años de calendario, mi primer trabajo literario, sonó pomposo pero bueno, lo editaron en estas generosas páginas de VANGUARDIA cuando este aprendiz de escritor tenía como 20 o 21 años. Lo demás es historia.
Nunca fui del todo joven. He sido viejo por vocación y elección. En esta recua de tiempo e historia, siempre he querido parecerme a mi padre. Siempre quise imitar a mi padre: saltillense de abolengo (de barrio bravo, pues), don Ferruco en la Alameda, José Cedillo Rivera. Como lo recuerdo por siempre viejo, por siempre galán (aunque murió joven, muy joven), por siempre endomingado y oloroso a laurel y lavanda en pecho, cabello y sobre todo, en su afeitada diaria; pues sí, siempre he querido ser viejo como él. Hoy lo soy. Tal vez me tardé, pero me siento contento de haberlo logrado. Nunca fui del todo joven en mis mocedades.
El torpe liminar anterior viene a cuento y talla para contextualizar lo siguiente: hay una arista escandalosa la cual nadie ha abordado en este tema, tema repetido en este espacio por su servidor, la reflexión y exégesis sobre ese grave problema de salud mental: la depresión, la tristeza, la melancolía y por extensión, los suicidios. La arista es de miedo: los jóvenes son los cuales están mordiendo el polvo en las estadísticas, ellos son la punta de lanza los cuales van al panteón. Y nadie, nadie se manifiesta. Menos hacen marchas. Tampoco protestan en las redes sociales. Guardan un silencio bastante parecido a la estupidez.
Según datos del INEGI de 2011, cada 24 horas mueren 16 personas jóvenes por suicidio. Al menos 20 lo intentan, una lo consigue. En promedio, afectan a seis personas cercanas. En las últimas tres décadas la tasa de suicidios en México se cuadruplicó al pasar de dos por cada 100 mil habitantes a 7.6, cifras de 2011. ¿Rango de edad? 42 por ciento de suicidas en el estrato de 15 a 24 años. Luego de 25 a 34. Pero no, nadie se manifiesta ni hace olas en las redes por un suicida. Nadie se conmueve por ello, nadie habla ni gesticula no así por un perro o un toro de lidia.
Esquina-bajan
Mantengo mi tesis: las redes sociales han venido a alimentar la ignorancia. Alimentan el copy paste de varios colegas. Contribuyen a la pérdida de la libertad y la lectura y han venido a trivializar la vida toda (Jesús Carranza así también lo ha mantenido en su columna). Recuerdo, para contextualizar esto, dos o tres episodios. Va uno: periódicamente los jóvenes se desnudan, se pintarrajean los cuerpos de color rojo y simulan ser reses, tirándose en las avenidas para protestar por el trato inhumano a esa fiera de amor, para decirlo con el poeta René Char âpoeta a años luz de la torpe lectura de los jóvenesâ, al hermoso toro de lidia.
Pues sí, los jóvenes protestan por el trato cruel al animal cebado en el odio y rencor y nacido para embestir. En el Congreso de Coahuila está la iniciativa de ley para prohibir las corridas de toros. Cuando ésta sale al candelero público, decenas de jóvenes se conmueven por los pobres toros. Pero nadie se conmueve ni protesta por un infante suicida de 11 años.
En el 2013, un joven de Tecate, B.C., Aarón Pino, hizo arder las redes sociales de Facebook y Twitter cuando enseñó una fotografía donde se muestra cargando un perro crucificado. Ardió México. El repudio no se hizo esperar. Fue noticia nacional. Conmovió a los jóvenes, los movió a llanto y moco tendido ¡Pero por Dios, era solo un pinche perro! Pero nadie, nadie mueve un dedo para protestar por las políticas de salud oficiales (inoperantes, inexistentes) en el tema de los suicidios en los jóvenes.
Letras minúsculas
Gracias a Dios nunca fui joven. Internet idiotiza. Nadie lo duda.