Viento negro
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Todos los días del afligido son difíciles así lo dice Proverbios 15:15. ¿Qué hacer? No lo sé. ¿Por qué se suicidan los que se suicidan? No lo sé
¿Por qué se suicidan los que se suicidan? Carajo, nunca lo vamos a saber. Nunca. Son conjeturas, imaginación pura. Nunca lo sabremos a ciencia cierta. La cosa es de horror, espanta, me ha dicho en textos lacónicos con su bien medida prosa, el maestro Luis Carlos Plata, cada vez al cruzar información con motivo de los recurrentes y asfixiantes suicidios en la ciudad. Lamento mucho seguir escribiendo de ello.
Doy fe pública. Nobleza obliga. Mi voz fue escuchada en el desierto. Agradezco públicamente las reuniones de trabajo que he tenido con los siguientes funcionarios del Gobierno estatal, los cuales se comunicaron con este escritor con motivo de los textos aquí publicados donde he dado cuenta de este estado de asfixia, de desesperanza âpara decirlo en voz del matemático Miguel Ángel Wheelockâ, de tristeza y melancolía perenne la cual nos habita a ciertos seres humanos. Para desgracia nuestra, muchos de estos seres humanos han optado por una solución extrema: el suicidio. Ojo, escribí solución, no problema. Nadie o pocos entienden esto.
Agradezco la preocupación que primero demostró el maestro José Vega Bautista, Secretario de Comunicación Social y Propaganda del Gobierno estatal. Compartimos lecciones al respecto. Luego, mediante llamada de éste, se acercó a charlar el Secretario de la Juventud, Carlos García Vega. Primero intercambio de puntos de vista; luego, el joven Secretario me invitó a una junta de trabajo con parte de su equipo. De aquí surgió un documento el cual le entregué en su despacho dos días después.
Posterior a esto, el Secretario de Salud, Lauro Cortés, me invitó a intercambiar ideas con un grupo de su staff. Se programó luego una larga reunión de trabajo y una vista al hospital psiquiátrico. Reunión de la cual daré cuenta en el próximo tríptico. El doctor Lauro Cortés me acercó materiales y copias de presupuestos, estudios y análisis al respecto. Yo le acerqué mi mano franca, cooperación, trabajo y documentos en proceso de investigación. Doy fe pública de que estos funcionarios muestran una intranquilidad genuina por tan doloroso problema.
Informo también que al momento de redactar la presente columna, han dado luz verde para avanzar y presentar un diagnóstico, un análisis, redacción de materiales, posibles vías de acción, documentos, estudios y en fin, todo lo que pueda ayudar para paliar tan emperrado mal enquistado en el alma de la sociedad del sureste de Coahuila (Saltillo, Ramos Arizpe y Arteaga).
Esquina-bajan
Robándole tiempo y salud a mis de por sí lastimados y cansados ojos, les dije a los funcionarios y hoy lo reafirmo públicamente: estoy dispuesto a cooperar para encontrar paliativos a semejante dolor humano (los suicidios van a seguir, seamos francos); pero, si acaso las acciones encaminadas a ayudar a seres tan desdichados logran la salida hacia la vida al menos de uno de ellos, el trabajo rendirá frutos. Con o sin recursos, hay que hacerlo. Así de sencillo.
Doy fe asimismo, de que la Síndico de Vigilancia del Ayuntamiento de Saltillo (feudo donde manda, en teoría claro, un errático Chilote López Villarreal), la doctora Bertha Castellanos, ha estado al pendiente de estos textos atiriciados y no pocas veces me he reunido con ella para escucharla y conocer su punto de vista autorizado. También, he escuchado y tomado notas en largas charlas robándole tiempo y talento a la sapiencia y don humano y divino del padre Juan Manuel Ledesma.
Todos los días del afligido son difíciles así lo dice Proverbios 15:15. ¿Qué hacer? No lo sé. ¿Por qué se suicidan los que se suicidan? No lo sé. Pero los entiendo. Hay una constante que he notado al revisar someramente cada caso: nadie escucha. Aquel viejo consejo que aquí escribí, sigue vigente: Si usted oye a un joven musitar Sin ella (o él) no vale la pena vivir no lo deje solo. No se burle de la persona, escúchelo y busque ayuda profesional. La mayoría de los últimos suicidas lo han gritado voz en cuellonadie escuchó.
Letras minúsculas
¿Es la ciudad, es el amor, es no tener trabajo, es la desesperanza? No lo sé. Esto ya es un problema grave de salud pública.